Frases sobre nubes

Una colección de frases y citas sobre el tema del nubes, cielo, vida, luz.

Frases sobre nubes

“¿Que donde vivo?… yo hábito donde tú quieras, en todos los lugares, pero siempre donde las nubes son más bellas.”

Aforismos ◾ Narrativas ◾ Sobre los proyectos Cloudscapes, Essence y Haikunkei

“Tangible o intangible jamás encarcelaran los versos de un poema entre las nubes.”

Aforismos ◾ Narrativas ◾ Sobre los proyectos Cloudscapes, Essence y Haikunkei

“Transito entre los pasajes de tú ser, creando nubes de algodón al cobijo de tus sombras, como una nueva luz de tú existencia.”

Aforismos ◾ Narrativas ◾ Sobre los proyectos Cloudscapes, Essence y Haikunkei

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“Un cielo sin nubes es una pradera sin flores, un mar sin velas.”

Henry David Thoreau (1817–1862) escritor, poeta y filósofo estadounidense

Sin fuentes

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“Por la ventana se veían los largos regueros de lágrimas del crepúsculo en las negras mejillas de las nubes.”

Boris Vian (1920–1959) escritor francés

L'herbe rouge - roman / Les lurettes fourrées - nouvelles

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“Sacudimiento extraño que agita las ideas, como huracán que empuja las olas en tropel. Murmullo que en el alma se eleva y va creciendo como volcán que sordo anuncia que va a arder. Deformes siluetas de seres imposibles; paisajes que aparecen como al través de un tul. Colores que fundiéndose remedan en el aire los átomos del iris que nadan en la luz. Ideas sin palabras, palabras sin sentido; cadencias que no tienen ni ritmo ni compás. Memorias y deseos de cosas que no existen; accesos de alegría, impulsos de llorar. Actividad nerviosa que no halla en qué emplearse; sin riendas que le guíen, caballo volador. Locura que el espíritu exalta y desfallece, embriaguez divina del genio creador… Tal es la inspiración. Gigante voz que el caos ordena en el cerebro y entre las sombras hace la luz aparecer. Brillante rienda de oro que poderosa enfrena de la exaltada mente el volador corcel. Hilo de luz que en haces los pensamientos ata; sol que las nubes rompe y toca en el zenít. Inteligente mano que en un collar de perlas consigue las indóciles palabras reunir. Armonioso ritmo que con cadencia y número las fugitivas notas encierra en el compás. Cincel que el bloque muerde la estatua modelando, y la belleza plástica añade a la ideal. Atmósfera en que giran con orden las ideas, cual átomos que agrupa recóndita atracción. Raudal en cuyas ondas su sed la fiebre apaga, oasis que al espíritu devuelve su vigor… Tal es nuestra razón. Con ambas siempre en lucha y de ambas vencedor, tan sólo al genio es dado a un yugo atar las dos.”

Rimas

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“tras las nubes siempre llega la luz.”

Little Women

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“Recorría sin descanso la inmensidad del sur con su pequeño ejército, adentrándose en los bosques húmedos y sombríos, bajo la alta cúpula verde tejida por los árboles más nobles y coronada por la soberbia araucaria, que se perfilaba contra el cielo con su dura geometría. Las patas de los caballos pisaban un colchón fragante de humus, mientras los jinetes se abrían camino con las espadas en la espesura, a ratos impenetrable, de los helechos. Cruzaban arroyos de aguas frías, donde los pájaros solían quedar congelados en las orillas, las mismas aguas donde las madres mapuche sumergían a los recién nacidos. Los lagos eran prístinos espejos del azul intenso del cielo, tan quietos, podían contarse las piedrecillas en el fondo. Las arañas tejían sus encajes, perlados de rocío, entre las ramas de robles, arrayanes y avellanos. Las aves del bosque cantaban reunidas, diuca, chincol, jilguero, torcaza, tordo, zorzal, y hasta el pájaro carpintero, marcando el ritmo con su infatigable tac-tac-tac. Al paso de los caballeros se levantaban nubes de mariposas y los venados, curiosos, se acercaban a saludar. La luz se filtraba entre las hojas y dibujaba sombras en el paisaje; la niebla subía del suelo tibio y envolvía el mundo en un hálito de misterio. Lluvia y más lluvia, ríos, lagos, cascadas de aguas blancas y espumosas, un universo líquido. Y al fondo, siempre, las montañas nevadas, los volcanes humeantes, las nubes viajeras. En otoño el paisaje era de oro y sangre, enjoyado, magnífico. A Pedro de Valdivia se le escapaba el alma y se le quedaba enredada entre los esbeltos troncos vestidos de musgo, fino terciopelo. El Jardín del Edén, la tierra prometida, el paraíso. Mudo, mojado de lágrimas, el conquistador conquistado iba descubriendo el lugar donde acaba la tierra, Chile.”

