Frases sobre metro

Una colección de frases y citas sobre el tema del metro, veces, ser, tan.

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“P. D. MAYORITARIA QUE SE DISFRAZA DE MINORÍA INTOLERADA.
A todo esto de que si Marcos es homosexual: Marcos es gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Isidro, anarquista en España, palestino en Israel, indígena en las calles de San Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero en cu, judío en Alemania, ombusdman en la Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la post guerra fría, preso en Cintalapa, pacifista en Bosnia, mapuche en los Andes, maestro en la CNTE, artista sin galería ni portafolios, ama de casa un sábado por la noche en cualquier colonia de cualquier ciudad de cualquier México, guerrillero en el México de fin del siglo XX, huelguista en la CTM, reportero de nota de relleno en interiores, machista en el movimiento feminista, mujer sola en el metro a las 10 p. m., jubilado en plantón en el Zócalo, campesino sin tierra, editor marginal, obrero desempleado, médico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapatista en el sureste mexicano. En fin, Marcos es un ser humano, cualquiera, en este mundo. Marcos es todas las minorías intoleradas, oprimidas, resistiendo, explotando, diciendo "¡Ya basta!". Todas las minorías a la hora de hablar y mayorías a la hora de callar y aguantar. Todos los intolerados buscando una palabra, su palabra, lo que devuelva la mayoría a los eternos fragmentados, nosotros. Todo lo que incomoda al poder y a las buenas conciencias, eso es Marcos.”

Subcomandante Marcos (1957) ideólogo del EZLN
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“Mis delanteros solo deben correr quince metros, a no ser que sean estúpidos o estén durmiendo.”

Johan Cruyff (1947–2016) ex futbolista neerlandés

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“Pensó algo curioso: «Se aclama a los escaladores que ponen en peligro su vida por alcanzar la cima del Everest. Se critica a los escaladores que cometen un leve error de cálculo o planificación y mueren en el intento. Pero nadie recuerda a los escaladores que fueron conscientes de sus limitaciones y se dieron la vuelta a pocos metros de la cima. Puede que estén vivos, pero olvidados.»”

El estudiante
Variante: «Se aclama a los escaladores que ponen en peligro su vida por alcanzar la cima del Everest. Se critica a los escaladores que cometen un leve error de cálculo o planificación y mueren en el intento. Pero nadie recuerda a los escaladores que fueron conscientes de sus limitaciones y se dieron la vuelta a pocos metros de la cima. Puede que estén vivos, pero olvidados.»

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“En pocos minutos no hubo dudas sobre ello. Los rayos que salían del tubo tenían un efecto luminiscente en el papel. Lo he probado con éxito a distancias cada vez mayores, incluso a dos metros. En principio parecía una nueva clase de luz invisible. Era claramente algo nuevo, algo no registrado.”

Wilhelm Röntgen (1845–1923) físico alemán

Citado en « The New Marvel in Photography http://www.gutenberg.org/dirs/1/4/6/6/14663/14663-h/14663-h.htm#page403», por H. J. W. Dam, en McClure's Magazine, Vol. 6, No. 5 (abril de 1896), p. 416.

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“El metro de la Ciudad de México es mío, me lo regalo mi marido Alex Berger.”

María Félix (1914–2002) Erendira robinson guerna sobrina de Maria feliz guerena

Cuando un reportero le preguntó si era lesbiana, María contestó:

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“Han decidido borrar del plano del Metro de Madrid el nombre de la estación de Simancas […] En todo caso, yo garantizo a Esperanza Aguirre que cuando yo sea presidente de la Comunidad no voy a borrar nunca el nombre de Esperanza del mapa del Metro […] Es más propondré que el nombre de Esperanza Aguirre se incorpore al torneo de golf más importante de la región, como homenaje a la 'ex' presidenta de la Comunidad de Madrid.”

