Frases sobre casa
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“Mi querida: Tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo apunto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza -y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte.
Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria.
Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra. Escribíme, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip (¿rosa o verde?) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo.
Julio”

Julio Cortázar (1914–1984) escritor argentino
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“El poder de las viejas es inmenso. No es verdad que las manden a esta Casa para que pasen sus últimos días en paz, como dicen ellos. Esto es una prisión, llena de celdas, con barrotes en las ventanas, con un carcelero implacable a cargo de las llaves. Los patrones las mandan a encerrar aquí cuando se dan cuenta de que les deben demasiado a estas viejas y sienten pavor porque estas miserables, un buen día, pueden revelar su poder y destruirlos. Los servidores acumulan los privilegios de la miseria. Las conmiseraciones, las burlas, las limosnas, las ayuditas, las humillaciones que soportan los hacen poderosos. Ellas conservan los instrumentos de la venganza porque van acumulando en sus manos ásperas y verrugosas esa otra mitad de sus patrones, la mitad inútil, descartada, lo sucio y lo feo que ellos, confiados y sentimentales, les han ido entregando con el insulto de cada enagua gastada que les regalan, cada camisa chamuscada por la plancha que les permiten que se lleven. ¿Cómo no van a tener a sus patrones en su poder si les lavaron la ropa, y pasaron por sus manos todos los desórdenes y suciedades que ellos quisieron eliminar de sus vidas? Ellas barrieron de sus comedores las migas caídas y lavaron los platos y las fuentes y los cubiertos, comiéndose lo que sobró. Limpiaron el polvo de sus salones las hilachas de sus costuras, los papeles arrugados de sus escritorios y sus oficinas. Restablecieron el orden en las camas donde hicieron el amor legítimo o ilegítimo, satisfactorio o frustrador, sin sentir asco ante esos olores y manchas ajenos. Cosieron los jirones de sus ropas, les sonaron las narices cuando niños, los acostaron cuando llegaron borrachos y limpiaron vómitos y meados, zurcieron sus calcetines y lustraron sus zapatos, les cortaron las uñas y los callos, les escobillaron la espalda en el baño, los peinaron, les pusieron lavativas y les dieron purgantes y tisanas para la fatiga, el cólico o la pena. Desempeñando estos menesteres, las viejas fueron robándose algo integral de las personas de sus patrones al colocarse en su lugar para hacer algo que ellos se negaban a hacer… y la avidez de ellas crece al ir apoderándose de más cosas, y codician más humillaciones y más calcetines viejos regalados como dádivas, quieren apoderarse de todo.”

The Obscene Bird of Night

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“Blanca, en cambio, se había acostumbrado a vivir sola. Terminó por encontrar paz
en sus quehaceres de la gran casa, en su taller de cerámica y en sus Nacimientos de
animales inventados, donde lo único que correspondía a las leyes de la biología era la
Sagrada Familia perdida en una multitud de monstruos. El único hombre de su vida era
Pedro Tercero, pues tenía vocación para un solo amor. La fuerza de ese
inconmovible sentimiento la salvó de la mediocridad y de la tristeza de su destino.
Permanecía fiel aun en los momentos en que él se perdía detrás de algunas ninfas de
pelo lacio y huesos largos, sin amarlo menos por ello. Al principio creía morir cada vez
que se alejaba, pero pronto se dio cuenta de que sus ausencias duraban lo que un
suspiro y que invariablemente regresaba más enamorado y más dulce. Blanca prefería
esos encuentros furtivos con su amante en hoteles de cita, a la rutina de una vida en
común, al cansancio de un matrimonio y a la pesadumbre de envejecer juntos
compartiendo las penurias de fin de mes, el mal olor en la boca al despertar, el tedio
de los domingos y los achaques de la edad. Era una romántica incurable. Alguna vez
tuvo la tentación de tomar su maleta de payaso y lo que quedaba de las joyas del
calcetín, e irse con su hija a vivir con él, pero siempre se acobardaba. Tal vez temía
que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la
más terrible de todas: la convivencia. Alba estaba creciendo muy rápido y comprendía
que no le iba a durar mucho el buen pretexto de velar por su hija para postergar las
exigencias de su amante, pero prefería siempre dejar la decisión para más adelante.
En realidad, tanto como temía la rutina, la horrorizaba el estilo de vida de Pedro
Tercero, su modesta casita de tablas y calaminas en una población obrera, entre
cientos de otras tan pobres como la suya, con piso de tierra apisonada, sin agua y con
un solo bombillo colgando del techo. Por ella, él salió de la población y se mudó a un
departamento en el centro, ascendiendo así, sin proponérselo, a una clase media a la
cual nunca tuvo aspiración de pertenecer. Pero tampoco eso fue suficiente para Blanca.
El departamento le pareció sórdido, oscuro, estrecho y el edificio promiscuo. Decía que
no podía permitir que Alba creciera allí, jugando con otros niños en la calle y en las
escaleras, educándose en una escuela pública. Así se le pasó la juventud y entró en la
madurez, resignada a que los únicos momentos de placer eran cuando salía
disimuladamente con su mejor ropa, su perfume y las enaguas de mujerzuela que a
Pedro Tercero cautivaban y que ella escondía, arrebolada de vergüenza, en lo más
secreto de su ropero, pensando en las explicaciones que tendría que dar si alguien las
descubría. Esa mujer práctica y terrenal para todos los aspectos de la existencia,
sublimó su pasión de infancia, viviéndola trágicamente. La alimentó de fantasías, la idealizó, la defendió con fiereza, la depuró de las verdades prosaicas y pudo convertirla
en un amor de novela.”

