Frases sobre desaparecido

Una colección de frases y citas sobre el tema del desaparecido, veces, vida, tiempo.

Frases sobre desaparecido

Adolf Hitler Foto
Jane Austen Foto
Epicuro Foto
Manu Chao Foto

“Me llaman el desaparecido, que cuando llega ya se ha ido.”

Manu Chao (1961) Músico, cantante y productor francoespañol

Sin fuentes
Versos de canciones

James Joyce Foto
Haruki Murakami Foto
George Carlin Foto

“Fui a la Oficina de Personas Desaparecidas, pero no había nadie allí.”

George Carlin (1937–2008) Mónologista, cómico y escritor estadoudinense
Rick Riordan Foto
Arturo Uslar Pietri Foto
Stephen King Foto
Susan Elizabeth Phillips Foto
Victor Hugo Foto
Silvio Rodríguez Foto
Philip K. Dick Foto
J.C. Ryle Foto

“Si algún lector piensa que soy innecesariamente escrupuloso en este punto, le recomiendo que tome nota de un libro singular por Samuel Rutherford (autor de las bien conocidas cartas), llamado “The Spiritual Antichrist” (El anticristo espiritual). Verán allí que, dos siglos atrás, aparecieron las herejías alocadas de una enseñanza extravagante, precisamente acerca de esta doctrina de que “Cristo mora” en los creyentes. Encontrarán que Saltmarsh, Dell, Towne y otros maestros falsos contra quienes contendió el acertado Samuel Rutherford. Aquellos tenían extrañas nociones acerca de “Cristo en nosotros” y luego procedieron a edificar sobre la doctrina antinomiana, sobre un fanatismo de la peor clase y con tendencias de las más viles. Así, ellos mantenían que la vida separada y personal del creyente había desaparecido completamente, ¡que Cristo viviendo en él era quien se arrepentía, creía y actuaba! La raíz de este tremendo error era una interpretación forzada y nada bíblica de textos como “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20) y el resultado natural de esto fue que muchos infelices seguidores de este pensamiento llegaron a la cómoda conclusión de que los creyentes no eran responsables de sus acciones, ¡hicieran lo que hicieran! Según esta interpretación, ¡los creyentes estaban muertos y sepultados y sólo Cristo vivía en ellos y se hacía cargo de todo! ¡La consecuencia definitiva fue que algunos creían que podían quedarse tranquilos con una seguridad carnal, que ya no tenían ninguna responsabilidad personal y podían cometer cualquier clase de pecado sin ningún temor! No olvidemos nunca que la verdad distorsionada y exagerada, puede convertirse en el origen de las herejías más peligrosas. Cuando hablamos de que “Cristo está en nosotros”, tengamos el cuidado de explicar lo que queremos decir. Me temo que hay quienes descuidan esto en la actualidad. 6.”

J.C. Ryle (1816–1900) obispo de Liverpool

Santidad

Ray Bradbury Foto
Henning Mankell Foto
Jean Jacques Rousseau Foto

“El gusto del placer existía todavía, mas la pasión había desaparecido.”

Jean Jacques Rousseau (1712–1778) escritor, filósofo y músico franco-helvético definido como un ilustrado

LAS CONFESIONES

Francis Scott Fitzgerald Foto
Ernst Jünger Foto
Myriam Bregman Foto
Konrad Adenauer Foto
Karl Marx Foto
Hermann Hesse Foto
David Hume Foto
Martin Luther King Foto
Thomas Macaulay Foto
Charles Ives Foto
Frederick Soddy Foto
Roberto Bolaño Foto
Peter Hamilton Raven Foto

“Para mediados del siglo [XXI], 100.000 de las aproximadamente 300.000 especies que existen habrán desaparecido o estarán en vías de extinción.”

Peter Hamilton Raven (1936) botánico estadounidense

Sin fuentes
Dirigiéndose a los asistentes al decimosexto Congreso Internacional de Botánica, celebrado en Estados Unidos.

Héctor Alterio Foto
Rafael Barrett Foto

“La tortura ha desaparecido del Código. Cosa diferente es que desaparezca de las costumbres.”

