Frases sobre fondo
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“Verdad y libertad están estrechamente enlazadas, aunque en el fondo sea más la verdad la que genere principalmente la libertad y no tanto la libertad la que genere principalmente la verdad, aunque la interrelación no puede romperse en modo alguno y cada uno de los extremos es necesario para el otro.”

Ignacio Ellacuría (1930–1989) sacerdote jesuita español. Teólogo de la Liberación asesinado en El Salvador

Fuente: I. Ellacuría, “ Universidad, Derechos Humanos y Mayorías Populares http://www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/Universidad,%20derechos%20humanos%20y%20mayorias%20populares.pdf”, Estudios Centroamericanos (ECA), No. 406, 1982, p. 794, citado por Héctor Samour en Filosofía y liberación, en la web de la Universidad Centroamericana http://www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/samour1.html#_edn25

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“me habia quedado tambien casi por completo sin contactos con quienes anteriormente mehabia permitido confrontaciones, es decir, confrontaciones intelectuales en diálogos y discusiones, de todas esas personas, con mi inmersión cada vez más rigurosa en mi trabajo científico, em había apartado y mantenido alejado cada vez más y, como tuve que comprender de pronto, de la forma más peligrosa y, a partir de un momento determinado, no había tenido ya fuerzas para reanudar todos esos lazos intelectuales necesarios, ciertamente había comprendido de pronto que, sin esos contactos, difícilmente podría avanzar, que sin esos contactosm probablemente, en un plazo previsible, no podría ya pensar, que pronto tampoco podría ya existir, pero me faltaban fuerzas para detener, mediante mi propia inicativa, lo que veía ya que se me acercaba, la atrofia de mi pensamiento producida por el apartamiento voluntariamente provocado, de todas las personas suceptibles de un contacto que excediera del más imprescindible, del llamado vernáculo, simplemente del derivado de las necesidades más apremiantes de la existencia en mi casa y su entorno inmediato, y habían pasado años ya desde que había dejado de mantener correpondencia, totalmente absorbido en mis ciencias, había dejado pasar el momento en que todavía hubiera sido posible reanudar esos contactos y correspondencia abandonados, todos mis esfuerzos en ese sentido habían fracasado siempre, porque en el fondo me habían faltado ya por completo, si no las fuerzas para ello, sí, probablemente, la voluntad de hacerlo, y aunque en realidad había comprendido claramente que el camino que había tomado y había seguido ya durante años no era el verdadero camino, que sólo podía ser un camino hacia el aislamiento total, aislamiento no sólo de mi mente y de mi pensamiento, sino en realidad aislamiento de todo mi ser, de toda mi existencia, siempre espantada ya, de todos modos, por ese aislamiento, no había hecho ya nada para remediarlo, había seguido avanzando siempre por ese camino, aunque siempre horrorizado por su lógica, temiendo continuamente ese camino en el que, sin embargo, no hubiera podido ya dar la vuelta; había previsto ya muy pronto la catástrofe, pero no había podido evitarla y, en realidad, se había producido ya mucho antes de que yo la reconociera como tal. Por un lado, la necesidad de aislarse por amor al trabajo científico es la primera de las necesidades deun intelectual, por otro, sin embargo, el peligro de que ese aislamiento se produzca de una forma demasiado radical que, en fin de cuentas, no tenga ya consecuencias estimulantes como se pretendía, sino inhibidoras e incluso aniquiladoras, en el trabajo intelectual es el mayor de los peligros y, a partir de cierto momento, mi aislamiento del entorno por amor a mi trabajo científico (sobre los anticuerpos) había tenido precisamente esas consecuencias aniquiladoras en mi trabajo científico. La comprensión llega siempre, como había tenido que reconocer en mi mente de la forma más dolorosa, demasiado tarde y sólo queda, si es que queda algo, la desesperación, o sea, la comprensión directa del hecho de que ese estado devastador y, por tanto, intelectual, sentimental y, en fin de cuentas corporalmente devastador, surgido de pronto, no puede cambiarse ya, ni por ningún medio.”

Yes

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“El amor no es sólo un sentimiento; es una fuerza, una que, en el fondo, es más poderosa que cualquier tipo de violencia.”

