Frases sobre educación
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“Relato recibido de Rhonda y Bob Baines De: Rhonda y Bob Baines Para: T. Harv Eker Asunto: ¡Nos sentimos libres! Fuimos al Mente Millonaria Intensivo sin saber realmente lo que podíamos esperar. Quedamos muy impresionados con los resultados. Antes de asistir al seminario estábamos teniendo muchos problemas de dinero. Parecía que nunca progresábamos. Continuamente estábamos endeudados y no sabíamos por qué. Liquidábamos los gastos de nuestras tarjetas de crédito (por lo general, con el dinero de una bonificación grande obtenida en el trabajo) sólo para volver a endeudarnos al cabo de seis meses. No importaba cuánto dinero ganásemos. Estábamos muy frustrados y discutíamos mucho. Entonces asistimos al Mente Millonaria. Mientras te escuchábamos, mi marido y yo no dejábamos de apretarnos mutuamente la pierna y de sonreír y mirarnos. Oímos una gran cantidad de información que nos hacía decir: «No me extraña», «Ah, es por eso», «Ahora todo tiene sentido». Estábamos muy emocionados. Aprendimos lo distinto que pensamos él y yo en lo referente al dinero; él gastaba y yo ahorraba: ¡qué horrible combinación! Después de oír la información, dejamos de culparnos uno al otro, empezamos a comprendernos mutuamente y, a la larga, comenzamos a apreciarnos y amarnos más. Ha pasado casi un año y seguimos sin discutir por el dinero: sólo hablamos de lo que aprendimos. Ya no estamos endeudados; de hecho, tenemos dinero ahorrado, por primera vez en dieciséis años: ¡sí! Ahora no sólo tenemos dinero para nuestro futuro, sino que también tenemos el suficiente para nuestros gastos normales de cada día, para juegos, educación, ahorros a largo plazo para una casa, e incluso para compartir y dar. Es una sensación maravillosa saber que podemos emplear dinero en esas áreas y no sentirnos culpables por haberlo destinado y dedicado a esos fines. Nos sentimos libres. Muchas gracias, Harv.”

T. Harv Eker (1954) escritor estadounidense

SECRETOS DE LA MENTE MILLONARIA

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“¿Qué tenían en común todos esos individuos? «No se distinguían por ningún rango u oficio.» Desempeñaban las más variadas ocupaciones. No eran partidarios fanáticos del régimen. Era la gente que, cuando me sentía perdido y desesperado, hacía que volviera a recuperar la fe en la Unión Soviética. Creaban a su alrededor pequeñas islas de orden y dignidad en medio de un océano de caos y absurdidad. Fuera cual fuese el ámbito en el que trabajaban, su influencia se transmitía a su entorno. Y es el conjunto de esas islas humanas, diseminadas por todo el Imperio soviético, lo que mantiene la coherencia de su estructura e impide que se desintegre.    Esos hombres, sean o no comunistas, son «patriotas soviéticos» en el sentido con que esa palabra se usó al principio en la Revolución francesa. No son ni héroes ni santos, y todas sus virtudes cívicas van siempre en contra del régimen al que sirven. Están motivados por un grave sentido de responsabilidad en un país donde todo el mundo teme y elude la responsabilidad; tienen iniciativa y criterio independiente donde la obediencia ciega es la norma; son leales y entregados a sus semejantes en un mundo donde se espera lealtad solo hacia los superiores y entrega solo al Estado. Tienen honor personal y una dignidad de comportamiento inconsciente donde estas palabras son objeto de escarnio.    Aunque hay miles de ellos, constituyen una pequeña minoría, y son siempre las primeras víctimas de cada nueva purga. Aun así, no desaparecen. Los que conocí en Rusia tenían en su mayoría treinta y poco años, y pertenecían a la generación posrevolucionaria. Actualmente vuelvo a encontrar el mismo tipo de personas entre los emigrados rusos de la posguerra, que pertenecen a una generación posterior. Esos hombres rectos, entregados, enérgicos y audaces fueron y son la columna vertebral de un régimen que niega todos los valores que representan. Como comunista, daba su existencia por sentado, ya que creía que eran el producto de la educación revolucionaria, ese «nuevo tipo de hombre» cuyo advenimiento había predicho Marx. Hoy día me doy cuenta de que su existencia es prácticamente un milagro, de que han llegado a ser lo que son no a causa de, sino a pesar de su educación: un triunfo de la indestructible sustancia humana sobre el entorno deshumanizador.”

