Frases sobre calma

Una colección de frases y citas sobre el tema del calma, ser, vida, alma.

Frases sobre calma

Alejandra Pizarnik Foto
Paulo Coelho Foto
Tego Calderón Foto
José Martí Foto

“Ver con calma un crimen es cometerlo.”

José Martí (1853–1895) escritor y político cubano, precursor de la independencia de su país

Sin fuentes

Alfonsina Storni Foto
Alejandra Pizarnik Foto
William Shakespeare Foto

“Allí donde el agua alcanza su mayor profundidad, se mantiene más en calma.”

William Shakespeare (1564–1616) escritor inglés

Sin fuentes

Marguerite Yourcenar Foto
Mary Shelley Foto
Marianne Williamson Foto

“El mal, débil, me agita; fuerte, me calma.”

Antonio Porchia (1885–1968)

Voces (1943)

Esta traducción está esperando su revisión. ¿Es correcto?
Joseph Goebbels Foto
Giacomo Casanova Foto
Stanley Kubrick Foto
Pedro Antonio de Alarcón Foto
Isabel Allende Foto
Octavio Paz Foto
Yehuda Berg Foto

“Las mareas calmas no crean marineros hábiles.”

Yehuda Berg (1972) escritor estadounidense

El poder de la Kabbalah. 13 principios para superar los desafíos y alcanzar la realización

Andre Agassi Foto
William Shakespeare Foto
Papa Francisco Foto
William Gibson Foto
Émile Armand Foto
Alejandro Sanz Foto

“Después de la tormenta siempre viene la calma, pero sé que después de ti… después de ti no hay nada”

Alejandro Sanz (1968) cantautor y músico español

Corazón partío)
Variante: Después de la tormenta siempre llega la calma, pero sé que después de ti, después de ti no hay nada.

Joaquín Sabina Foto
Mary Shelley Foto
Edgar Oceransky Foto
Buda Gautama Foto
Jean Jacques Rousseau Foto
Suzanne Collins Foto
Mary Shelley Foto
Karin Slaughter Foto
Victor Hugo Foto

“«Venían del muelle Morland, sin corbatas, sin sombreros, sofocados, mojados por la lluvia, con los ojos brillantes. Gavroche les abordó con calma.
- ¿Adónde vamos? - preguntó.
- Ven - contestó Courfeyrac.
Detrás de Feuilly marchaba, o más bien saltada Bahorel, como un pez en el agua del motín. Llevaba un chaleco carmesí y profería palabras de esas que lo rompen todo. Su chaleco impresionó a un transeúnte, que gritó asustado:
- ¡Aquí están los rojos!
- ¡El rojo, los rojos! - replicó Bahorel -. ¡Vaya un temor gracioso, burgués! Por lo que a mí respecta, no tiemblo ante una amapola, la caperucita roja no me inspira pavor alguno. Créame, burgués, dejemos el miedo al rojo para los animales con cuernos.»”

Les Misérables
Variante: Venían del muelle Morland, sin corbatas, sin sombreros, sofocados, mojados por la lluvia, con los ojos brillantes. Gavroche les abordó con calma.
- ¿Adónde vamos? - preguntó.
- Ven - contestó Courfeyrac.
Detrás de Feuilly marchaba, o más bien saltada Bahorel, como un pez en el agua del motín. Llevaba un chaleco carmesí y profería palabras de esas que lo rompen todo. Su chaleco impresionó a un transeúnte, que gritó asustado:
- ¡Aquí están los rojos!
- ¡El rojo, los rojos! - replicó Bahorel -. ¡Vaya un temor gracioso, burgués! Por lo que a mí respecta, no tiemblo ante una amapola, la caperucita roja no me inspira pavor alguno. Créame, burgués, dejemos el miedo al rojo para los animales con cuernos.