Marianne Williamson (1952) escritora estadounidense

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“El Alquimista cogió un libro que alguien de la caravana había traído. El volumen estaba sin las tapas, pero logró identificar su autor: Oscar Wilde. Mientras lo hojeaba, encontró una historia sobre Narciso.
El Alquimista conocía la leyenda de Narciso, un hermoso muchacho que todos lod días iba a contemplar su propia belleza en el lago. Estaba tan fascinado por sí mismo, que un día cayó dentro del lago y murió ahogado. En el lugar donde cayó nació una flor a la que llamaron narciso.
Pero no era así como Oscar Wilde ponía fin a la historia.
Él decía que cuando Narciso murió, vinieron las Oréiadas-diosas del bosque- y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulce, en un cántaro de lágrimas saladas.
- Por qué lloráis?- preguntaron las Oréiadas.
- Lloro por Narciso,- respondió el lago.
- Oh, no nos extraña que lloréis por Narciso- prosiguieron diciendo ellas-. Al gin y al cabo, a pesar de que todas nosotras le perseguíamos siempre a través del bosque, vos erais el único que tenía la oportunidad de contemplar de cerca su belleza.
- Entonces, ¿era bello Narciso?- preguntó el lago.
- ¿Quién sino vos podría saberlo?- respondieron, sorprendidas, las Oréiadas-. Después de todo, era sobre vuestra orilla donde él se inclinaba todos los días.
El lago quedóse inmóvil unos instantes. Finalmento dijo:
- Lloro por Narciso, pero nunca me habñia dado cuenta de que Narciso fuese bello.
- Lloro por Narciso porque cada vez que él se recostaba sobre mi orilla yo podía ver, en el fondo de sus ojos, mi propia belleza reflejada.

Qué historia tan hermosa- dijo el Alquimista.”

Paulo Coelho (1947) escritor brasileño
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“Cuando volví a verlo, cuando iniciamos esta segunda amistad que espero no terminará ya nunca, dejé de pensar en toda forma de ataque. Quedó resuelto que no le hablaría jamás de Inés ni del pasado y que, en silencio, yo mantendría todo aquello viviente dentro de mí. Nada más que esto hago, casi todas las tardes, frente a Roberto y las caras familiares del café. Mi odio se conservará cálido y nuevo mientras pueda seguir viviendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo café. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del río; el Bob que no podía mentir nunca; el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plácido en todo eso frente al hombre de dedos sucios de tabaco llamado Roberto, que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una mujer a quien nombra “mi señora”; el hombre que se pasa estos largos domingos hundido en el asiento del café, examinando diarios y jugando a las carreras por teléfono.

Nadie amó a mujer alguna con la fuerza con que yo amo su ruindad, su definitiva manera de estar hundido en la sucia vida de los hombres. Nadie se arrobó de amor como yo lo hago ante sus fugaces sobresaltos, los proyectos sin convicción que un destruido y lejano Bob le dicta algunas veces y que sólo sirven para que mida con exactitud hasta donde está emporcado para siempre.

No sé si nunca en el pasado he dado la bienvenida a Inés con tanta alegría y amor como diariamente le doy la bienvenida a Bob al tenebroso y maloliente mundo de los adultos. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo he visto lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. En el fondo sé que no se irá nunca porque no tiene sitio donde ir; pero me hago delicado y paciente y trato de conformarlo. Como ese puñado de tierra natal, o esas fotografías de calles y monumentos, o las canciones que gustan traer consigo los inmigrantes, voy construyendo para él planes, creencias y mañanas distintos que tienen luz y el sabor del país de juventud de donde él llegó hace un tiempo. Y él acepta; protesta siempre para que yo redoble mis promesas, pero termina por decir que sí, acaba por muequear una sonrisa creyendo que algún día habrá de regresar al mundo de las horas de Bob y queda en paz en medio de sus treinta años, moviéndose sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.”

Juan Carlos Onetti (1909–1994) Escritor uruguayo

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“Deben también preocuparse por la situación de los trabajadores de los pueblos hermanos de América Latina, que sufren miseria, ignorancia y dictaduras. Mientras nuestros pueblos sigan aislados no podrán alcanzar un rápido mejoramiento ni una transformación de fondo.”

Arturo Frondizi (1908–1995) abogado y político argentino. Presidente de la Nación Argentina (1958-1962)

Diputado, A los trabajadores, Radio Slendid, 1 de mayo de 1956
Fuente: Titto y Luna, 2010, p. 40.

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“En el fondo, a todas las mujeres les gustan los piropos. Aquellas que dicen que no, que me ofende, no les creo nada. No hay nada mas lindo que te digan que lindos ojos, aunque este acompañado de una grosería. que les digan qué lindo culo tenés, esta todo bien.”

Mauricio Macri (1959) Rey de Argentinua

http://www.clarin.com/politica/Macri-mujeres-gustan-piropos-tenes_0_1124887891.html
Fuente: https://www.clarin.com/politica/macri-mujeres-gustan-piropos-tenes_0_B1MdFTaqDQx.html.

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“A fuerza de ir al fondo de las cosas, uno acaba quedándose allí.”

Jean Cocteau (1889–1963) poeta, novelista, dramaturgo, pintor, ocultista, diseñador, crítico y cineasta francés (1889-1963)

Fuente: [Albaigès Olivart] (1997), p. 137.