Arthur Koestler (1905–1983) novelista, ensayista, historiador, periodista, activista político y filósofo social húngaro
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“En 1794 el escritor saboyano, aunque ruso de adopción, Xavier de Maistre escribió un delicioso relato, Viaje alrededor de mi habitación, en el que se describe de modo autobiográfico la vida de un oficial que, obligado por una convalecencia a permanecer 42 días encerrado en su cuarto, viaja con su imaginación por un territorio riquísimo en referencias y en pensamientos. El protagonista del texto es un verdadero cosmopolita, un ciudadano del mundo en el sentido literal, a pesar de que está recluido entre cuatro paredes. Me acuerdo con frecuencia del libro de Xavier de Maistre cuando escucho los balances que muchos hacen de sus travesías del mapamundi en viajes organizados, y en los que se plantea una situación inversa a la del argumento literario de aquél: recorren vastos espacios pero su imaginación —o su falta de imaginación— los atrapa en un territorio pobrísimo, tanto en referencias como en pensamientos. Consumen grandes cantidades de kilómetros aunque, como viajeros, atesoran una escasa experiencia de sus viajes. Son, por así decirlo, la vanguardia de los provincianos globales y, en ningún caso, al contrario del oficial convaleciente de Xavier de Maistre, son cosmopolitas ni aspiran a serlo.

El provinciano global es una figura representativa de una época, la nuestra, que empuja al cosmopolita hacia una suerte de clandestinidad. El cosmopolita, personaje en extinción, o quizá provisionalmente retirado a las catacumbas del espíritu, es alguien que desea habitar la complejidad del mundo. Es un amante de la diferencia, ansioso siempre de explorar lo múltiple y lo desconocido para volver a casa, si es que vuelve, con el bagaje de los sucesivos saberes que ha adquirido. El cosmopolita, al no soportar la excesiva claustrofobia de la identidad propia, busca en el espacio absorto de lo ajeno aquello que pueda enriquecer su origen y sus raíces. El hijo pródigo de la parábola bíblica encarna a la perfección ese anhelo: el conocimiento de los otros es finalmente el conocimiento de uno mismo. El cosmopolita quiere saber.

El provinciano global quiere acumular mientras, simultáneamente, elimina o aplana las diferencias. Hay muchos signos en nuestro tiempo que señalan en esa dirección, sin que se adivine cómo el que todavía posee la vieja alma del cosmopolita pueda oponerse. Por su espectacularidad y por su carácter reciente el turismo de masas es, sin duda, uno de esos signos. Cada vez se elevan más voces proclamando el carácter pandémico de un fenómeno que, paradójicamente, en sus inicios se consideró liberador porque el igualitarismo del viaje parecía la continuación lógica de la creencia ilustrada en el igualitarismo de la educación. Sin embargo, cualquiera que se pasee por las antiguas ciudades europeas o, con otra perspectiva, por las zonas aún consideradas exóticas del planeta, puede percibir con facilidad el alcance de una plaga que está solo en sus comienzos. Los centros históricos de las urbes ya son casi todos idénticos, como idénticos son los resorts en los que se albergan los huéspedes de los cinco continentes. La diferencia ha sido aplastada, dando lugar al horizonte por el que se mueve con comodidad el provinciano global.”

Rafael Argullol (1949) Escritor
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“Creo que en todo individuo hay cierta tendencia a un determinado mal, a un defecto innato, que ni siquiera la mejor educación puede vencer.”

Orgullo y prejuicio
Variante: Creo que en todo individuo hay cierta tendencia a un determinado mal, a un defecto innato, que ni siquiera la mejor educación puede vencer. Mr. Darcy

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“«Una buena educación depende de una buena enseñanza».”

Ken Robinson (1950) Escritor Inglés

El elemento: Prologado por Eduardo Punset

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“Una de las peores pruebas de la decadencia de Alemania, ya antes de la guerra, era la casi total indiferencia general que se notaba con respecto a todo. Esa situación mental es siempre la consecuencia de la incertidumbre sobre las cosas. De ésta y de otras causas surge la pusilanimidad, como consecuencia fatal. El sistema de educación contribuía a agravar esa situación. La educación alemana de la anteguerra adolecía de muchos defectos. Tenía una orientación particularista, concentrada en el aprendizaje puramente "teórico", dándole una importancia menor a la "práctica". Aun menos valor se le adjudicaba a la formación del carácter del individuo y mucho menos todavía a la tarea de fomentar el sentimiento de la satisfacción en la responsabilidad; finalmente, era nula la importancia dada a la educación de la voluntad y del espíritu de decisión. Los frutos de ese sistema educacional no producían realmente mentalidades fuertes, sino más bien dóciles "eruditos", como por lo general se nos consideraba a los alemanes antes de la guerra, juzgándosenos según ese criterio. Al alemán se le quería porque era un elemento utilizable, en cambio, se le respetaba poco, debido justamente a que no poseía la suficiente entereza de carácter. No sin razón perdió, pues, el alemán más fácilmente que cualquier súbdito de otros pueblos su nacionalidad y su patria.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Mi Lucha

