Frases sobre frente
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“Ningún incidente en mi carrera científica es más ampliamente conocido que la participación que tomé hace muchos años en ciertas investigaciones psíquicas. Treinta años han pasado desde que publiqué un informe de los experimentos que demostraron que fuera de nuestro conocimiento científico existe una fuerza ejercida por la inteligencia que difiere de la inteligencia común de los mortales comunes. Este hecho en mi vida es, por supuesto, bien entendido por aquellos que me han honrado con la invitación para convertirme en su presidente. Tal vez entre mi audiencia haya algunos que puedan sentir curiosidad por saber si he de hablar o callar. Yo elijo hablar, aunque brevemente… Pasar por alto el tema sería un acto de cobardía - un acto de cobardía que no siento la tentación de cometer.
Detenerse poco en cualquier investigación que asuste por ensanchar las puertas del conocimiento, recular ante el temor a la dificultad o la crítica adversa, es traer el reproche a la ciencia. No hay nada que el investigador deba hacer sino ir de frente, "explorar de arriba a abajo, centímetro a centímetro, con el filo de la razón, seguir la luz dondequiera que pueda conducir, incluso en caso de que a veces se asemeje a una quimera. No tengo nada de que retractarme. Me adhiero a mis declaraciones ya publicadas. De hecho, podría añadir mucho a esto. Lamento sólo una cierta crudeza en los planteamientos iniciales que, sin duda con justicia, militaban contra de su aceptación por el mundo científico. Mi propio conocimiento en ese momento apenas se extendía más allá del hecho de que ciertos fenómenos nuevos para la ciencia se habían producido con certeza, y fueron atestiguados por mis propios sentidos sobrios y, mejor aún, registrados de modo automático. Yo era como un ser de dos dimensiones, que podría estar situado en un punto singular de una superficie de Riemann, y por lo tanto encontrarse a sí mismo en contacto infinitesimal e inexplicable con un plano de existencia que no es el suyo propio.
Me parece ver un poco más lejos ahora. Tengo atisbos de algo así como la coherencia entre los fenómenos esquivos extraños; de algo así como la continuidad entre esas fuerzas inexplicables y las leyes ya conocidas. Este avance se debe principalmente a los trabajos de otra asociación, de la cual tengo también este año el honor de ser presidente - la Sociedad para la Investigación Psíquica. Y se me presentan ahora por primera vez estas preguntas al mundo de la ciencia que debe elegir un punto de partida diferente al de antaño. Sería bueno comenzar con la telepatía, con la ley fundamental, ya que creo que lo sea, que los pensamientos y las imágenes pueden ser transferidos de una mente a otra sin la intervención de los órganos reconocidos de los sentidos - que el conocimiento puede entrar en la mente humana sin ser comunicado en cualquier forma hasta ahora conocida o reconocida.”

William Crookes (1832–1919)

Disertación ante la British Association for the Advancement of Science (1898)

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“El hombre dialógico tiene fe en los hombres antes de encontrarse frente a frente con ellos.”

Paulo Freire (1921–1997) educador y filósofo

Capítulo III (Buenos Aires. Ed. Siglo XXI, 2008, p. 102)
Citas atribuidas, Pedagogia do oprimido (Pedagogía del oprimido) (1970)