Rafael Barrett (1876–1910) escritor y periodista español

Sin fuentes
Citas en sus obras, De El dolor paraguayo

Karlheinz Deschner Foto
Mao Zedong Foto
Juan Cabandié Foto

“Tuve mucho tiempo de búsqueda y hace dos años sin tener elementos fuertes le puse nombre a lo que buscaba y dije, soy hijo de desaparecidos.”

Juan Cabandié (1978) político de Argentina

Fuente: Mensaje de Juan Cabandié en la ESMA el 24 de marzo de 2004, UITA http://www.rel-uita.org/internacional/argentina_nunca_mas.htm

Librado Rivera Foto

“La humanidad de los oprimidos está de plácemes: ha desaparecido un tirano.”

Librado Rivera (1864–1932) periodista mexicano

Sin fuentes
Comentario tras la muerte del presidente de México Álvaro Obregón, 1928.

Clarence Darrow Foto
Elisa Carrió Foto
Cecelia Ahern Foto
Gabriel García Márquez Foto
Leon Uris Foto
Irvine Welsh Foto
Mathias Malzieu Foto

“Nieva sobre Edimburgo el 16 de abril de 1874. Un frío gélido azota la ciudad. Los viejos especulan que podría tratarse del día más frío de la historia. Diríase que el sol ha desaparecido para siempre. El viento es cortante; los copos de nieve son más ligeros que el aire.
¡Blanco! ¡Blanco! ¡Blanco!
Explosión sorda. No se ve más que eso. Las casas parecen locomotoras de vapor, sus chimeneas desprenden un humo grisáceo que hace crepitar el cielo de acero. Las pequeñas callejuelas de Edimburgo se metamorfosean. Las fuentes se transforman en jarrones helados que sujetan ramilletes de hielo. El viejo río se ha disfrazado de lago de azúcar glaseado y se extiende hasta el mar. Las olas resuenan como cristales rotos. La escarcha cae cubriendo de lentejuelas a los gatos. Los árboles parecen grandes hadas que visten camisón blanco, estiran sus ramas, bostezan a la luna y observan cómo derrapan los coches de caballos sobre los adoquines. El frío es tan intenso que los pájaros se congelan en pleno vuelo antes de caer estrellados contra el suelo. El sonido que emiten al fallecer es dulce, a pesar de que se trata del ruido de la muerte. Es el día más frío de la historia. Y hoy es el día de mi nacimiento. […]
Fuera nieva con auténtica ferocidad. La hiedra plateada trepa hasta esconderse bajo los tejados. Las rosas translúcidas se inclinan hacia las ventanas, sonrojando las avenidas, los gatos se transforman en gárgolas, con las garras afiladas. En el río, los peces se detienen con una mueca de sorpresa. Todo el mundo está encantado por la mano de un soplador de vidrio que congela la ciudad, expirando un frío que mordisquea las orejas. En escasos segundos, los pocos valientes que salen al exterior se encuentran paralizados, como si un dios cualquiera acabara de tomarles una foto. Los transeúntes, llevados por el impulso de su trote, se deslizan por el hielo a modo de baile. Son figuras hermosas, cada una en su estilo, ángeles retorcidos con bufandas suspendidas en el aire, bailarinas de caja de música en sus compases finales, perdiendo velocidad al ritmo de su ultimísimo suspiro.
Por todas partes, paseantes congelados o en proceso de estarlo se quedan atrapados. Solo los relojes siguen haciendo batir el corazón de la ciudad como si nada ocurriera.”

Mathias Malzieu (1974) obras
Douglas Adams Foto
Terry Pratchett Foto
Italo Calvino Foto
Horacio Quiroga Foto
Cornelia Funke Foto
Félix Lope de Vega y Carpio Foto
John Katzenbach Foto
Jean Baudrillard Foto

“Eso es porque Aki se ha ido. Porque la he perdido. Ya no hay nada que desee ver. Ni en Australia, ni en Alaska, ni en el Mediterráneo, ni en la Antártida. En este mundo, vaya a donde vaya, siempre me sucederá los mismo. Por más maravilloso que sea el paisaje que tenga ante los ojos, nunca me emocionaré; la más hermosa de las vistas no me gustará. Ha desaparecido la persona que me hacía desear, ver, saber y sentir…, incluso vivir.”