The House of the Spirits

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“El chófer me previno: Cuidado, sabio, en esa casa matan. Le contesté: Si es por amor no importa.”

Gabriel García Márquez (1927–2014) modelo de bigotes

Memoria de mis putas tristes

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“Las niñas decentes se van a la cama a las seis de la tarde para llegar temprano a su casa”.”

Sara Sefchovich (1949) historiadora mexicana

La suerte de la consorte: Las esposas de los gobernantes de México:historia de un olvido y relato de un fracaso

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“Ni un solo instante apartó la mirada de Daisy; creo que revalorizaba todo cuanto había en su casa, de acuerdo con la medida de aprobación que leía en sus adorables pupilas. A veces miraba sus posesiones asombrado, como si en la real y sorprendente presencia de Daisy, nada fuera ya real.”

Francis Scott Fitzgerald (1896–1940) escritor estadounidense

The Great Gatsby
Variante: Ni un solo instante apartó la mirada de Daisy; creo que revalorizaba todo cuanto había en su casa, de acuerdo con la medida de aprobación que leía en sus adorables pupilas. A veces miraba sus poseciones asombrado, como si en la real y sorprendente presencia de Daisy, nada fuera ya real.

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“Me quedaba quieto igual que una vez, cuando tenía cinco años, que estábamos de visita en casa de un tío. La conversación de grandes me había dado sueño y me recosté en el sillón. Mi tío me apoyó sobre sus piernas y siguió conversando mientras me acariciaba la cabeza. Me despabiló por completo esa mano grande pasando suave por mis cabellos, pero seguí haciéndome el dormido porque, de alguna manera, supe que esos mimos eran porque creían que no me daba cuenta, curioso. Oí cuando mi madre dijo: Éste se está haciendo el dormido. Y a mi tío responderle que no, que estaba dormido en serio, sentí como su mano tocaba mis párpados y debo haberme acordado de algún perro que vi durmiendo, porque hasta los ojos para atrás puse con tal de que siguierna acariciándome la cabeza. Quien sabe cómo hace uno, a los seis años, para ya saber que hay cosas que se terminan si uno se despierta. No me pregunté entonces porqué se terminaba tanta ternura si se daban cuenta de que estaba despierto. ¿Sería posible que alguien te acariciara aunque estuvieras despierto? Eso lo aprendí de grande, como también, a oir el amor callado de los que sólo te acarician si te ven dormido, por pudor, por vergüenza, por campesina falta de costumbre de decir cuánto se quiere y también porque les gana el sentimiento.”

Luis Pescetti (1958) músico y escritor argentino

El Ciudadano de MIS Zapatos (Narrativas Argentinas)