Rafael Simancas (1966) político español

Durante la campaña de elecciones autonómicas de 2007, en las que Simancas compite con la actual presidenta Aguirre. Se refiere a la publicación el 5 de mayo de 2007 en folletos y en la web oficial del Metro de Madrid de un mapa en el que no aparecía el nombre de la estación de Simancas.
Fuente: Diarios españoles como 20 Minutos http://www.20minutos.es/noticia/230726/0/metro/estacion/simancas/ o El Mundo http://www.elmundo.es/elmundo/2007/05/06/madrid/1178456426.html.

“La última vez que fui en metro costaba doce pelas.”

Fuente: 20minutos.es http://www.20minutos.es/noticia/221174/0/ramoncin/madrid/metro/

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“Después del recorrido que he hecho por España, después del recorrido que he hecho por la Guerra Civil, he llegado a una conclusión y tengo que decirla. Ya se que se me va a atacar por esto, pero escribir es un oficio de samuráis que consiste en poner las tripas, en negro sobre blanco, encima de la mesa y lo digo: Lamento profundamente haber nacido español. Lamento haber nacido en un país donde la envidia es pecado capital. Lamento haber nacido en un país donde cada 30 o 40 años a lo largo de muchos siglos ha habido una guerra civil, donde los hermanos se han masacrado entre ellos, no por grandes causas, sino por una herencia, por una cuestión de cuernos, por una mujer,… por una pasión. Lamento haber nacido en un país tan mal educado. Lamento haber nacido en un país donde existe la telebasura. Lamento haber nacido en un país tan zafio, tan vulgar, tan encanallado. […] En España se ha asumido el modelo del pícaro. Cuando el pícaro es un delincuente y lo que tendría que hacer es estar entre barrotes, en este país el pícaro es un héroe y eso crea el mayor número de sinvergüenzas por metro cuadrado del mundo. […] Vivir en un país donde estamos todos con la mosca detrás de la oreja, donde creemos que el fontanero, el pintor, el de la tienda de ultramarinos, el periodista, el colega… te están engañando, eso genera una tensión, un estrés, una infelicidad, que es lo que me lleva a mi a decir que lamento profundamente haber nacido español.”

Fernando Sánchez Dragó (1936) escritor español
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“Después de dos o tres estrofas compuestas con toda facilidad y de algunas comparaciones que lo sorprendieron, el don del trabajo se apoderó de él y advirtió la proximidad de lo que se llama inspiración. La correlación de las fuerzas que presiden la creación parecen tomar entonces la iniciativa. La prioridad ya no corresponde a su autor ni a su estado de ánimo, al que trata de dar expresión, sino al lenguaje con que quiere expresarlo. El lenguaje, del cual nace el significado y la belleza adquiere su ropaje, comienza de suyo a pensar y hablar y todo se hace música, no en el sentido de pura resonancia fonética, sino como la consecuencia y duración de su flujo interno. Entonces, lo mismo que la masa corriente de un río, que con su fluir limpia las piedras del fondo y hace girar las ruedas del molino, el lenguaje que fluye, va creando por sí, en su carrera, casi inadvertidamente con la fuerza de sus leyes, el metro y la rima y mil otras formas y relaciones más secretas, desconocidas hasta ese, momento, no singularizadas y sin nombre.
En aquellos momentos Yuri Andréivich se daba cuenta de que no era él quien llevaba a cabo el trabajo esencial, sino algo más grande que él, que por encima de él lo guiaba: la situación del pensamiento y la poesía en el mundo, lo que a la poesía le estaba reservado en el porvenir, el camino que ella tenía que recorrer en su desarrollo histórico. Él era solamenta una ocasión y un punto de apoyo para que ella pudiera ponerse en movimiento.”