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“Aunque se lamentaba de tener que cumplir sus compromisos sociales y se declaraba amante de la soledad, a Poirot le gustaban muchísimo todas estas cosas. el que le bailaran el agua y le trataran como el centro de la reunión le venía de perilla.
En algunas ocasiones llegaba a ronronear como un gato. Le he visto recibir tranquilamente los cumplidos más desorbitados como si se tratara de un homenaje merecido, y proferir con el peor gusto frases tan engreídas que me resisto a ponerlas por escrito.
Algunas veces discutía conmigo sobre este tema.
-Pero, amigo mío, yo no soy anglosajón. ¿Por qué motivo he de hacerme el hipócrita? Sí, sí, eso es lo que hacen todos ustedes. El aviador que ha realizado un vuelo difícil, el campeón de tenis, bajan los ojos y farfullan de un modo ininteligible que "no tiene importancia". ¿Lo creen ellos así? En absoluto. Admitirían la hazaña si la hubiera realizado otro. Por lo tanto, lógicamente tienen que admirarla habiéndola realizado ellos. Pero su educación les impide reconocerlo. Yo no soy así. Las cualidades que yo poseo las respetaría en otro. Se da la circunstancia de que en mi terreno no hay nada que me iguale. C'est dommage! Por lo tanto, reconozco abiertamente y sin hipocresía que soy un gran hombre. Poseo las virtudes del orden, el método y la psicología en un grado extraordinario. Soy, en una palabra, Hércules Poirot. ¿Por qué motivo tengo que ponerme colorado, y tartamudear y farfullar entre dientes diciendo que soy muy tonto? No sería cierto.”

Agatha Christie (1890–1976) escritora inglesa

The Regatta Mystery and Other Stories

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“Entonces el derecho a la educación no sirve, Pati”

Luis Pescetti (1958) músico y escritor argentino

Bituín, bituín Natacha

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“¿a quién debe ser dirigida la propaganda, a los intelectuales o a la masa menos culta? ¡La propaganda siempre deberá dirigirse a la masa! Para los intelectuales, o para aquellos que hoy, lamentablemente, así se consideran, no se debe hablar de propaganda y sí de instrucción científica. Semejantes son las condiciones con las que hoy designamos la palabra propaganda. El fin de la propaganda no es la educación científica de cada cual, y sí llamar la atención de la masa sobre determinados hechos, necesidades, etcétera, cuya importancia sólo de esta forma entra en el círculo visual de la masa. El arte está exclusivamente en hacer esto de una manera tan perfecta que provoque la convicción de la realidad de un hecho, de la necesidad de un procedimiento, y de la justicia de algo necesario. La propaganda no es y no puede ser una necesidad en sí misma, ni una finalidad. De la misma manera como en el supuesto del cartel, su misión es la de llamar la atención de la masa y no enseñar a los cultos o a aquellos que procuran cultivar su espíritu; su acción debe estar cada vez más dirigida al sentimiento y sólo muy condicionalmente a la llamada razón. Toda acción de propaganda tiene que ser necesariamente popular y adaptar su nivel intelectual a la capacidad receptiva del más limitado de aquellos a los cuales está destinada. De ahí que su grado netamente intelectual deberá regularse tanto más hacia abajo, y cuanto más grande sea el conjunto de la masa humana que ha de abarcarse. Mas, cuando se trata de atraer hacia el radio de influencia de la propaganda a toda una Nación, como exigen las circunstancias en el caso del sostenimiento de una guerra, nunca se podrá ser lo suficientemente prudente en lo que concierne a cuidar que las formas intelectuales de la propaganda sean simples en lo posible. Cuanto más modesta sea su carga científica y cuanto más tenga en consideración el sentimiento de la masa, tanto mayor será su éxito. Esto, sin embargo, es la mejor prueba de lo acertado o erróneo de una propaganda, y no la satisfacción de las exigencias de algunos sabios o jóvenes estetas. El arte de la propaganda reside justamente en la comprensión de la mentalidad y de los sentimientos de la gran masa. Ella encuentra, por la forma psicológicamente adecuada, el camino para la atención y para el corazón del pueblo. Que nuestros sabios no comprendan esto, la causa reside en su pereza mental o en su orgullo. Comprendiéndose la necesidad de la conquista de la gran masa, por medio de la propaganda, se saca la siguiente conclusión: es errado querer dar a la propaganda la variedad, por ejemplo, de la enseñanza científica. La capacidad receptiva de la gran masa es sumamente limitada y no menos pequeña su facultad de comprensión; en cambio, es enorme su falta de memoria. Teniendo en cuenta estos antecedentes, toda propaganda eficaz debe concretarse sólo a muy pocos puntos y saberlos explotar como apotegmas hasta que el último hijo del pueblo pueda formarse una idea de aquello que se persigue. En el momento en que la propaganda sacrifique ese principio o quiera hacerse múltiple, quedará debilitada su eficacia por la sencilla razón de que la masa no es capaz de retener ni asimilar todo lo que se le ofrece. Y con esto sufre detrimento el resultado, para acabar a la larga por ser completamente nulo. Cuanto más importante sea el objetivo a alcanzar, tanto más cierta, psicológicamente, debe ser la táctica a emplear.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Mi Lucha