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“Las doctrinas que no hacen predicciones son menos convincentes que aquellas que hacen predicciones correctas; y son, a su vez, más exitosas que las doctrinas que hacen predicciones falsas. Pero no siempre es así; por ejemplo, una conspicua religión americana (los Testigos de Jehová) predijo que el mundo acabaría en 1914 con toda seguridad. Pues bien, 1914 vino y se fue, y- mientras los acontecimientos de ese año fueron de alguna importancia- el mundo, hasta donde puedo ver, no parece haber terminado. Hay al menos tres respuestas que una religión puede hacer haciendo frente a una profecía fallida. Ellos pudieron haber dicho, "oh, ¿dijimos 1914? Lo sentimos, quisimos decir 2014. Un leve error en el cálculo. Esperamos de que ustedes no hayan tenido ningún inconveniente de cualquier forma". Pero no lo hicieron. Pudieron haber dicho, "Pues bien, el mundo hubiera muerto, pero oramos muy duro e intercedimos con Dios de modo que Él conservó a la Tierra." Pero no lo hicieron. En lugar de eso, hicieron algo bastante más ingenioso: anunciaron que el mundo había, de hecho, acabado en 1914, y que si el resto de nosotros no nos habíamos dado cuenta de ello, ese era nuestro problema. Es asombroso, frente a tan claras evasivas, que esta religión no se haya quedado sin ningún adherente. Pero las religiones son fuertes. O no hacen argumentaciones que están sujetas a refutación o rápidamente rediseñan la doctrina después de la refutación. El hecho de que las religiones pueden ser tan desvergonzadamente deshonestas, tan despectivas de la inteligencia de sus adherentes, y aún así florecer, no habla muy bien de ellas por la torpeza de los creyentes. Pero sí indica, si una comprobación fuera necesaria, que cerca del corazón de la experiencia religiosa hay algo notablemente resistente para la investigación racional.”

Carl Sagan (1934–1996) astrofísico, cosmólogo y divulgador científico estadounidense

-Carl Sagan refiriéndose a la profecía fallida de los Testigos de Jehová que anunciaba el fin del mundo para el año de 1914 y que ilustra perfectamente la irracionalidad de algunas creencias aún cuando estas ya han sido probada falsas.
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“Buenas noches Chile. Muchas gracias Chile. Aunque ustedes no lo crean, estoy emocionado, soy muy sensible y tal vez por eso ustedes me interpretan y me quieren como yo los quiero a ustedes. Y me emociona profundamente cuando un país se une, y me entristece profundamente cuando un país se desune, aquí ha quedado demostrado lo que es ser chileno, y lo que es ser extranjero que ha hecho de Chile su segunda patria. Aquí ha quedado demostrado lo que es el poder de la televisión, y aquí trabajan muchos, claro, la cabeza es este gordo maravilloso que me presentó (refiriendose a Don Francisco)… y detrás de esto está Chile. Este Chile tan pequeño, tan aislado y tan en el fondo del mundo, pero que mientras más apretado se ve, mejor reacciona y con los puños un poco apretados dice: aquí estamos presente… Yo me siento tan chileno… y yo diría que en este momento nosotros, nueve o diez millones de chilenos estamos empeñados en un hospital. Soy un enamorado de la noche… y de noche Chile está diciendo presente, de noche cuando supuestamente Chile duerme, resulta que está diciendo presente, hay bancos abiertos, teléfonos que funcionan, niños que están de pie, hay matrimonios que dicen: "demos lo que no tenemos". Chile siempre confía en su destino. ¿Saben ustedes por qué? Porque el gran valor de este país, es su gente. El gran valor, la gran riqueza y el gran tesoro de este país, es su gente y su gente somos todos nosotros… Yo confío que mañana, antes del mediodía de mañana, yo creo que la Colonia Española tendrá que ponerse como tiene que ponerse… ellos me han pedido muchas veces favores a mí… y esta noche les pido que mañana antes de mediodía tienen que brindar el aporte que Chile espera de ellos… Les agradezco infinitamente la paciencia, la comprensión, la simpatía que me han dispensado a través de 33 años de carrera… no estoy cansado, parece que estuviera empezando, no me voy a apartar jamás de este amigo (micrófono) que es el mejor amigo que he tenido en mi vida, además no responde, es ideal: escucha en silencio. De manera que frente a este amigo que sabe cuando yo hablo con el corazón, es que les digo que pueden sentirse felices todos los que están colaborando de una manera u otra. Estamos contribuyendo a que los niños enfermos puedan sonreir. ¿Saben ustedes que es lo que hay en cada niño que sonríe? Un canto a la vida, un canto a la dicha, y un canto al amor. Muchas Gracias.”

Julio Martínez (1923–2008) periodista chileno
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“Frente al vicio y al crimen, el Estado no debe tener más que una actitud, y es la guerra.”