Doctor Zhivago

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“Vivo en los Estados Unidos y soy chilena, sangre, voluntad y memoria. Al llegar a este país me obligaron a llenar un formulario en el cual había una casilla referente a la raza: la primera alternativa era blanca, la cual iba a automáticamente yo a marcar, cuando leí más abajo la palabra “Hispanic”. Me pareció una enorme incultura por parte de los funcionarios gringos ya que lo hispano no se refiere a una raza, pero abismada comprendí que por primera vez en mi vida me expulsaban de mi propio nicho, de lo que creía mi identidad natural y objetiva, aunque entre una norteamericana y yo no mediase la más mínima diferencia física ( más aún en este caso específico: soy pelirroja, hasta me parezco a ellos ). Ni que decirlo, marqué con saña el segundo cuadrado y cada día transcurrido de estos seis años me he ido apegando más y más a él. Cuando camino por las calles de la ciudad, a veces me da la impresión de que todos mis antepasados están allí, en la pulcra e impersonal boca del metro, con la esperanza de llegar a alguna parte. Todo chicano o salvadoreño despreciable es mi tío, el hondureño que retira la basura es mi novio. Cuando Reina se declara a sí misma una desclasada, sé exactamente a que se refiere.
Toda mi vida ha corrido por este lado del mundo. Mi cuna real y ficticia, el lugar donde nací y el otro que fui adquiriendo, lucen oropeles muy americanos ( ¡ no acepto que ese adjetivo se lo atribuyan los del norte! América es tanto la de arriba como la de abajo, norte y sur tan americanos uno como el otro). Trazo los dos puntos del continente para señalar los míos y agrego un tercero, éste. Dos de ellos resultan razonablemente cercanos, y luego, inevitable, la línea larga baja y baja hasta llegar al sur, hasta lo que, a mi pesar, debo reconocer como el fin del mundo. Sólo los hielos eternos más allá de esa tierra. Allí nací. Mapuches o españoles, fluidas, impredecibles, vigorosas, allí están mis raíces.”

Lo que está en mi corazón

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“La calle del Faubourg Saint-Antoine era muy larga. Comenzaba en lo que antes había sido un faubourg, un barrio de las afueras, situado al este de la ciudad antigua. Mucho antes de la Revolución, ya era una zona de artesanos, donde se encontraban la mayoría de los carpinteros y ebanistas. Pese a las ideas republicanas, y a veces radicales, que en general defendían, muchos de aquellos hábiles artesanos y pequeños comerciantes eran, como Petit, muy conservadores en lo que concernía al núcleo familiar. No obstante, más de un monarca había podido comprobar en el pasado que, cuando se echaban a la calle, eran implacables. Petit emprendió la caminata con paso febril. La nieve se había fundido y las calles estaban secas. Al cabo de poco, llegó al lugar donde antes se alzaba la fortaleza de la Bastilla y que entonces no era más que un gran espacio vacío sobre el que flotaba un cielo gris de negros presagios. Allí comenzaba la ciudad antigua. A partir de ese punto, la calle ya no se denominaba faubourg, sino simplemente calle Saint-Antoine. Al cabo de un centenar de metros, volvía a cambiar de nombre, adoptando el de Rivoli. Con aquel prestigioso nombre, conducía a la antigua plaza del mercado de la Grève, contigua al río, donde habían reconstruido el ayuntamiento, el Hôtel de Ville, al que le habían conferido un aspecto de enorme y ornamentado castillo. Después pasó por el antiguo Châtelet, donde en la Edad Media administraba justicia el preboste. Aunque había aminorado el paso, Petit todavía caminaba deprisa y, pese al frío, sudaba un poco. Finalmente, se cepilló con gesto inconsciente las mangas del abrigo cuando entró en la zona más regia de la calle de Rivoli, con la larga serie de arcadas que se sucedían frente al solemne palacio del Louvre y los jardines de las Tullerías, hasta que llegó al vasto espacio despejado de la plaza de la Concordia. Llevaba caminando más de una hora. Su ira se había transformado en una sombría y amarga rabia impregnada de desesperación. Torció hacia el bonito templo clásico de la Madeleine. Justo al oeste de la Madeleine, empezaba otro de los grandes bulevares residenciales proyectados por el barón Haussmann. El bulevar de Malesherbes partía de allí en diagonal para acabar en una de las puertas noroccidentales de la ciudad, más allá del final del parque Monceau. El serio carácter del bulevar adquiría un aire más moderno en los sectores próximos a la Madeleine, precisamente en la zona donde se encontraba, en un gran edificio de la Belle Époque, el piso de Jules Blanchard.”

