Frases sobre muerte
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“No temas morir. La muerte no es más que una parada.”

Pitágoras (-585–-495 a.C.) filósofo y matemático griego

Fuente: [Señor] (1997), p. 387.

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“Aún no he muerto… amigo mío; ahora les toca a ustedes terminar la obra comenzada, siguiendo el camino que les he trazado.”

Daniel Alcides Carrión (1857–1885) científico peruano

Esto lo dijo antes de morir, tras inocularse la enfermedad de la verruga peruana.
Fuente: Dragoni, Sergio Alberto. Héroes y Villanos de la Medicina, las dos caras de la moneda. Editorial Dunken, 2012. ISBN 9789870262299. p. 77. https://books.google.es/books?id=vbHiKODdd-0C&pg=PA77&dq=A%C3%BAn+no+he+muerto...+amigo+m%C3%ADo;+ahora+les+toca+a+ustedes+terminar+la+obra+comenzada,+siguiendo+el+camino+que+les+he+trazado&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiE8uWFscHgAhWK2hQKHQajAaIQ6AEIKDAA#v=onepage&q=A%C3%BAn%20no%20he%20muerto...%20amigo%20m%C3%ADo%3B%20ahora%20les%20toca%20a%20ustedes%20terminar%20la%20obra%20comenzada%2C%20siguiendo%20el%20camino%20que%20les%20he%20trazado&f=false

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“¡Ahora lo sé!: ¡La vida es una sucesión de casualidades, y nada es verdad! Sólo la muerte existe.”

Gonzalo Arango (1931–1976) poeta, periodista y filósofo colombiano

Fuente: Arango, Gonzalo. Ultima página. Colección de periodismo. Edición reimpresa. Editorial Universidad de Antioquía, 1965. ISBN 9789586553551. p. 38.
Fuente: Un girasol para mi muerte, Bogotá, 27 de septiembre de 1965.
Fuente: Cromos, números 2504-2518. Publicado en 1965. p. 72.

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“Una civilización que niega a la muerte, acaba por negar a la vida.”

Octavio Paz (1914–1998) poeta, escritor, ensayista y diplomático mexicano

El laberinto de la soledad / Postdata / Vuelta a El laberinto de la soledad

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“El suicidio, crónica de una muerte anunciada. Morir para salir del atolladero de la existencia por tus propias piernas.”

Ruth Baza (1972) Escritora y periodista española

Fuente: La primera vez: una producción de Elías Querejeta

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“… Nadie es una isla por completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de un continente, una parte de la Tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la mansión de uno de tus amigos, o la tuya propia; por eso la muerte de cualquier hombre arranca algo de mi, porque estoy ligado a la humanidad; y por tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas, porque están doblando por ti…”

John Donne (1572–1631)

Cita inicial en la novela Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway.[Sin fuentes]
Original: «... No man is an island, entire of itself; every man is a piece of the continent, a part of the main. If a clod be washed away by the sea, Europe is the less, as well as if a promontory were, as well as if a manor of thy friend's or of thine own were: any man's death diminishes me, because I am involved in mankind, and therefore never send to know for whom the bells tolls; it tolls for thee...».
Variante: Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.
Fuente: XVII. Meditation. Nunc lento sonitu dicunt, morieris. «Now, this bell tolling softly for another, says to me: Thou must die.»
Fuente: [Donne], John (en inglés). Devotions upon Emergent Occasions.... Ann Arbor Paperbacks/The University of Michigan Press, 1959. http://www.gutenberg.org/files/23772/23772-h/23772-h.htm Project Gutenberg eBook. Consultado el 15 de septiembre de 2019.