Patrick Rothfuss Foto

“Volvía a ser de noche. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple.
El primer silencio era una calma hueca y resonante, constituida por las cosas que faltaban. Si hubiera habido caballos en los establos, estos habrían piafado y mascado y lo habrían hecho pedazos. Si hubiera habido gente en la posada, aunque solo fuera un puñado de huéspedes que pasaran allí la noche, su agitada respiración y sus ronquidos habrían derretido el silencio como una cálida brisa primaveral. Si hubiera habido música… pero no, claro que no había música. De hecho, no había ninguna de esas cosas, y por eso persistía el silencio.
En la posada Roca de Guía, un hombre yacía acurrucado en su mullida y aromática cama. Esperaba el sueño con los ojos abiertos en la oscuridad, inmóvil. Eso añadía un pequeño y asustado silencio al otro silencio, hueco y mayor. Componían una especie de aleación, una segunda voz.
El tercer silencio no era fácil reconocerlo. Si pasabas una hora escuchando, quizá empezaras a notarlo en las gruesas paredes de piedra de la vacía taberna y en el metal, gris y mate, de la espada que colgaba detrás de la barra. Estaba en la débil luz de la vela que alumbraba una habitación del piso de arriba con sombras danzarinas. Estaba en el desorden de unas hojas arrugadas que se habían quedado encima de un escritorio. Y estaba en las manos del hombre allí sentado, ignorando deliberadamente las hojas que había escrito y que había tirado mucho tiempo atrás.
El hombre tenía el pelo rojo como el fuego. Sus ojos eran oscuros y distantes, y se movía con la sutil certeza de quienes saben muchas cosas.
La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.”

The Name of the Wind

Mary Shelley Foto
Manuel Puig Foto
Alessandro Baricco Foto
Deepak Chopra Foto
Alejandro Jodorowsky Foto
Isabel Allende Foto

“Así te recuerdo, en calma”

Cuentos de Eva Luna

Edgar Allan Poe Foto
Henri Fréderic Amiel Foto
Bertrand Russell Foto
Herbert Spencer Foto
Jean de La Bruyere Foto
Christian Dior Foto

“Las mujeres son más fascinantes entre las edades de 35 y 40 después de haber ganado algunas carreras y saber cómo tomárselo con calma. Dado que pocas mujeres pasan los 40, la fascinación máxima puede continuar indefinidamente.”

Christian Dior (1905–1957) Diseñador de moda

Fuente: A spa of one's own: how to turn your home into a health and beauty spa. Clare Maxwell-Hudson. Editorial Prentice-Hall, 1982. ISBN 9780138239718. p. 175.

Michel Onfray Foto
Jeff Bridges Foto

“Tómatelo con calma.”

Jeff Bridges (1949) actor estadounidense
María Félix Foto

“El dinero no da la felicidad, ah, pero como calma los nervios.”

María Félix (1914–2002) Erendira robinson guerna sobrina de Maria feliz guerena

Otra versión: «los diamantes no son la vida, ah, pero como quitan los nervios».

George G. Byron Foto

“No hay nada, sin duda, que calme el espíritu tanto como el ron y la verdadera religión.”

George G. Byron (1788–1824) escritor británico

Fuente: Amis, Kingsley. Sobrebeber. Ensayo general. Traducido por Miquel Izquierdo, Ramón De España. Colaborador Cristopher Hitchens. Editorial Malpaso Ediciones SL, 2014. ISBN 9788415996163. https://books.google.es/books?id=jIHeCgAAQBAJ&pg=PT14&dq=No+hay+nada,+sin+duda,+que+calme+el+esp%C3%ADritu+tanto+como+el+%5B%5Bron%5D%5D+y+la+verdadera+%5B%5Breligi%C3%B3n%2B&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiAlIWd7bbgAhVp1-AKHWi1DkgQ6AEIMTAB#v=onepage&q=No%20hay%20nada%2C%20sin%20duda%2C%20que%20calme%20el%20esp%C3%ADritu%20tanto%20como%20el%20%5B%5Bron%5D%5D%20y%20la%20verdadera%20%5B%5Breligi%C3%B3n%2B&f=false

Maximiliano Gastón López Foto

“No me gusta el dinero, pero me calma los nervios.”