Edward Rutherfurd (1948) escritor británico

París

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“(…) Sí, por las tardes, hacia las siete, le gusta encontrarse en un vagón de segunda mano del metro. La mayoría de los pasajeros son personas que regresan de sus trabajos. Se sienta entre ellos, trata de sorprender en sus caras el motivo de sus preocupaciones. Naturalmente, están pensando en lo que acaban de abandonar hasta mañana, sólo hasta mañana, y también en lo que les espera esta noche, lo cual les alegra o les preocupa aún más. Nadja se queda mirando fijamente algo definido: «Hay buenas personas». Más alterado de lo que quisiera mostrarme, ahora sí me enojo: «Pues no. Además tampoco se trata de eso. El hecho de que soporten el trabajo, con o sin las demás miserias, impide que esas personas sean interesantes. Si la rebeldía no es lo más fuerte que sienten, ¿cómo podrían aumentar su dignidad sólo con eso? En esos momentos, por lo demás, usted les ve; ellos ni siquiera la ven a usted. Por lo que a mí se refiere, yo odio, con todas mis fuerzas, esa esclavitud que pretenden que considere encomiable. Compadezco al hombre por estar condenado a ella, porque por lo general no puede evitarla, pero si me pongo de su parte no es por la dureza de su condena, es y no podría ser más que por la energía de su protesta. Yo sé que en el horno de la fábrica, o delante de esas máquinas inexorables que durante todo el día imponen la repetición del mismo gesto, con intervalos de algunos segundos, o en cualquier otro lugar bajo las órdenes más inaceptables, o en una celda, o ante un pelotón de ejecución, todavía puede uno sentirse libre, pero no es el martirio que se padece lo que crea esa libertad. Admito que esa libertad sea un perpetuo librarse de las cadenas: será preciso, por añadidura, para que ese desencadenarse sea posible, constantemente posible, que las cadenas no nos aplasten, como les ocurre a muchos de los que usted me habla. Pero también es, y quizá mucho más desde el punto de vista humano, la mayor o menor pero, en cualquier caso, la maravillosa sucesión de pasos que le es dado al hombre hacer sin cadenas. Esos pasos, ¿les considera usted capaces de darlos? ¿Tienen tiempo de darlos, al menos? ¿Tienen el valor de darlos? Buenas personas, decía usted, sí, tan buenas como las que se dejaron matar en la guerra, ¿verdad? Digamos claro lo que son los héroes: un montón de desgraciados y algunos pobres imbéciles. Para mí, debo confesarlo, esos pasos lo son todo. Hacia dónde se encaminan, ésa es la verdadera pregunta. De algún modo, acabarán trazando un camino y, en ese camino, ¿quién sabe si no surgirá la manera de quitar las cadenas o de ayudar a desencadenarse a los que se han quedado en el camino? Sólo entonces será conveniente detenerse un poco, sin que ello suponga desandar lo andado». (Bastante a las claras se ve lo que puedo decir al respecto, sobre todo a poco que decida tratarlo de manera concreta.) Nadja me escucha y no intenta contradecirme. Tal vez lo último que ella haya querido hacer sea la apología del trabajo.”