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“No le dijo a nadie que se iba, no se despidió de nadie, con el hermetismo férreo con que sólo le reveló a la madre el secreto de su pasión reprimida, pero a la víspera del viaje cometió a conciencia una locura última del corazón que bien pudo costarle la vida. Se puso a la medianoche su traje de domingo, y tocó a solas bajo el balcón de Fermina Daza el valse de amor que había compuesto para ella, que sólo ellos dos conocían y que fue durante tres años el emblema de su complicidad contrariada. Lo tocó murmurando la letra, con el violín bañado en lágrimas, y con una inspiración tan intensa que a los primeros compases empezaron a ladrar los perros de la calle, y luego los de la ciudad, pero después se fueron callando poco a poco por el hechizo de la música, y el valse terminó con un silencio sobrenatural. El balcón no se abrió, ni nadie se asomó a la calle, ni siquiera el sereno que casi siempre acudía con su candil tratando de medrar con las migajas de las serenatas. El acto fue un conjuro de alivio para Florentino Ariza, pues cuando guardó el violín en el estuche y se alejó por las calles muertas sin mirar hacia atrás, no sentía ya que se iba la mañana siguiente, sino que se había ido desde hacía muchos años con la disposición irrevocable de no volver jamás..”

El amor en los tiempos del cólera (1985)

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“Punk rock esta muerto… y yo lo maté.”

Billie Joe Armstrong (1972) vocalista, compositor y guitarrista de la banda Green Day
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“Si bajara un enviado del cielo y me garantizase que mi muerte fortalecería nuestra lucha, diría que hasta valdría la pena.”

Chico Mendes (1944–1988) Recolector de caucho, sindicalista y activista ecologista brasileño (1944-1988)

en efecto, Chico fue asesinado a causa de su lucha contra la deforestación en el Amazonas.
Fuente: Développement Durable : Education citoyenne à l'environnement et à la Paix.

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“He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirle que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección: Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño.”

Óscar Romero (1917–1980) IV Arzobispo de San Salvador entre 1977 y 1980

en una entrevista concedida al periodista guatemalteco José Calderón Salazar, corresponsal del Diario Excelsior en Guatemala, 2 semanas antes de su muerte

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“Esa paz tan estimable se compra al duro precio de la sangre y de la muerte.”

Manuel Belgrano (1770–1820) político y militar argentino

Fuente: Gutiérrez, Juan María. Noticias historicas sobre el oríjen y desarrollo de la enseñanza publica superior en Buenos Aires desde la época de la extinción de la Compañía de Jesús en el año 1767 hasta poco después de fundada la universidad en 1821: con notas, biografias, datos estadísticos y documentos curiosos inéditos ó .... Editor J.M. Cantilo, 1868. p. 199.

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“Debo empezar por unas disculpas ("mal comienzo", decía mi abuela).

¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar de todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que, durante años y años, se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra que acabamos por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte "natural", es decir, de sarampión, tosferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares? ¿Nuestros muertos, tan mayoritariamente muertos, tan democráticamente muertos de pena porque nadie hacía nada, porque todos los muertos, nuestros muertos, se iban así nomás, sin que nadie llevara la cuenta, sin que nadie dijera, por fin, el "¡YA BASTA!", que devolviera a esas muertes su sentido, sin que nadie pidiera a los muertos de siempre, nuestros muertos, que regresaran a morir otra vez pero ahora para vivir? ¿Los que nos negaron el derecho y don de nuestras gentes de gobernar y gobernarnos? ¿Los que negaron el respeto a nuestra costumbre, a nuestro color, a nuestra lengua? ¿Los que nos tratan como extranjeros en nuestra propia tierra y nos piden papeles y obediencia a una ley cuya existencia y justeza ignoramos? ¿Los que nos torturaron, apresaron, asesinaron y desaparecieron por el grave "delito" de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un pedazo chico, sólo un pedazo al que se le pudiera sacar algo para completar el estómago?

¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?

¿El presidente de la república? ¿Los secretarios de estado? ¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército federal? ¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Galio y Nexos? ¿Los medios de comunicación? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil?

¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?”