Héctor del Mar (1942–2019) locutor de radio y televisión español de origen argentino
Kase-O Foto

“Colega calma tu cólera o te dolerá”

Kase-O (1980) rapero y compositor español
Arturo Pérez-Reverte Foto
Nach Foto
Julio Cortázar Foto
Alanis Morissette Foto
Alanis Morissette Foto
ZPU Foto
Franz Kafka Foto

“Hace ya mucho que no le escribo, señora Milena, y también hoy le escribo por una casualidad. En realidad no tengo que disculparme de mi silencio, usted ya sabe cómo odio las cartas. Toda la desdicha de mi vida – no quiero con esto quejarme, sino hacer una observación de interés general- proviene por así decir de las cartas o de la posibilidad de escribirlas. Las personas casi nunca me han traicionado, pero las cartas siempre, y en verdad no las ajenas, sino justamente las mías. En mi caso es una desgracia muy especial, de la que no quiero seguir hablando, pero al mismo tiempo es una desgracia también general. La sencilla posibilidad de escribir cartas debe de haber provocado -desde un punto de vista meramente teórico- una terrible desintegración de almas en el mundo. Es en efecto una conversación con fantasmas ( y para peor no sólo con el fantasma del destinatario, sino también con el del remitente) que se desarrolla entre líneas en la carta que uno escribe, o aun en una serie de cartas, donde cada una corrobora la otra y puede referirse a ella como testigo. ¿De dónde habrá surgido la idea de que las personas podían comunicarse mediante cartas? Se puede pensar en una persona distante, se puede aferrar a una persona cercana, todo lo demás queda más allá de las fuerzas humanas. Escribir cartas, sin embargo, significa desnudarse ante los fantasmas, que lo esperan ávidamente. Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas. Con este abundante alimento se multiplican, en efecto, enormemente. La humanidad lo percibe y lucha por evitarlo; y para eliminar en lo posible lo fantasmal entre las personas y lograr una comunicación natural, que es la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano, pero ya no sirven, son evidentemente descubrimientos hechos en el momento del desastre, el bando opuesto es tanto más calmo y poderoso, después del correo inventó el telégrafo, el teléfono, la telegrafía sin hilos. Los fantasmas no se morirán de hambre, y nosotros en cambio pereceremos.”

Letters to Milena

Roberto Alifano Foto
Markus Zusak Foto
Christopher Paolini Foto
Michel De Montaigne Foto
Aldous Huxley Foto

“—Pero las lágrimas son necesarias. ¿No recuerda lo que dice Otelo? “¡Si tras cada tempestad vienen tales calmas, soplen los vientos hasta que despierten a la muerte.”

Aldous Huxley (1894–1963) escritor británico

Un mundo feliz*Retorno a un mundo feliz
Variante: Pero las lágrimas son necesarias. ¿No recuerda lo que dice Otelo? «Si después de cada tormenta vienen tales calmas, ojalá los vientos soplen hasta despertar a la muerte.»

Arthur Schopenhauer Foto
Paulo Coelho Foto

“EL EJERCICIO DE LA SEMILLA   Arrodíllese en el suelo. Siéntese después sobre sus talones y doble el cuerpo de manera que su cabeza quede en sus rodillas. Extienda los brazos para atrás. Quedará, así, en una posición fetal. Ahora descanse y olvide todas las tensiones. Respire con calma y profundamente. Poco a poco notará que es una minúscula semilla, rodeada por el bienestar que da la tierra. Todo es cálido y agradable alrededor. Duerme un sueño tranquilo. De repente, un dedo se mueve. El brote no quiere más ser semilla, quiere nacer. Lentamente, empiece a mover los brazos; después, su cuerpo irá irguiéndose hasta que quedará sentado en sus talones. Ahora comience a levantarse y, lentamente, muy lentamente, estará erecto, de rodillas en el suelo. Durante este tiempo, imagínese que es una semilla transformándose en brote y rompiendo poco a poco la tierra. Llegó el momento de romper la tierra por completo. Empiece a levantarse lentamente, colocando un pie en el suelo, después el otro, luchando contra el desequilibrio como un brote lucha para encontrar su espacio. Hasta que quede de pie. Imagine el campo a su alrededor, el sol, el agua, el viento, los pájaros. Es un brote que comienza a crecer. Levante muy despacio los brazos en dirección al cielo. Después, extiéndalos cada vez más, cada vez más, como si quisiera agarrar el inmenso sol que brilla sobre su cabeza y le da fuerzas y le atrae. Su cuerpo empieza a quedar cada vez más rígido, sus músculos se tensan todos, mientras crece y crece y se vuelve inmenso. La tensión aumenta tanto que se hace dolorosa, insoportable. Cuando no aguante más, grite y abra los ojos. Repetir este ejercicio siete días seguidos, siempre a la misma hora.”