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“Creo que la sobrevalorización de lo intelectual en nuestra educación, dirigida hacia la eficiencia y la practicidad, ha perjudicado los valores éticos.”

Albert Einstein (1879–1955) físico germano-estadounidense, creador de la teoría de la relatividad

The World As I See It

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“«Ahora me doy cuenta de que el verdadero encanto de la vida intelectual —la vida consagrada a la erudición, a las investigaciones científicas, a la filosofía, a la estética, a la crítica— es su facilidad. Es la sustitución de las complejidades de la realidad por simples esquemas intelectuales, o de los desconcertantes movimientos de la vida por la muerte formal y tranquila. Es incomparablemente más fácil saber muchas cosas, por ejemplo, acerca de la historia del arte y tener ideas profundas acerca de la metafísica y de la sociología, que saber intuitiva y personalmente algo acerca de nuestros semejantes, y llevar relaciones satisfactorias con nuestros amigos y nuestras amantes, nuestra mujer y nuestros hijos. Vivir es mucho más difícil que el sánscrito, la química o la economía política. La vida intelectual es un juego de niños; lo cual explica el que los intelectuales tiendan a convertirse en niños, y luego en imbéciles, y finalmente, como claramente de muestra la historia política e industrial de los últimos siglos, en lunáticos homicidas y bestias salvajes. Las funciones reprimidas no mueren; se deterioran, degeneran, retrogradan al estado primitivo. Pero, entretanto, es mucho más fácil ser un niño intelectual, o un lunático, o una bestia, que un hombre adulto y armonioso. He ahí por qué, entre otras razones, existe tanta demanda de educación superior. Las gentes se abalanzan hacia los libros y las universidades como hacia los cafés. Quieren ahogar su conciencia de las dificultades que presenta el vivir adecuadamente en este grotesco mundo contemporáneo: quieren olvidar su deplorable insuficiencia en el arte de la vida. Algunos ahogan sus penas en alcohol, mientras que otros, todavía más numerosos, las ahogan en los libros y en el diletantismo artístico; algunos tratan de olvidarse a sí mismos por medio de la fornicación, el baile, el cinematógrafo, la radiotelefonía; otros, por medio de conferencias y ocupaciones científicas. Los libros y las conferencias son mejores para ahogar las penas que la bebida y la fornicación: no dejan dolor de cabeza, ni aquella desesperante sensación del post coitum triste.»”

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“Todo niño, al nacer, es el hombre universal. Pero, a medida que crece, lo convertimos en un hombre mezquino (por casta, credo, religión y raza). La función de la educación debería ser convertirlo en el hombre universal original.”

Kuvempu (1904–1994) poeta indio

Fuente: " 'Vishwamanava Express', and story behind the name", Deccan Herald (27 de mayo de 2017) https://www.deccanherald.com/content/613839/vishwamanava-express-story-behind-name.html

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“Las mujeres logran un mayor impacto con el dinero. Gastan el dinero en los hijos, en avanzar hacia delante. Los hombres quieren disfrutarlo en el momento. Por eso se lo gastan en juego, prostitución, bebida... Las mujeres ponen el dinero en la educación de los hijos.”

Muhammad Yunus (1940) economista y banquero bengalí. Premio Nobel de la Paz

Fuente: Jiménez, David. «Mohamed Yunus: 'Con el dinero empleado en las guerras habríamos acabado con la pobreza'.» http://www.elmundo.es/elmundo/2007/01/20/solidaridad/1169259617.html?a=9226ef1866a7f79b7121e16dc29be1b4&t=1169402936 El Mundo.