Nadja

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“habiendo algunos fanáticos en el valle de Shah-i-Kot, en la provincia de Paktia. Una vez más la información era inexacta: no eran un puñado, sino centenares. Al ser afganos los talibanes derrotados, tenían a donde ir: sus aldeas y pueblos natales. Allí podían escabullirse sin dejar rastro. Pero los miembros de Al Qaeda eran árabes, uzbekos y, los más feroces de todos, chechenos. No hablaban pastún y la gente del pueblo afgano los odiaba, de manera que solo podían rendirse o morir peleando. Casi todos eligieron esto último. El mando estadounidense reaccionó al chivatazo con un plan a pequeña escala, la operación Anaconda, que fue asignada a los SEAL de la Armada. Tres enormes Chinook repletos de efectivos despegaron rumbo al valle, que se suponía vacío de combatientes. El helicóptero que iba en cabeza se disponía a tomar tierra, con el morro levantado y la cola baja, la rampa abierta por detrás y a solo un par de metros del suelo, cuando los emboscados de Al Qaeda dieron el primer aviso. Un lanzagranadas hizo fuego. Estaba tan cerca que el proyectil atravesó el fuselaje del helicóptero sin explotar. No había tenido tiempo de cargarse, así que lo único que hizo fue entrar por un costado y salir por el otro sin tocar a nadie, dejando un par de boquetes simétricos. Pero lo que sí hizo daño fue el incesante fuego de ametralladora desde el nido situado entre las rocas salpicadas de nieve. Tampoco hirió a nadie de a bordo, pero destrozó los controles del aparato al horadar la cubierta de vuelo. Gracias a la habilidad y la genialidad del piloto, pocos minutos después el moribundo Chinook ganaba altura y recorría cuatro kilómetros hasta encontrar un sitio más seguro donde proceder a un aterrizaje forzoso. Los otros dos helicópteros se retiraron también. Pero un SEAL, el suboficial Neil Roberts, que se había desenganchado de su cable de amarre, resbaló en un charquito de fluido hidráulico y cayó a tierra. Resultó ileso, pero inmediatamente fue rodeado por miembros de Al Qaeda. Los SEAL jamás abandonan a uno de los suyos, esté vivo o muerto. Poco después de aterrizar regresaron en busca de Roberts, al tiempo que pedían refuerzos por radio. Había empezado la batalla de Shah-i-Kot. Duró cuatro días, y se saldó con la muerte del suboficial Neil Roberts y otros seis estadounidenses. Había tres unidades lo bastante cerca como para acudir a la llamada: un pelotón de SBS británicos por un lado y la unidad de la SAD por el otro; pero el grupo más numeroso era un batallón del 75 Regimiento de Rangers. Hacía un frío endemoniado, estaban a muchos grados bajo cero. La nieve, empujada por el viento incesante, se clavaba en los ojos. Nadie entendía cómo los árabes habían podido sobrevivir en aquellas montañas; pero el caso era que allí estaban, y dispuestos a morir hasta el último hombre. Ellos no hacían prisioneros ni esperaban serlo tampoco. Según testigos presenciales, salieron de hendiduras en las rocas, de grutas invisibles y nidos de ametralladoras ocultos. Cualquier veterano puede confirmar que toda batalla degenera rápidamente en un caos, y en Shah-i-Kot eso sucedió más rápido que nunca. Las unidades se separaron de su contingente, los soldados de sus unidades. Kit Carson se encontró de repente a solas en medio de la ventisca. Vio a otro estadounidense (pudo identificarlo por lo que llevaba en la cabeza: casco, no turbante) también solo, a unos cuarenta metros. Un hombre vestido con túnica surgió del suelo y disparó contra el soldado con su lanzagranadas. Esa vez la granada sí estalló; no dio en el blanco sino que explotó a los pies del soldado.”

Frederick Forsyth (1938) novelista británico

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“También yo concibo la vida con esa aparente resignación de quien sabe que el lugar en el que se encuentre en cada instante es exactamente el sitio al que tendría que haber ido. Se trata de establecer la meta justo donde te pueda el cansancio, ni un poco antes, ni un metro más allá…”

José Luis Alvite (1949–2015) periodista español

Pan con lápiz (2013)
Fuente: Pan con lápiz. Jose Luis Alvite. La Razón. 24 de mayo de 2013 https://www.larazon.es/opinion/columnistas/pan-con-lapiz-BD2410113Consultado el 1 de agosto de 2019

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“Con mis fotografías se podría haber alfombrado el Hollywood Boulevard de acera a acera. No recuerdo cuántos trajes de baño llegué a ponerme… sin acercarme siquiera a una piscina. Con la cantidad de miradas ardientes que llegué a lanzar en el estudio fotográfico de la Metro Goldwyn Mayer se podría haber derretido el Polo Norte.”