Kyōichi Katayama (1959) escritor japonés

Socrates In Love
Variante: Eso es porque Aki se ha ido. Porque la he perdido. Ya no hay nada que desee ver. Ni en Australia, ni en Alaska, ni en el Mediterráneo, ni en la Antártida. En este mundo, vaya a dónde vaya, siempre me sucederá lo mismo. Por más maravilloso que sea el paisaje que tenga ante los ojos, nunca me emocionaré; la más hermosa de las vistas no me gustará. Ha desaparecido la persona que me hacía desear ver, saber y sentir…, incluso vivir. Ella ya no volverá a estar jamás a mi lado.

Michael Koryta Foto
Cormac McCarthy Foto
Henning Mankell Foto
Philip Pullman Foto
Julio Cortázar Foto

“Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta,
la ves de espaldas alejándose por un camino (¿la Gran Vía,
King´s Road, la Avenue de Wagran, un sendero
entre álamos, un paso entre colinas?), hermosa y joven la
ves de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en la
tercera dimensión y yéndose,

y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salió
porque quería llegar, y tienes miedo como siempre has
tenido miedo por ti mismo, la ves irse tan frágil y
blanca en una bicicleta de humo, te gustaría estar con ella,
alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el
/manubrio
y decir que también tú has salido, que también tú quieres
llegar al sur,

y sentirte por fin acompañado porque la estás acompañando,
larga será la etapa pero allí en lo alto el aire es limpio
y no hay papeles y latas en el suelo, hacia el fondo del
valle se dibujará por la mañana el ojo celeste de un lago.
Sí, también eso lo sueñas despierto en tu oficina o en
la cárcel, mientras te aplauden en un escenario o una
cátedra, bruscamente ves el rumbo posible, ves la chica
yéndose en su bicicleta o el marinero con su bolsa al
hombro, entonces es cierto, entonces hay gente que se
va, que parte para llegar, y es como un azote de palomas
que te pasa por la cara, por qué no tú, hay tantas
bicicletas, tantas bolsas de viaje, las puertas de la
ciudad están abiertas todavía,

y escondes la cabeza en la almohada, acaso lloras.
Porque, son cosas que se saben, la ruta del sur lleva
a la muerte,
allá, como la vio un poeta, vestida de almirante espera
o vestida de sátrapa o de bruja, la muerte coronel o
general espera
sin apuro, gentil, porque nadie se apura en los aeródromos,
no hay cadalsos ni piras, nadie redobla los tambores
para anunciar la pena, nadie venda los ojos de los reos
ni hay sacerdotes que le den a besar el crucifijo a la
mujer atada a la estaca, eso no es ni siquiera Ruán y no
es Sing-Sing, no es la Santé,

allá la muerte espera disfrazada de nadie, allá nadie
es culpable de la muerte, y la violencia

es una vacua acusación de subversivos contra la disciplina
y la tranquilidad del reino,

allá es tierra de paz, de conferencias internacionales,
copas de fútbol, ni siquiera los niños revelarán que
el rey marcha desnudo en los desfiles, los diarios
hablarán de la muerte cuando la sepan lejos, cuando se
pueda hablar de quienes mueren a diez mil kilómetros,
entonces sí hablarán, los télex y las fotos hablarán sin
mordaza, mostrarán cómo el mundo es una morgue
/maloliente
mientras el trigo y el ganado, mientras la paz del sur,
mientras la civilización cristiana.

Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos,
ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estar
y preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe,
pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es una sola
línea roja ante la noche, cuando en cada encrucijada
hay múltiples opciones engañosas y ni siquiera una
esfinge para hacerte las preguntas rituales.

¿Habrá llegado al sur?
¿La alcanzarás un día?
Nosotros, ¿llegaremos?

(Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, una lista de desaparecidos, un viento en el tejado - )

¿Llegaremos un día?

