Frases sobre comida
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“¿Presión? ¿Qué presión? Presión es la que tiene la gente pobre del mundo intentando llevar comida a sus familias. Trabajando desde el amanecer hasta el ocaso sólo para alimentar a sus chicos. En el fútbol no hay presión.”

José Mourinho (1963) entrenador de fútbol portugués

Respondiendo a la prensa que le cuestionaba si tenía presión por ganar un partido tras dos derrotas al hilo.
Fútbol/ Filosofía de juego

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“Medinaceli, ya lo has visto, no he comido nada.”

Carlos III de España (1716–1788) Su Católica Majestad Carlos III, Rey de España (1759 - 1788)

Al duque de Medinaceli, nuevo mayordomo mayor, quién tuvo la ocurrencia de cambiar la comida habitual del Rey por una que creyó mejor.

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“Me hace muchísima gracia que el copyleft empiece a hacer la cultura gratis y no las viviendas, la comida, la sanidad, la educación, qué poco left es ése”

Teddy Bautista (1943) Músico y actor español

Fuente: 20 minutos http://www.20minutos.es/noticia/669292/0/bautista/sgae/copyleft/, en referencia a una entrevista concedida a Iñaki Gabilondo en CNN+ 6 de abril de 2010

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“El buen salario, la comida abundante, el buen vestir y la libertad educan a un adulto como la escuela a un niño.”

Domingo Faustino Sarmiento (1811–1888) político, escritor, docente, periodista y militar argentino

Sin fuentes

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“Que alguien llame a los cascos azules y Naciones Unidas, porque el pobre es tonto y tiene dos casas en vez de comida”

ToteKing (1978) cantante de rap español (n. 1978)

Canción: "La crisis", El lado oscuro de Gandhi, 2010.

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“La guarnición se ha comido al solomillo.”

Juan Manuel Lillo (1965) entrenador de balompié

Explicación: Lillo habla sobre la evolución del fútbol moderno.
Fuente: Blog "Queremos un blog de Lillo" http://www.queremosunblogdelillo.blogspot.com/

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“Mira amigo, no hablo el idioma, no tengo dinero, la comida apesta, no hay arroz ni judías. Prefiero que me arresten en Brasil a seguir en este país”

Luiz Inácio Lula da Silva (1945) político brasileño

Después de que le recomendasen quedarse en los Estados Unidos cuando su hermano habia sido arrestado en Brasil por comunista subversivo en 1975

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“En la comida de las directivas hablaremos de mujeres, como siempre.”

Enrique Cerezo (1947) productor cinematográfico español y presidente del Atlético de Madrid

Sin fuentes
Antes de un derbi de Copa del Rey.

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“Ya se acabaron los tiempos en que nuestros estudiantes hablaban o protestaban por una lenteja de más o de menos en su comida.”

Mahmud Ahmadineyad (1956) político iraní

Año 2006
Fuente: Entrevista con Financial Times, 5 de septiembre.

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“El que vende comida no se muere de hambre.”

Gabriel García Márquez (1927–2014) modelo de bigotes

Vivir para Contarla

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“Voy a suicidarme, la comida de papá está en el horno.”

Enrique Vila-Matas (1948) escritor español

Dublinesque

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“La muerte podía estar en una bolsa de cacahuetes, en un trozo de carne que se te atravesara, en el siguiente paquete de cigarrillos. Siempre te andaba rondando, de guardia en todas las estaciones de control entre lo mortal y lo eterno. Agujas infectadas, insectos venenosos, cables mal aislados, incendios forestales. Patines que lanzaban a intrépidos chiquillos a cruces muy transitados. Cada vez que te metes en la bañera para darte una ducha, Oz te acompaña: ducha para dos.

Cada vez que subes a un avión, Oz lleva tu misma tarjeta de embarque. Está en el agua que bebes y en la comida que comes. «¿Quién anda ahí?», gritas en la oscuridad cuando estás solo y asustado, y es él quien te responde: Tranquilo, soy yo. Eh, ¿cómo va eso? Tienes un cáncer en el vientre, qué lata, chico, sí que lo siento. ¡Cólera! ¡Septicemia! ¡Leucemia! ¡Arteriosclerosis! ¡Trombosis coronaria! ¡Encefalitis! ¡Osteomielitis! ¡Ajajá, vamos allá!

Un chorizo en un portal, con una navaja en la mano. Una llamada telefónica a medianoche. Sangre que hierve con ácido de la batería en una rampa de salida de una autopista de Carolina del Norte. Puñados de píldoras: anda, traga. Ese tono azulado de las uñas que sigue a la muerte por asfixia; en su último esfuerzo por aferrarse a la vida, el cerebro absorbe todo el oxígeno que queda en el cuerpo, incluso el de las células vivas que están debajo de las uñas.