Ava Gardner (1922–1990) actriz estadounidense

Fuente: Publicado en El Mundo, La Revista: Verano de estrellas. Ava Gardner. https://www.elmundo.es/larevista/num148/textos/estre2.html Consultado el 12 de marzo de 2019.

“Mas vale un metro cuadrado de Miraflores que cualquier extensión en ningún lugar.”

Carmelo Lauría (1936–2010) político venezolano

El Universal.
http://www.eluniversal.com/2010/12/03/opi_art_carmelo-que-esta-en_03A4805851.shtml

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“Una de las cosas más extraordinarias de la sociedad industrial de nuestros días es su estúpida falta de memoria. Los tabloides y las películas toman el lugar de los procesos mentales y las revueltas, los crímenes, las desesperanzas pasan en un goteo de palabras vagas y frases de sellos sin dejar un rasguño en la mente de la masa impulsada por los manipulados pagos a plazo, el envasado del metro.”

John Dos Passos (1896–1970)

Original: «One of the most extraordinary things about industrial society of the present day is its idiot lack of memory. Tabloids and movies take the place of mental processes and revolts, crimes, despairs pass off in a dribble of vague words and rubber stamp phrases without leaving a scratch on the mind of the driven instalment-paying, subway-packing mass.»
Fuente: Citado en Fishkin, Shelley Fisher. From Fact to Fiction: Journalism & Imaginative Writing in America. Edición ilustrada y reimpresa. Editorial Oxford University Press, 1988. ISBN 9780195206388. p. 181.
Fuente: Sacco and Vanzetti, revisión de La vida y la muerte de Sacco y Vanzetti, de Eugene Lyons, noviembre de 1927.

“Quizá sea cierto que el tamaño de la nariz de Cleopatra está influyendo todavía en la historia de la Humanidad; pero tal vez no lo sea menos que si Rubén Darío llega a medir un metro noventa la poesía en castellano estaría aún en Núñez de Arce.”

Augusto Monterroso (1920–2003) escritor hondureño

Fuente: Movimiento perpetuo.
Fuente: Movimiento perpetuo, 127, 15 de marzo, 2019, Augusto Monterroso, 1991, books.google.es, ES https://books.google.es/books?isbn=9684113404,

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“Llamo a la novela poesía, aunque las novelas, por lo general, se escriben en prosa, porque ni son historias, ni ciencia, ni filosofía, y aunque no estén en verso no dejan de ser parte de la imaginación poética… Poesía, pues son las novelas, aunque poesía libre de metro y con mayor licencia para descender de lo sublime y noble a lo vulgar y pedestre que lo estrictamente se llama poesía.”

Juan Valera (1824–1905) escritor, diplomático y político español (1824-1905)

En el artículo muestra su disconformidad con la definición de novela dada por entonces por la Real Academia de la Lengua.
Fuente: Artículo De la naturaleza y carácter de la novela. Don Juan Valera y su relación con las literaturas extranjeras. Autor: Moreno Hurtado, Antonio. Editor Antonio Moreno Hurtado, 2015, Editorial Delegación provincial de turismo y deporte de la Junta de Andalucía. Página 17. https://books.google.es/books?id=rc0WBgAAQBAJ&printsec=frontcover&dq=Juan+Valera&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjBrNWsms3fAhVxQRUIHcHxA6QQ6AEIKDAA#v=onepage&q=Juan%20Valera&f=false

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“Mi corazón entró en sobrecarga. No recuerdo que hubiera tantos guardias, estaban a solo 50 yardas (45,72 metros) de mí.”

Lee Hyeon-Seo (1980)

Refiriéndose a la noche en que ayudó a escapar de Corea del norte a su madre y a su hermano.
Original: «My heart went into overdrive. I didn’t remember there being so many guards. they were just 50 yards away from me.»

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