Ella partió en su bicicleta, la viste a la distancia,
no volvió la cabeza, no se apartó del rumbo. Acaso entró
en el sur, lo vio sucio y golpeado en cuarteles y calles
pero sur, esperanza de sur,

sur esperanza. ¿Estará sola ahora, estará hablando
con gente como ella, mirarán a lo lejos por si otras
bicicletas apuntaran filosas?

( - un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek - )

¿Llegaremos un día?”

Julio Cortázar (1914–1984) escritor argentino
Haruki Murakami Foto
Vasili Grossman Foto

“El bien no está en la naturaleza, tampoco en los sermones de los maestros religiosos ni de los profetas, no está en las doctrinas de los grandes sociólogos y líderes populares, no está en la ética de los filósofos. Son las personas corrientes las que llevan en sus corazones el amor por todo cuanto vive; aman y cuidan de la vida de modo natural y espontáneo. Al final del día prefieren el calor del hogar a encender hogueras en las plazas.
Así, además de ese bien grande y amenazador, existe también la bondad cotidiana de los hombres. Es la bondad de una viejecita que lleva un mendrugo de pan a un prisionero, la bondad del soldado que da de beber de su cantimplora al enemigo herido, la bondad de los jóvenes que se apiadan de los ancianos, la bondad del campesino que oculta en el pajar a un viejo judío. Es la bondad del guardia de una prisión que, poniendo en peligro su propia libertad, entrega las cartas de prisioneros y reclusos, con cuyas ideas no congenia, a sus madres y mujeres.
Es la bondad particular de un individuo hacia, otro, es una bondad sin testigos, pequeña, sin ideología. Podríamos denominarla bondad sin sentido. La bondad de los nombres al margen del bien religioso y social.
Pero si nos detenemos a pensarlo, nos damos cuenta de que esa bondad sin sentido, particular, casual, es eterna. Se extiende a todo lo vivo, incluso a un ratón O a una rama quebrada que el transeúnte, parándose un instante, endereza para que cicatrice y se cure rápido.
En estos tiempos terribles en que la locura reina en nombre de la gloria de los Estados, las naciones y el bien universa I, en esta época en que los hombres ya no parecen hombres y sólo se agitan como las ramas en los árboles, como piedras que arrastran a otras piedras en una avalancha que llena los barrancos y las fosas, en esta época de horror y demencia, la bondad sin sentido, compasiva, esparcida en la vida como una partícula de radio, no ha desaparecido.

Vida y Destino (Galaxia Gutenberg)”

Vasili Grossman (1905–1964) escritor ruso
Cecelia Ahern Foto

“Lewis, describe lo que se siente al seguir a Dios cuando se mira severa y profundamente hacia adentro. Eustaquio, un muchacho, se convierte en un enorme y horrible dragón como consecuencia de ser egoísta, testarudo e incrédulo. Quiere cambiar y volver a ser un muchacho, pero no puede hacerlo por sí mismo. Llegado el momento, el gran león Aslan (que representa a Jesús) se le aparece y lo conduce a un maravilloso manantial para que se bañe. Pero como es un dragón, no puede entrar al manantial. Aslan le dice que se desvista. Eustaquio recuerda que se puede despojar de la piel como una serpiente. Se quita una capa, la deja caer al suelo y se siente mejor. Entonces, mientras se mueve hacia el estanque, se da cuenta que todavía tiene otra capa dura, áspera y escamosa encima. Frustrado, adolorido y ansioso de llegar a ese bello baño, se pregunta a sí mismo: «¿De cuánta piel debo despojarme?» Después de tres capas, se rinde, dándose cuenta que no puede hacerlo. Aslan dice entonces: «Tendrás que dejar que te desnude». A lo que Eustaquio replica: Tenía miedo de sus garras, te puedo decir, pero ya estaba poco menos que desesperado. De manera que me dejé caer de espalda y dejé que él lo hiciera. La primera desgarradura que hizo fue tan profunda que pensé me había llegado directamente al corazón. Y cuando comenzó a tirar de la piel, dolió más que cualquier cosa que antes hubiera sentido … Despellejó las cosas bestiales —tal como pensé que lo había hecho yo mismo las otras tres veces; únicamente que no habían dolido— y ahí yacían sobre la yerba; solo que eran mucho más gruesas y oscuras, y de aspecto más espinoso de lo que habían sido las otras. Y allí estaba yo tan terso y suave … Entonces él me sujetó … y me tiró al agua. Esto provocó un escozor sin igual pero solo por un momento. Después de eso se hizo perfectamente deliciosa y tan pronto comencé a nadar y chapotear descubrí que todo el dolor de mi brazo había desaparecido. Me convertí en un muchacho de nuevo … Al ratito el león me sacó y me vistió … con sus garras … en estas ropas nuevas que llevo puestas. [énfasis añadido]4 C. S. Lewis lo describe bien: Cuando se va en esta dirección radicalmente nueva se siente como si las garras de Dios fueran tan dentro de nosotros que nos cercenan el corazón.”