Subcomandante Marcos (1957) ideólogo del EZLN
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“Oh, tú, el más sabio y bello de los ángeles,
Dios traicionado por el destino y de alabanzas privado,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Oh, Príncipe del exilio, a quien se ha agraviado,
y que, vencido, siempre más poderoso vuelves a levantarte,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que todo lo sabes, gran Rey de las cosas subterráneas,
tú, familiar sanador de las angustias humanas,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que, hasta a los leprosos y los parias malditos,
enseñas mediante el amor el sabor del Paraíso,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Oh tú que de la Muerte, esa amante vieja y poderosa,
engendras la Esperanza, esa adorable loca,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que das al condenado esa mirada en torno al cadalso
que, arrogante y serena, a todo un pueblo condena,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que sabes en qué rincón de las tierras ansiosas
el celosos Dios ocultó sus piedras preciosas,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú cuya clara mirada conoce los profundos arsenales
en donde duerme amortajado el pueblo de los metales,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú cuya extendida mano oculta los precipicios
al sonámbulo que vaga al borde de los edificios,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que, mágicamente, haces flexibles los viejos huesos
del borracho rezagado al que los caballos atropellaron,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que, para consolar al frágil que sufre,
nos enseñas a mezclar el salitre y el azufre,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que pones tu marca, oh cómplice sutil,
en la frente del Creso despiadado y vil,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que pones en el corazón de las muchachas
el culto a las heridas y el amor a los harapos,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Báculo del desterrado, lámpara del inventor,
confesor del ahorcado y del conspirador,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Padre adoptivo de aquellos a quienes, en su negra cólera,
Dios padre del Paraíso terrenal expulsó,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!¡Gloria y alabanza a ti, Satán, en las alturas
del Cielo, donde reinas, y en las profundidades
del Infierno, donde, vencido, en silencio sueñas!
¡Haz que mi alma un día, bajo el árbol de la Ciencia,
cerca de ti descanse, en la hora en que sobre tu frente
como un Templo nuevo sus ramas se extiendan!”

Les Fleurs du Mal

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“La mayoría de la muerte de la gente es una farsa, no queda en ellos nada que pueda morir”

Charles Bukowski (1920–1994) escritor y poeta estadounidense

The Captain Is Out To Lunch And The Sailors Have Taken Over The Ship

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“Alguien me está gestando indefiniblemente. Sé que naceré muerta.”

Alejandra Pizarnik (1936–1972) poeta argentina

Diarios: edición definitiva

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“La vejez es una isla rodeada de muerte.”

Juan Montalvo (1832–1889) escritor ecuatoriano

Fuente: Amate Pou, Jordi. Paseando por una parte de la Historia: Antología de citas. Penguin Random House Grupo Editorial España, 2017. ISBN 9788417321871, p. 107.
Fuente: Siete Tratados.

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“¿Cuál es el animal que después de muerto da muchas vueltas? El pollo asado.”

Woody Allen (1935) director de cine estadounidense

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“Tenemos conocimiento del orden, la constancia y perpetua renovación del mundo material que nos rodea. A pesar de que cada una de sus partes es frágil y transitoria y que son inquietos y migratorios sus elementos, sin embargo, perdura. Está sometido a una ley de permanencia, y aunque muere una y otra vez, siempre vuelve a la vida. La disolución no hace más que dar nacimiento a nuevos modos de organización, y una muerte es la madre de mil vidas. Por lo tanto, cada hora es sólo un testimonio de cuán efímera y, sin embargo, segura y cierta es la gran totalidad. Es como una imagen en el agua, que siempre es la misma, aunque el agua fluya constantemente. El sol se esconde para levantarse de nuevo, el día es engullido por la oscuridad de la noche, para nacer de ella, tan puro como si nunca se hubiera apagado. La primavera se convierte en verano y, a través del verano y el otoño, en invierno, para retornar, con mayor seguridad, a triunfar sobre esa tumba hacia la cual se ha acercado rápidamente desde su primera hora. Nosotros lloramos los capullos de mayo por que se van a marchitar, pero sabemos que mayo es un día que se vengará de noviembre, por la rotación de ese solemne círculo que nunca se detiene, el cual nos enseña, en la cúspide de nuestra esperanza, que hemos de ser siempre equilibrados y que, en la profundidad de la desolación, no debemos desesperarnos nunca.”

John Henry Newman (1801–1890)

La Segunda Primavera

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“Para mí Dios jamás ha muerto, porque nunca ha vivido en mi alma.”

Un hombre acabado (1913)
Variante: Para mí, Dios no ha muerto, porque nunca había estado vivo en mi ánima.