Hola, chicos, me llamo Oz el Ggande y Teggible, pero podéis llamarme Oz a secas. Al fin y al cabo, somos viejos amigos. Pasaba por aquí y he entrado un momento para traerte este pequeño infarto, este derrame cerebral, etcétera; lo siento, no puedo quedarme, tengo un parto con hemorragia y, luego, inhalación de humo tóxico en Omaha.


Y la vocecita sigue gritando: «¡Te quiero, Tigger, te quiero! ¡Creo en ti, Tigger! ¡Siempre te querré y creeré en ti, y seguiré siendo niña, y el único Oz que habitará en mi corazón será ese simpático impostor de Nebraska! Te quiero…».


Vamos patrullando, mi hijo y yo…, porque lo que importa no es el sexo ni la guerra, sino la noble y terrible batalla sin esperanza contra Oz, el Ggande y Teggible.”

Pet Sematary

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“detonar las cefaleas. Es imposible enumerar todos los posibles culpables, pero puedo ofrecerte algunos consejos para ponerle fin al sufrimiento: Establece horarios estrictos para dormir. Es la clave para regular las hormonas del cuerpo y mantener la homeostasis, es decir, el estado predilecto del cuerpo en el que su fisiología está equilibrada. Deshazte de la grasa. Mientras más peses, es más probable que padezcas cefaleas. Mantente activo. El sedentarismo fomenta la inflamación. Modera tu consumo de cafeína y alcohol. Beberlos en exceso puede detonar dolores de cabeza. No te saltes comidas y no tengas hábitos alimenticios erráticos. Al igual que con el sueño, tener patrones de alimentación ordenados controla varios procesos hormonales que pueden influir en el riesgo de padecer cefaleas. Maneja el estrés emocional, la ansiedad, la preocupación y todo tipo de emociones fuertes. Éstas están entre los detonantes más comunes de los dolores de cabeza. Quienes sufren migrañas suelen ser sensibles a los eventos estresantes, los cuales dan pie a la liberación de ciertas sustancias químicas en el cerebro que pueden provocar cambios vasculares y causar una migraña. Para colmo de males, las emociones como la ansiedad y la preocupación incrementan la tensión muscular y dilatan los vasos sanguíneos, lo cual intensifica la gravedad de la migraña. Adopta una dieta sin gluten, sin aditivos y sin alimentos procesados. La dieta de bajo índice glicémico, baja en carbohidratos y alta en grasas saludables que delineo en el capítulo 11 te ayudará a reducir tu propensión a las cefaleas. Ten mucho cuidado con los quesos añejos, los embutidos y otras fuentes de glutamato monosódico (GMS, el cual suele encontrarse en la comida china), pues estos ingredientes pueden llegar a ser responsables hasta de 30% de las migrañas. Rastrea los patrones de tus experiencias con la cefalea. Eso te permitirá saber cuándo estás más vulnerable a ellas, de manera que puedas prestar más atención en esos momentos. Las mujeres, por ejemplo, con frecuencia pueden rastrear patrones relacionados con su ciclo menstrual. Si eres capaz de definirlos, entenderás mejor tus propios dolores de cabeza y actuarás en función de ellos.”

Cerebro de pan: La devastadora verdad sobre los efectos del trigo, el azúcar y los carbohidratos

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“la vida se reduce a comer bien y saber pasar el tiempo entre comidas.”

Élmer Mendoza (1949) escritor mexicano

Balas de plata

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“Te amo -le dijo Buttercup-. Sé que esto debe resultarte sorprendente, puesto que lo único que he hecho siempre ha sido mofarme de tí, degradarte y provocarte, pero llevo ya varias horas amándote, y cada segundo que pasa te amo más. Hace una hora, creí que te amaba más de lo que ninguna mujer ha amado nunca a un hombre; media hora más tarde, supe que lo que había sentido entonces no era nada comparado con lo que sentí después. Mas al cabo de diez minutos, comprendí que mi amor anterior era un charco comparado con el mar embravecido antes de la tempestad. A eso se parecen tus ojos, ¿lo sabías? Pues sí. ¿Cuántos minutos hace de eso? ¿Veinte? ¿Serían mis sentimientos tan encendidos entonces? No importa. -Buttercup no podía morarlo. El sol comenzó a asomar entonces a sus espaldas y le infundió valor -. Ahora te amo más que hace veinte minutos, tanto que no existe comparación posible. Te amo mucho más en este momento que cuando abriste la puerta de tu choza. En mi cuerpo no hay sitio más que para tí. Mis brazos te aman, mis orejas te adoran, mis rodillas tiemblan de ciego afecto. Mi mente te suplica que le pidas algo para que pueda obedecerte. ¿Quieres que te siga para el resto de tus días? Lo haré. ¿Quieres que me arrastre? Me arrastraré. Por tí me quedaré callada, por tí cantaré, y si tienes hambre, deja que te traiga comida, y si tienes sed y sólo el vino árabe puede saciarla, iré a Arabia, aunque esté en el otro confín del mundo, y te traeré una botella para el almuerzo. Si hay algo que sepa hacer por tí, lo haré; y si hay algo que no sepa, lo aprenderé. Pero recuera, por favor, que ella es vieja y tiene otros intereses, mientras que yo tengo diecisiete años y para mí sólo existes tú. Mi querido Westley… nunca te había llamado por tu nombre, ¿verdad…? Westley, Westley, Westley, Westley… querido Westley, adorado Westley, mi dulce, mi perfecto Westley, dime en un susurro que tendré la oportunidad de ganarme tu amor.”