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“La educación no es cosa de un día ni de dos… He conocido familias mal educadas hasta la quinta generación. Es la enfermedad más hereditaria.”

Jacinto Benavente (1866–1954) literato español

La
Fuente: Abdicación.
Fuente: Abdicación: Divorcio de almas. Adoración; tres comedias. Ed. Aguilar, 1950. Página 86.

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“La única educación que realmente tuve alguna vez fue averiguar cosas sobre el blues. Quiero decir, yo quería saberlo todo.”

Eric Clapton (1945) guitarrista, cantante y compositor de rock y blues

Original en inglés: «The only education I ever really had was finding out about the blues. I mean, I wanted to know everything».
Fuente: Kitts, Jeff y Brad Tolinski Guitar World Presents the 100 Greatest Guitarists of All Time!: From the Pages of Guitar World Magazine, pp. 16, 36. Hal Leonard Corporation, 2002. https://books.google.es/books?id=Fg838EcECUwC&pg=PT41&dq=%22Freddie+King%22+clapton&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwj76bSunp3hAhWszoUKHR39ANcQ6AEIMDAB#v=onepage&q=%22Freddie%20King%22%20clapton&f=false En Google Books. Consultado el 25 de marzo de 2019.

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“Sólo hay una cosa que puede matar a las películas, y eso es la educación.”

Will Rogers (1879–1935) actor estadounidense

Fuente: The Autobiography of Will Rogers (1949)

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“Nuestra mayor defensa contra la ignorancia científica es la educación, y al comienzo de la vida de cada científico, el primer interés del niño fue provocado por un profesor.”

Peter Agre (1949) quimico, profesor y biólogo molecular

Original: «Our single greatest defense against scientific ignorance is education, and early in the life of every scientist, the child's first interest was sparked by a teacher».
Fuente: Discurso en el Banquete del Premio Nobel, 10 de diciembre de 2003. https://www.nobelprize.org/prizes/chemistry/2003/agre/25850-peter-agre-banquet-speech-2003/

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“Confucio fue el primer gran maestro en la historia de China. Fue el primero en instruir a la gente común, abriendo una nueva trayectoria para la divulgación del conocimiento. Esto tuvo un gran significado para la historia de la educación.”

Mencio (-372–-289 a.C.) filósofo chino

Fuente: [Raode], Cao y Cao [Xiaomei]. La Historia de Mencio, p. 26. LD Books, 2006. https://books.google.es/books?id=0z-HYiW52P8C&printsec=frontcover&dq=mencio&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwix5OTwgqXiAhWHlRQKHbOpAPoQ6AEIKTAA#v=onepage&q=dichos&f=false En Google Books. Consultado el 18 de mayo de 2019.

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“Seamos globalizados para compararnos a los mejores… para aspirar a lo más alto: un sistema de educación superior que pueda estar entre los mejores del mundo.”

Rafael Correa (1963) Presidente de Ecuador

Fuente: " La Nación, La revolución educativa de Correa. http://www.lanacion.com.ar/1682829-la-revolucion-educativa-de-correa"

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“El Partido socialista no es un partido reformista (…) cuando ha habido necesidad de romper con la legalidad, sin ningún reparo y sin escrúpulo. El temperamento, la ideología, y la educación de nuestro partido no son para ir al reformismo.”

Francisco Largo Caballero (1869–1946) político y sindicalista español, presidente del Consejo de Ministros

Durante su discurso en el XIII Congreso del PSOE, celebrado en 1932, siendo Ministro de Trabajo.

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“Nada en la educación es tan sorprendente como la cantidad de ignorancia que acumula en forma de hechos inertes.”

Henry Adams (1838–1918)

Original: «Nothing in education is so astonishing as the amount of ignorance it accumulates in the form of inert facts».

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“Tomen la educación y la cultura, y el resto se dará por añadidura.”

Antonio Gramsci (1891–1937) escritor, político, sociólogo y lingüista italiano

Fuente: Citado en Moradiellos, Enrique; Royo, Alberto. La sociedad gaseosa. Editorial Plataforma, 2017. ISBN 9788417002091.

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“Que nadie se equivoque: esta Presidenta se va a jugar por la educación. Creo que esta es la oportunidad de que jóvenes, profesores y apoderados, tengamos conciencia que hay que mejorar.”

Michelle Bachelet (1951) 34.º Presidenta de Chile

29 de mayo de 2006, en relación a las protestas de la llamada “revolución pingüina”.
Fuente http://www.terra.cl/vidayestilo/especiales/2010/michellebachelet/