Una iglesia emocionalmente sana: Una estrategia para el discipulado que de veras cambia vidas

Almudena Grandes Foto

“Sacudí los hombros hacia atrás, me erguí todo lo que pude, levanté la cabeza y dejé caer la mano izquierda sobre mi falda blanca, esparcida sobre el suelo. Trataba de adoptar una actitud sumisa y digna a la vez, mirando a Ely a los ojos, con el sexo de Pablo en la mano, los fantasmas se habían disipado, estaba segura de que nunca le habían gustado los hombres, le gustaba yo, mírame, es mío, hace lo que yo quiero, y yo le quiero, le hablaba en silencio pero él se negaba a mirarme, Pablo había desaparecido, ocurría a veces, nunca desaparecía completamente; una sola palabra suya habría bastado para trastocarlo todo, pero desaparecía, y yo seguía mirando a Ely y se lo repetía en silencio, mírame, hace lo que yo quiero, y sabía que no era exactamente así, aquello no era verdad, pero la verdad también desaparecía, y yo seguía pensando lo mismo, y era agradable, me sentía alguien, segura, en momentos como ése, era curioso, tomaba conciencia de mi auténtica relación con él cuando había alguien más delante, entonces él siempre me distinguía, y yo comprendía que estaba enamorado de mí, y lo encontraba justo, lógico, algo que casi nunca ocurría cuando estábamos solos, aunque él se comportara igual, porque yo recelaba siempre, le seguía encontrando demasiado hermoso, demasiado grande y sabio, demasiado para mí.
Le amaba demasiado. Siempre le he amado demasiado, supongo.”

Las edades de Lulú

Miles Davis Foto
Manu Chao Foto
Fidel Castro Foto

“Cuando haya desaparecido la filosofía de la explotación, la filosofía de la rapiña, con el sistema de clases que la engendró, desaparecerán definitivamente las guerras y las causas que han originado las guerras y los inmensos sufrimientos que han impuesto a la humanidad.”

Fidel Castro (1926–2016) Ex Presidente de Cuba y Ex Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba

Discurso en la Universidad Carolinum de Praga, con motivo de concedérsele el título de Doctor Honoris Causa, 22/6/1972 http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1972/esp/f220672e.html.

Luciano De Crescenzo Foto
Madison Grant Foto

“La vanagloria del indio moderno, que es de la misma raza que su gobernante inglés, carece por completo de fundamento y el pequeñ oscuro nativo vive en medio de los monumentos de una grandeza desaparecida, profesando la religión y hablando la lengua de sus largamente olvidados conquistadores nórdicos, sin la menor pretensión de parentesco de sangre.”

Madison Grant (1865–1937)

Original: «The boast of the modern Indian that he is of the same race as his English ruler, is entirely without basis in fact, and the little dark native lives amid the monuments of a departed grandeur, professing the religion and speaking the tongue of his long forgotten Nordic conquerors, without the slightest claim to blood kinship.»
Fuente: Grant, Madison. The passing of teh great race or teh racial basis of european history. Publicado en 1916. p. 64.