The Princess Bride

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“La idea de la muerte llega siempre con paso de lobo, con andares de
culebra, como todas las peores imaginaciones. Nunca de repente llegan
las ideas que nos trastornan; lo repentino ahoga unos momentos, pero
nos deja, al marchar, largos años de vida por delante. Los pensamientos
que nos enloquecen con la peor de las locuras, la de la tristeza, siempre
llegan poco a poco y como sin sentir, como sin sentir invade la niebla los
campos, o la tisis los pechos. Avanza, fatal, incansable, pero lenta,
despaciosa, regular como el pulso. Hoy no la notamos; a lo mejor
mañana tampoco, ni pasado mañana, ni en un mes entero. Pero pasa ese
mes y empezamos a sentir amarga la comida, como doloroso el
recordar, ya estamos picados. Al correr de los días y las noches nos
vamos volviendo huraños, solitarios; en nuestra cabeza se cuecen las
ideas, las ideas que han de ocasionar el que nos corten la cabeza donde
se cocieron, quién sabe si para que no siga trabajando tan atrozmente.
Pasamos a lo mejor hasta semanas enteras sin variar; los que nos
rodean se acostumbraron ya a nuestra adustez y ya ni extrañan siquiera
nuestro extraño ser. Pero un día el mal crece, como los árboles, y
engorda, y ya no saludamos a la gente; y vuelven a sentirnos como raros
y como enamorados. Vamos enflaqueciendo, enflaqueciendo, y nuestra
barba hirsuta es cada vez más lacia. Empezamos a sentir el odio que nos
mata; ya no aguantamos el mirar; nos duele la conciencia, pero ¡no
importa!, ¡más vale que duela! Nos escuecen los ojos, que se llenan de
agua venenosa cuando miramos fuerte. El enemigo nota nuestro anhelo,
pero está confiado; el instinto no miente. (…) Cuando huimos como las
corzas, cuando el oído sobresalta nuestros sueños, estamos ya minados
por el mal; ya no hay solución, ya no hay arreglo posible. Empezamos a
caer, vertiginosamente ya, para no volvernos a levantar de vida. Quizás
para levantarnos un poco a última hora, antes de caer de cabeza hasta
el infierno… Mala cosa.”

The Family of Pascual Duarte

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Ngũgĩ wa Thiong'o Foto
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“En su campo de hombres, Gary veía a detenidos como él convertirse en pobres salvajes, en animales agonizantes. Lo que pensaban era una tragedia todavía más grave que lo que soportaban. Ser conscientes de ello era su peor tormento. Permanentemente humillados por la porción congrua de humanidad a la que se veían reducidos, aspiraban a la muerte. Hasta el día en que uno de ellos tuvo una idea genial: inventó el personaje de la dama.

(…)

Decidió que en adelante todos vivirían como si entre ellos hubiera una dama, una auténtica dama, con la que conversarían con los honores reservados a una persona de su posición y ante la cual uno temería no estar a la altura. Este invento de la imaginación fue adoptado por todos. Así se hizo.

Poco a poco, constataron que estaban salvados: a base de vivir en la elevada compañía de la dama ficticia, habían reconstituido la civilización. En las comidas, en las que los alimentos no valían mucho más que los nuestros, volvieron a conversar entre ellos, a dialogar, a escuchar a los demás con atención. Se dirigían a la dama con consideración para contarle cosas dignas de ella. Incluso cuando no hablaban con ella, se acostumbraban a la idea de vivir bajo su mirada, a tener una actitud que no resultara decepcionante para unos ojos semejantes.

Aquel renovado fervor no pasó desapercibido para los kapos, que escucharon rumores respecto a la presencia de una dama e iniciaron una investigación. Registraron hasta el último rincón del campo y no encontraron a nadie. Aquella victoria mental de los prisioneros les permitió resistir hasta el final.”

Acide sulfurique