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“En mi opinión, la cuestión de la abolición de la esclavitud no es solamente una cuestión de interés para Francia, sino además una cuestión de honor. Se ha dicho mucho que la abolición de la esclavitud se debía sólo al cristianismo. Dios me guarde de apartarme del respeto que debo a esta santa doctrina, pero por eso es muy necesario que yo lo diga, Señores, la emancipación tal como la vemos incluso en las islas inglesas, es producto de una idea francesa (…) Digo que somos nosotros quienes, destruyendo en todo el mundo el principio de las castas, de las clases, reencontrando, como se ha dicho, los títulos del género humano que estaban perdidos, somos nosotros quienes volcando en todo el mundo la noción de igualdad de todos los hombres ante la ley, igual que el cristianismo había creado la idea de todos los hombres ante Dios, digo que somos nosotros los verdaderos autores de la abolición de la esclavitud.
El cristianismo, hace doscientos años, eso es cierto, destruyó la servidumbre en el mundo, pero después la había dejado renacer. Todavía hace cincuenta años, el cristianismo dormía al lado de la esclavitud y dejaba, sin reclamar, que pesara sobre una parte de la especie humana. Somos nosotros, Señores, quienes lo hemos despertado; es del movimiento de nuestras ideas de lo que ha surgido ese movimiento admirable de celo religioso, en el que vemos los efectos en las colonias inglesas; somos nosotros quienes hemos hecho ver a los hombres religiosos lo que había de horrible y al mismo tiempo lo que se podría destruir en la esclavitud; somos nosotros quienes les hemos mostrado que la esclavitud no era solamente contraria a las leyes de Dios, sino que debía desaparecer de las leyes humanas. En una palabra, somos nosotros, quienes hemos creado la creencia que la filantropía religiosa de los Ingleses ha realizado tan noblemente, tan felizmente.
Y subrayad, Señores, no solamente la abolición de la esclavitud, sino la idea de la abolición de la esclavitud, esta gran y santa idea ha surgido del mismo fondo del espíritu moderno francés; mejor aún la ven sostenerse más o menos del espíritu de la nación, según que la propia nación sienta más o menos avivar o apagar en su corazón los grandes principios de la Revolución.”

Alexis De Tocqueville (1805–1859) pensador, jurista, político, e historiador francés

Tocqueville, Conclusion de son discours à la Chambre pour défendre l’abolition le 30 mai 1845.
Citas de sus obras completas, Condena del genocidio de los indios de América del Norte y de la esclavitud
Fuente: [Tocqueville, Alexis de, Gallimard (1962), Écrits et discours politiques: écrits sur l'Algérie, les colonies, l'abolition de l'esclavage, l'Inde, p.p. 124-125, Œuvres complètes, Tomo III]

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“Un viajero no ve nada a fondo: su mirada resbala sobre los objetos sin penetrarlos.”

Honoré De Balzac (1799–1850) novelista francés

Fuente: Viajar, sentir y pensar. Volumen 14 de Cuadernos Livingstone. Autores Santiago Tejedor (ed.), José Manuel Pérez Tornero (ed.). Editorial UOC, 2015. ISBN 9788490646274.

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“El odio es un borracho en el fondo de una taberna, que constantemente renueva su sed con la bebida.”

Charles Baudelaire (1821–1867) poeta y crítico de arte francés

Fuente: [Palomo Triguero] (1997), p. 214.
Fuente: [Ortega Blake] (2013), p. 2947.

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“Se aprecia mucho mejor el fondo de los valles cuando se está en la cumbre de las montañas.”

Napoleon Bonaparte (1769–1821) político y militar francés

Citas de Napoleón, Otras (por colocar)

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“Pensad antes de obrar y no comencéis nada sin haber consultado las circunstancias bien a fondo.”

René Descartes (1596–1650) filósofo, matemático y físico francés, considerado el padre de la geometría analítica y de la filosofía mod…

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“Es un pozo sin fondo. Aún tiene mucho que decir.”

Bob Dylan (1941) músico, cantante y poeta estadounidense
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“Todo chiste, en el fondo, encubre una verdad.”

Sigmund Freud (1856–1939) médico neurólogo austriaco, considerado el padre del psicoanálisis
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“En el fondo de toda gran impotencia encontramos un sentimiento de tranquilidad.”

Marguerite Yourcenar (1903–1987) escritora francesa

Alexis o el tratado del inútil combate (1929)

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“… en el fondo no ha habido más que un cristiano y ése murió en la cruz.”

Fuente: El Anticristo, maldición sobre el cristianismo (1888), XXXIX

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“¿Usted ha visto caminar a Henry Fonda? Pues eso es el cine.”

John Ford (1894–1973) cineasta

respondiendo en una entrevista a la pregunta «¿qué es el cine para usted?».

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