Paulo Coelho (1947) escritor brasileño

El peregrino de Compostela

Patrick Rothfuss Foto

“El silencio más obvio era una calma inmensa y resonante, constituido por las cosas que faltaban”

The Wise Man's Fear
Variante: El silencio más obvio era una calma hueca y resonante, constituida por las cosas que faltaban

Arthur Conan Doyle Foto

“Parece que el saber que uno ha hecho todo lo posible, ayuda a enfrentarse con el peligro. No queda entonces otro recurso que el de esperar con calma el resultado. En”

Arthur Conan Doyle (1859–1930) escritor escocés

Obras Completas de Sherlock Holmes: Biblioteca de Grandes Escritores

Roberto Alifano Foto
Milan Kundera Foto
Cassandra Clare Foto
Charles Baudelaire Foto
Marianne Williamson Foto

“La única forma de alcanzar el poder en un mundo que avanza demasiado rápido es aprender a tener calma.”

Marianne Williamson (1952) escritora estadounidense

The Gift of Change: Spiritual Guidance for Living Your Best Life

León Tolstói Foto
Jordi Sierra i Fabra Foto
Sun Tzu Foto
Fernando Pessoa Foto
Gabriela Mistral Foto
Charles Baudelaire Foto
Jean Jacques Rousseau Foto
Peter Sloterdijk Foto
Julio Cortázar Foto
Pablo Neruda Foto

“Walking Around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las pelquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a une monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.”

Pablo Neruda (1904–1973) poeta
John C. Maxwell Foto

“Nunca niegues tu propia experiencia y convicciones por mantener la paz y la calma. —Dag Hammarskjold”

Las 21 cualidades indispensables de un líder

Paulo Coelho Foto
Reza Aslan Foto
Stephen King Foto
Bertrand Russell Foto

“El dramaturgo cuyas obras maestras nunca tienen éxito debería considerar con calma la hipótesis de que sus obras son malas; no debería rechazarla de antemano por ser evidentemente insostenible. Si descubre que encaja con los hechos, debería adoptarla como haría un filósofo inductivo. Es cierto que en la historia se han dado casos de mérito no reconocido, pero son mucho menos numerosos que los casos de mediocridad reconocida. Si un hombre es un genio a quien su época no quiere reconocer como tal, hará bien en persistir en su camino aunque no reconozcan su mérito. Pero si se trata de una persona sin talento, hinchada de vanidad, hará bien en no persistir. No hay manera de saber a cuál de estas dos categorías pertenece uno cuando le domina el impulso de crear obras maestras desconocidas. Si perteneces a la primera categoría, tu persistencia es heroica; si perteneces a la segunda, es ridícula. […] En el auténtico artista, el deseo de aplauso, aunque suele existir y ser muy fuerte, es secundario, en el sentido de que el artista desea crear cierto tipo de obra y tiene la esperanza de que dicha obra sea aplaudida, pero no alterará su estilo aunque no obtenga ningún aplauso. En cambio, el hombre cuyo motivo primario es el deseo de aplauso carece de una fuerza interior que le impulse a un modo particular de expresión, y lo mismo podría hacer un trabajo diferente.”

Bertrand Russell (1872–1970) filósofo, matemático, lógico y escritor británico