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“De Emanuel Swedenborg, al que Kant llamó “visionario”, cuenta Borges que “hablaba con los ángeles por las calles de Londres”. Aunque fue un científico notable (hizo los planos de un avión y un submarino, descubrió el funcionamiento de las glándulas endocrinas, lanzó la hipótesis de la formación nebulosa del Sistema Solar, etcétera…), su verdadera especialidad fue el Mas Allá, la posvida en el Cielo y el Infierno. Explicó que al comienzo los condenados no son conscientes de su muerte y creen que continúan en su esfera cotidiana: les rodean los muebles y utensilios familiares, los paisajes conocidos. Poco a poco, van produciéndose desapariciones —la butaca favorita, el piano, una ventana, las flores del jardín…— y luego surgen en lugar de lo desvanecido formas equivocadas o amenazadoras. Por fin se dan cuenta de que no están en casa sino en el Infierno y empieza su eterna condena.
Creo poder confirmar esta tesis de Swedenborg. Hace tiempo que las cosas de mi mundo se van difuminando, pierden sustancia. Los libros siguen presentes y tentadores, pero al abrirlos algo ha drenado su savia hasta dejarlos huecos, exánimes. Las películas nuevas son peores que las antiguas, las antiguas peores de lo que las recordaba: sentado ante el televisor con desasosiego ya no siento la expectativa feliz porque ahora nadie apoya sus pies en mi regazo. Se fue el disfrute… Y los sitios que recorrimos juntos están hoy cubiertos de sudarios, como esas sábanas que tapan las formas incómodas de los muebles en una casa abandonada. Los platos más sabrosos, crujientes, aromáticos… comienzan a deleitarme la boca pero luego adquieren insipidez y amargura de ceniza. Llega el infierno y se revela mi condena, la más atroz: creer que estoy vivo y que es ella la que ha muerto. Hoy hace ya dos años.”

Fernando Savater (1947) filósofo español
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“No se debería permitir a ninguna mujer que se quedara en casa para criar a sus hijos. La sociedad tendría que ser completamente distinta. Las mujeres no deberían tener esa opción, precisamente porque si existe tal opción, demasiadas mujeres la van a tomar.”

Simone de Beauvoir (1908–1986) escritora, intelectual, filósofa existencialista, activista política, feminista y teórica social francesa

Reflexiones
Fuente: De un diálogo con Betty Friedan en Saturday Review, 14 de junio de 1975, pág. 18, citado en Sommers, 1994, pág. 18. Tomada del libro "La tabla rasa" de Steven Pinker.

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“Antes de que fuera secuestrado mi hijo, yo era una mujer del montón, un ama de casa más. Yo no sabía muchas cosas. No me interesaban.”

Hebe de Bonafini (1928) activista argentina

Hebe de Bonafini en octubre de 1982, en una iglesia de Legazpi, Madrid. Fuente: Carta abierta a Hebe de Bonafini, por el Grupo de Propaganda Marxista, 2003. http://www.nodo50.org/gpm/madres/08.htm

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“Planto flores y las veo crecer, me quedo en casa y miro el río fluir.”

George Harrison (1943–2001) músico británico

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“He dicho muchas veces que no me gusta el estilo de vida de los ricos. Ahora soy rico, pero hace 10 años no lo era. Y me da igual. No soy más feliz que entonces. El dinero no debe cambiarte la vida. No le veo sentido a tanta publicidad para que te tengas que comprar un coche más caro, una casa más grande. No tiene sentido.”

Pável Dúrov (1984) emprendedor ruso

Fuente: Jiménez Cano, Rosa. No me gusta el estilo de vida de los ricos Entrevista publicada en el periódico El País el 14 de diciembre de 2014. https://elpais.com/tecnologia/2014/12/11/actualidad/1418321419_151722.html Consultado el 20 de mayo de 2019.

“Las mujeres tenemos una tenacidad y una dedicación que de pronto el otro género no tiene. Afrontamos las cosas de una manera diferente (…) Tener distintos roles en la sociedad: ser madre, esposa, ahora somos profesionales, ya no nos quedamos en la casa. También somos las que aportamos (financieramente). Tenemos un sentido que no tienen los hombres.”

Fuente: Rodríguez, Margarita. 10 mujeres que lideran la ciencia en América Latina. Publicado en BBC Mundo el 16 de octubre de 2013. https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/10/130930_ciencia_mujeres_cientificas_mr Consultado el 11 de enero de 2019.

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“Fui a un colegio de monjas porque mi padre pensó que la liturgia y el boato enriquecerían mi imaginación más que la laica que daban unas maestras totalmente liberales y en donde que mi propio padre daba clases. Pero en la casa el ambiente era puramente liberal.”

Beatriz Guido (1924–1988) escritora argentina

Fuente: Entrevista de Inmaculada de la Fuente del 22 de agosto de 1984 en El País http://elpais.com/diario/1984/08/22/ultima/461973607_850215.html. Consultado el 24 de abril de 2017.