Inés del alma mía

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“ーEscribí algo para ti, ーla corrigió con una sonrisa y comenzó a tocar.

Ella escuchó emocionada; comenzó lento, sencillo, su control sobre el arco producía un sonido armónico. La melodía la lleno tan fresca y dulce como el agua, tan esperanzadora y adorable como un amanecer. Miró a sus dedos fascinada por el movimiento tan exquisito que hacia que las notas salieran del violín. El sonido se volvió mas profundo conforme el arco se movía mas rápido, el antebrazo de Jem se desplazaba hacia adelante y atrás, su delgado cuerpo parecía difuminarse con el movimiento de su hombro. Sus dedos se deslizaban cuidadosamente arriba y abajo, el tono de la música profundizó, como nubes de tormenta reuniéndose en un horizonte brillante, un río que se convertía en torrente. Las notas se estrellaban a sus pies aumentando el sonido, el cuerpo entero de Jem parecía moverse en sintonía con los sonidos que emanaban del instrumento, a pesar de que ella sabia que sus pies se encontraban firmes en el suelo. Su corazón encontró la paz con la música, los ojos de Jem estaban cerrados, las comisuras de sus labios mostraban un gesto de dolor. Una parte de ella quería correr a sus pies, rodearlo con sus brazos; la otra otra parte no quería que se detuviera la música, el hermoso sonido de él. Era como si él hubiera tomado su arco utilizándolo como un pincel para pintar, creando un lienzo en el cual su alma se muestra claramente. Cuando las ultimas notas se alzaron más y más alto, llegando a tocar el paraíso, Tessa estuvo consciente de que su rostro estaba húmedo, pero no fue hasta que la ultima nota dejo de sonar y él bajo el violín cuando se dio que estaba llorando.”

The Infernal Devices: Clockwork Princess

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“Ni en las nubes, ni en la sima; ni en la cima, ni en el abismo, pero siempre consecuente y perseverante; esa es la actitud.”

"Lecciones y moralejas por escrito en gotas de cariño".
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“Jamás desesperes, aún estando en las más sombrías aflicciones, pues de las nubes negras cae agua limpia y fecundante.”

Miguel de Unamuno (1864–1936) escritor y filósofo español

Aunque en la mayoría de fuentes consultadas aparece Unamuno como autor, en varias se menciona la cita como un proverbio chino o de autor anónimo.
Fuente: [Ros Bernal], Ana María. Spira. Editorial Seleer, 2014. ISBN 978-84-9428-730-5, p. 1.

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“Nubes de palabras usadas, ¿qué lluvia van a dar?”

Elias Canetti (1905–1994) escritor búlgaro de lengua alemana
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“No soy una "gafapastas", hipersensible, que siempre está en las nubes. Soy una persona normal que suele hacer la compra en Mercadona y que le encanta la marca Hacendado.”

Isabel Coixet (1960) directora y guionista española

Fuente: Larazon.es http://www.larazon.es/noticia/coixet-hace-cine-con-palillos, 25/08/09.

“No es malo vivir en las nubes, lo malo es bajar de ellas”

Héctor del Mar (1942–2019) locutor de radio y televisión español de origen argentino
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“Busco formas en las nubes, desde pequeña. "Y llueve" es la respuesta que encontré a la forma que toman cuando la tristeza nos cala hasta los huesos. Veo en ellas el alma de los que quise y se han ido. Saberlos ahí, me reconforta. Cuando llueve…, lloran por lo mismo que lloro yo.”

Vega (cantante) (1979) cantante española

Fuente: Sobre el tema "Y llueve" de su disco "Circular. Cómo girar sin dar la vuelta" Vega, sentido y sensibilidad http://vegasentidoysensibilidad.blogspot.com/2007/02/vega-re-edita-su-disco-con-nuevas.html

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“Cuando el cielo se oscureció y aunque no eran más que nubes, tuve la sensación de que todo se terminaba y la sensación de haber sentido lo mismo un millón de veces antes.”

Tokyo Doesn't Love Us Anymore
Tokio ya no nos quiere
Variante: Cuando el cielo se oscureció y aunque no eran más que nubes, tuve la sensación de que todo terminaba y la sensación de haber sentido lo mismo un millón de veces.

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“Edredon de nubes trenzado en algodón. Enciende las luces, llévanos Polen.”

Enrique Bunbury (1967) músico español

Polen- Radical Sonora
En solitario, Radical Sonora

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“El mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca mirando y al cielo.”

