
Según cita en "Scientists & Their Gods" en U.S. News & World Report Vol. 111 (1991)
Atribuídas
Según cita en "Scientists & Their Gods" en U.S. News & World Report Vol. 111 (1991)
Atribuídas
“La caída de un hombre está en relación con la altura a la que ha llegado.”
“Si ves a una señora con una teta al aire es que se le ha caído el bebé.”
“No quiero lágrimas ni flores, hoy me despido: el 20-N me inmolo en el Valle de los Caídos.”
Fuente: «Hidden track» http://www.hhgroups.com/letra-5731/Los-Chikos-del-Maiz-Hidden-track/ en Pasión De Talibanes (Los Chikos del Maíz).
Fuente: De la paganización.
Fuente: [Zambrano] (2007), p. 136. https://books.google.es/books?hl=es&id=J_swDwAAQBAJ&q=decadencia#v=snippet&q=decadencia&f=false En Google Books. Consultado el 22 de noviembre de 2019.
“Charly, ¿cómo sabías que ibas a sobrevivir a la caida de un noveno piso?”
Fuente: Fragmento de carta de Justo José de Urquiza a un tucumano 18 años después de Caseros, de fecha 3 de marzo de 1870 y publicada a fs. 326, tomo 3, de la Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas de Antonio Zinny, ed. 192º - cita de Raúl Rivanera Carlés, Rosas Pág. 132
Fuente: Clarín. http://www.clarin.com/diario/2007/08/12/elpais/p-01601.htm
“Habría que fundir al señor Rocca, pero no lo vamos a hacer. Su plan es la caída del salario.”
En referencia a Paolo Rocca, presidente de Techint.
Fuente: Tras la pelea, Kiciloff visitó una planta de Techint http://www.lanacion.com.ar/1507596-tras-la-pelea-kicillof-visito-una-planta-de-techint Diario La Nación, 12 de septiembre de 2012. Consultado el 20 de octubre de 2012.
sin fuentes] ¿People Magazine?
Fuente: El Señorío de Vizcaya, histórico y foral; Barcelona, 1885, pág III.
“Yo hallé siempre más bella la majestad caída que sentada en el trono.”
Fuente: Sonata de invierno.
“El hombre que se levanta no es menos grande que el que no ha caído.”
Fuente: Cartas a los delincuentes.
Fuente: Arenal Ponte, Concepción. Cartas a los delincuentes (Anotado). Volumen 3 de Obras completas. Editorial eBookClasic, 2016. https://books.google.es/books?id=wjk9DwAAQBAJ&pg=PT37&dq=El+hombre+que+se+levanta+es+a%C3%BAn+m%C3%A1s+grande+que+el+que+no+ha+ca%C3%ADdo&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjztPnw3affAhV6WxUIHf_bDgYQ6AEIPzAE#v=onepage&q=El%20hombre%20que%20se%20levanta%20es%20a%C3%BAn%20m%C3%A1s%20grande%20que%20el%20que%20no%20ha%20ca%C3%ADdo&f=false En Google Books.
“Las mujeres son como los niños; sólo lloran por sus caídas, cuando las ven.”
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“A la caída del Imperio romano de Occidente, la Iglesia lo sustituyó.”
Rayuela
Variante: Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad.
Sleepless at Midnight
Cómo predicar de Cristo usando toda la Biblia
“Constancio C. Vigil: “Desdichado del hombre que finca su fortuna en la caída de un árbol”.”
Adiós a los padres
Thinking the Twentieth Century
Sabiduría emocional: Un reencuentro con las fuentes naturales del bienestar y la salud emocional (Biblioteca Walter Riso)
Memoirs of a Dutiful Daughter
Variante: A menudo me he interrogado sobre la razón y el sentido de mis rabietas.
Creo que se explican en parte por una vitalidad fogosa y por un extremismo
al cual nunca he renunciado del todo. Llevaba mis repugnancias hasta el
vómito, mis deseos hasta la obsesión; un abismo separaba las cosas que me
gustaban de las que no me gustaban. No podía aceptar con indiferencia la
caída que me precipitaba de la plenitud al vacío, de la beatitud al horror;
si la consideraba fatal, me resignaba; nunca me enojé contra un objeto.
Pero me negaba a ceder a esa fuerza impalpable: las palabras; lo que me
sublevaba es que una frase lanzada al descuido: "Debes hacerlo... no debes
hacerlo", arruinara en un instante mis empresas y mis alegrías. Lo
arbitrario de las órdenes y de las prohibiciones contra las que chocaba
denunciaba su inconsistencia; ayer pelé un durazno: ¿por qué no esa
ciruela?, ¿por qué dejar mis juegos justo en este minuto? En todas partes
encontraba obligaciones, en ninguna parte su necesidad. En el corazón de la
ley que me abrumaba con el implacable rigor de las piedras, yo entreveía
una ausencia vertiginosa: me sumergía en ese abismo, la boca desgarrada por
gritos. Aferrándome al suelo, pataleando, oponía mi peso de carne al aéreo
poder que me tiranizaba; lo obligaba a materializarse; me encerraban en un
cuarto oscuro entre escobas y plumeros; entonces podía golpear con los pies
y las manos en muros verdaderos, en vez de debatirme contra inasibles
voluntades. Yo sabía que esa lucha era vana; desde el momento en que mamá
me había sacado de las manos la ciruela sangrienta, en que Louise había
guardado en su bolsa mi pala y mis moldes, yo estaba vencida; pero no me
rendía. Cumplía el trabajo de la derrota. Mis sobresaltos, las lágrimas que
me cegaban, quebraban el tiempo, borraban el espacio, abolían a la vez el
objeto de mi deseo y los obstáculos que me separaban de él. Me hundía en la
noche de la impotencia; ya nada quedaba salvo mi presencia desnuda y ella
explotaba en largos aullidos.
“Algo arrojado a un rincón, trapo caído en un camino, mi ser innoble finge ante la vida.”
Libro del desasosiego
Los renglones torcidos de Dios
Caballo de Fuego: Congo
Variante: Arrête, Matilde -le pidió-. Arrête, s'il te plaît. Me rindo -susurró en francés, con los brazos alzados y la cabeza caída. Su mano se abrió y las fotografías se regaron en torno a él.
Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mí...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mí, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.
Entering the Path of Enlightenment: The Bodhicaryavatra of the Buddhist Poet Santideva
Indias blancas: La vuelta del ranquel
“Es más fácil levantar la caída que no dejarla caer. Déjala caer y la levantarás.”
Voces (1943)