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“El cerebro se inventó para salir de casa y la memoria para volver a casa.”

Jorge Wagensberg (1948–2018) científico y escritor español (1948-2018)

Fuente: Wagensberg: Teoría de la creatividad: Eclosión, gloria y miseria de las ideas ( sin paginar https://books.google.es/books?id=PTCTDQAAQBAJ&pg=PT11&dq=El+cerebro+se+invent%C3%B3+para+salir+de+casa+y+la+memoria+para+volver+a+casa&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjmkv_-tvvjAhW0A2MBHVI-BcsQ6AEIMDAB#v=onepage&q=El%20cerebro%20se%20invent%C3%B3%20para%20salir%20de%20casa%20y%20la%20memoria%20para%20volver%20a%20casa&f=false); ed. Planeta, 2017; ISBN 9788490663653.
Fuente: Teoría de la creatividad: Eclosión, gloria y miseria de las ideas.

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“En mi casa la norma es 'recoge tu mierda'.”

Madonna (1958) cantautora, actriz y empresaria estadounidense
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“Humphrey Bogart vino la otra noche a casa y acabó completamente borracho, algo por otra parte, bastante normal en él. Cuando va cocido es un pelmazo, pero la verdad es que no mejora mucho cuando está sobrio.”

Groucho Marx (1890–1977) humorista estadounidense

Fuente: Las mejores citas de provocación / Best provocation sayings: contra todo y contra todos. Coña fina. Autor y editor Samuel Red. Editorial Grasindo, 2008. ISBN 9788479277802. p. 146.

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“Siempre salgo con dos mujeres. Detesto que las chicas vuelvan a casa solas.”

Groucho Marx (1890–1977) humorista estadounidense

Fuente: Expansión, números 571-573. Editorial Expansión, S. de R.L. de C.V., 1991. Procedencia del original: Universidad de Texas. Digitalizado: 13 agosto 2009. p. 103.

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“Si no estuviera haciendo esto, no tengo nada más qué hacer, ¿sabes?. No sé cocinar… No soy bueno como ama de casa.”

Freddie Mercury (1946–1991) cantante, compositor y músico británico nacido en Zanzíbar

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“La estructura de una obra de teatro es siempre la historia de cómo los pájaros regresan a casa para sentar la cabeza.”

Arthur Miller (1915–2005) dramaturgo estadounidense

Fuente: Harper's (agosto de 1958)

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“Ante todo nadie poseerá casa propia excepto en caso de absoluta necesidad.”

Platón (-427–-347 a.C.) filósofo griego clásico que creo la teoría de las ideas

Fuente: Agora, número 11. Colaborador Universidad de Santiago de Compostela. Sección de Filosofía. Editorial Universidad de Santiago de Compostela, Sección de Filosofía, 1992, p. 159.

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“Mirarse era la casa de ambos.”

José Saramago (1922–2010) escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo portugués
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“Son hechos los poetas de una masa dulce, suave, correosa y tierna, y amiga de holgar en casa ajena.”

Fuente: Viaje del Parnaso.
Fuente: [Cervantes Saavedra], Miguel de. «Viaje del Parnaso.» Obras de Miguel de Cervantes Saavedra. Volumen 1 de Biblioteca de autores españoles, desde la formación del lenguaje hasta nuestros días. 3ª Edición. Editorial M. Rivadeneyra, 1864. Página 680. https://books.google.es/books?id=dkVvXiP8NAgC&pg=PA680&dq=Son+hechos+los+poetas+de+una+masa+dulce,+suave,+correosa+y+tierna,+y+amiga+de+holgar+en+casa+ajena&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjnlsyUvIzfAhUl4YUKHVrsDIMQ6AEILjAB#v=onepage&q=Son%20hechos%20los%20poetas%20de%20una%20masa%20dulce%2C%20suave%2C%20correosa%20y%20tierna%2C%20y%20amiga%20de%20holgar%20en%20casa%20ajena&f=false En Google Books.

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“El enemigo ha entrado en casa […] Oh, Dios, ¿existes? Haces y aún no cobras venganza. ¿Acaso no tuviste suficiente con los crímenes de Moscú? O… ¡O quizás Tú seas moscovita!”

Frédéric Chopin (1810–1849) compositor y virtuoso pianista polaco del romanticismo

Cita de los llamados diarios de Stuttgart en su desesperación al recibir la noticia de la caída de Varsovia ante las tropas rusas.

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