José Luis Rodríguez Zapatero (1960) Expresidente del Gobierno de España

14 de septiembre de 2011. Parafraseando al escritor Ramón Gómez de la Serna, en una ceremonia en la que Zapatero impuso la Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort al catedrático José Manuel Otero Lastres, que fue profesor suyo y de Mariano Rajoy. Otero Lastres predijo en 1984 que Zapatero llegaría a Presidente del Gobierno. El hecho de que pronunciara esta frase a pocas semanas de dejar el poder fue interpretado por la prensa como una declaración de que, tras dejar la presidencia, Zapatero iba a dedicarse a vivir de sus privilegios como exmandatario. http://www.libertaddigital.com/nacional/2011-09-14/zapatero-el-mejor-destino-es-el-de-supervisor-de-nubes-acostado-en-una-hamaca-1276435314/ http://www.libertaddigital.com/nacional/2011-09-14/los-privilegios-de-zapatero-como-expresidente-1276435320/ http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/politica/politica/zapatero-mejor-destino-supervisor-nubes-acostado-una-hamaca-201109
2011
Fuente: Qué http://www.que.es/ultimas-noticias/espana/201109150147-presidente-hamaca-para-supervisar-nubes-lverd.html

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“Lo que es precioso nunca muere, sólo pasa a otro tipo de belleza: se convierte en polvo de estrellas o espuma de mar, o en una flor, o nubes en el cielo. THOMAS BAILEY ALDRICH, EDITOR”

Steve Allen (1921–2000)

Inspiración diaria - Un año de sabiduría diaria de grandes pensadores, empresarios, escritores, humoristas y más: 365 citas de inspiración, motivación y felicidad

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“Mujer negra

Todavía huelo la espuma del mar que me hicieron atravesar.
La noche, no puedo recordarla.
Ni el mismo océano podría recordarla.
Pero no olvido el primer alcatraz que divisé.
Altas, las nubes, como inocentes testigos presenciales.
Acaso no he olvidado ni mi costa perdida, ni mi lengua ancestral
Me dejaron aquí y aquí he vivido.
Y porque trabajé como una bestia,
aquí volví a nacer.
A cuanta epopeya mandinga intenté recurrir.

Me rebelé.
Su Merced me compró en una plaza.
Bordé la casaca de su Merced y un hijo macho le parí.
Mi hijo no tuvo nombre.
Y su Merced murió a manos de un impecable lord inglés.

Anduve.
Esta es la tierra donde padecí bocabajos y azotes.
Bogué a lo largo de todos sus ríos.
Bajo su sol sembré, recolecté y las cosechas no comí.
Por casa tuve un barracón.
Yo misma traje piedras para edificarlo,
pero canté al natural compás de los pájaros nacionales.

Me sublevé.
En esta tierra toqué la sangre húmeda
y los huesos podridos de muchos otros,
traídos a ella, o no, igual que yo.
Ya nunca más imaginé el camin a Guinea.
¿Era a Guinea? ¿A Benín? ¿Era a
Madagascar? ¿O a Cabo Verde?
Trabajé mucho más.
Fundé mejor mi canto milenario y mi esperanza.
Aquí construí mi mundo.

Me fui al monte.
Mi real independencia fue el palenque
y cabalgué entre las tropas de Maceo.
Sólo un siglo más tarde,
junto a mis descendientes,
desde una azul montaña.

Bajé de la Sierra
Para acabar con capitales y usureros,
con generales y burgueses.
Ahora soy: sólo hoy tenemos y creamos.
Nada nos es ajeno.
Nuestra la tierra.
Nuestros el mar y el cielo.
Nuestras la magia y la quimera.
Iguales míos, aquí los veo bailar
alrededor del árbol que plantamos para el comunismo.
Su pródiga madera ya resuena.”

Nancy Morejón (1944) escritora cubana
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“Pienso cuando maduraban los limones. En el viento de febrero que rompía los tallos de los helechos, antes que el abandono los secara; los limones maduros que llenaban con su olor el viejo patio.
El viento bajaba de las montañas en las mañanas de febrero. Y las nubes se quedaban allá arriba en espera de que el tiempo bueno las hiciera bajar al valle; mientras tanto dejaban vacío el cielo azul, dejaban que la luz cayera en el juego del viento haciendo círculos sobre la tierra, removiendo el polvo y batiendo las ramas de los naranjos.
Y los gorriones reían; picoteaban las hojas que el aire hacía caer, y reían; dejaban sus plumas entre las espinas de las ramas y perseguían a las mariposas y reían. Era esa época.
En febrero, cuando las mañanas estaban llenas de viento, de gorriones y de luz azul. Me acuerdo.
Mi madre murió entonces.
Que yo debía haber gritado: que mis manos tenían que haberse hecho pedazos estrujando su desesperación. Así hubieras tú querido que fuera. ¿Pero acaso no era alegre aquella mañana? Por la puerta abierta entraba el aire, quebrando las guías de la yedra. En mis piernas comenzaba a crecer el vello entre las venas, y mis manos temblaban tibias al tocar mis senos. Los gorriones jugaban. En las lomas se mecían las espigas. Me dio lástima que ella ya no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que cerrara sus ojos a la luz de los días. ¿Pero por qué iba a llorar?”

Pedro Páramo

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