Alberto Masferrer (1868–1932) diplomático salvadoreño

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“Cuando estamos frente a personas dignas, debemos intentar imitarlas. Cuando estamos frente a personas indignas, debemos mirarnos a nosotros mismos y corregir nuestros errores.”

Confucio (-551–-479 a.C.) filósofo chino

Citas con referencias
Fuente: Citado en [Vázquez Borau], J. L. El taoísmo, la religión de la armonía. Edición ilustrada. Editorial Lulu.com, 2015. ISBN 9781326297664, p. 93.

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“«Entrevistador: ¿Es posible la abolición de la humanidad del hombre?
Levi: Por desgracia, sí. Por desgracia, sí, y esa es realmente la característica de los lager nazis [campos de concentración]. Acerca de los demás, no sé, porque yo no los conozco, tal vez en Rusia suceda lo mismo. Es la abolición de la personalidad del hombre, dentro y fuera: no sólo de los presos, sino también del carcelero. Él también perdió su personalidad en el lager
Se trata de dos itinerarios diferentes, pero con el mismo resultado, y yo diría que sólo unos pocos tuvieron la suerte de permanecer conscientes durante su detención; algunos recuperaron su conciencia de la experiencia más tarde, pero durante la misma, la perdieron, y muchos lo olvidaron todo. No registraron sus experiencias en su mente. No lo dejaron impreso en su pista de la memoria. Así sucedió con todo, una profunda modificación de su personalidad. Por encima de todo, nuestra sensibilidad perdió nitidez, de modo que los recuerdos de nuestra casa cayeron a un segundo lugar, el recuerdo de la familia pasó a un segundo lugar frente a las necesidades urgentes, el hambre, la necesidad de protegerse contra el frío, las palizas, la fatiga … Todo esto provocó algunas reacciones que podríamos denominar como de animales; éramos como animales de trabajo
Es curioso cómo esta condición animal, se repetiría en el lenguaje: en alemán hay dos palabras para comer.. Una de ellas es essen, y se refiere a las personas, y la otra es fressen, referida a los animales. Decimos que un caballo frisst, por ejemplo, o un gato. En el lager, sin que nadie hubiera decidido que así fuera, el verbo para comer era fressen.”

Primo Levi (1918–1987) escritor italiano de origen judío sefardí

Como si la percepción de la regresión animal estuviera clara para todos».
Fuente: ~ Entrevista http://www.inch.com/~ari/levi1.html con Daniel Toaff, Sorgenti di Vita (fuentes de la vida), un programa de Unione Comunità Israelitiche Italiane, Radiotelevisione Italiana [RAI] (25 de marzo de 1983).

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“Lo único que nosotros tenemos que hacer es cultivar la hermandad con el pueblo de Venezuela. Lo único que tenemos que hacer frente a Venezuela es cultivar el afecto con nuestros hermanos venezolanos”

Álvaro Uribe Vélez (1952) Senador

Uribe ante demostración militar de Chávez durante tensiones binacionales diciembre de 2009
Citas de Álvaro Uribe
Fuente: http://mediosenmexico.blogspot.com/2010/01/uribe-impulsa-discurso-de-paz.html

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“Mi querida: Tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo apunto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza -y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte.
Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria.
Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra. Escribíme, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip (¿rosa o verde?) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo.
Julio”

Julio Cortázar (1914–1984) escritor argentino
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“Mimi era una mujer encantadora y con un carácter que entonaba muy bien en las aficiones plásticas y poéticas de Rodolphe. Tenía veintidós años, era baja de estatura, menuda, mimosa. El rostro parecía el apunte de una cara aristocrática, pero los rasgos, bastante delicados y a los que parecía prestar un dulce resplandor el fulgor de los ojos azules y límpidos, tenían, en algunos momentos de contrariedad o de mal humor, un aspecto brutal, casi feroz, en el que un fisiólogo habría descubierto quizá el indicio de un hondo egoísmo o de una gran insensibilidad. Pero se le veía casi siempre un rostro adorable, de sonrisa joven y lozana, de mirada tierna o rebosante de imperiosa coquetería. La sangre joven le corría, cálida y rápida, por las venas y le teñía de tonos sonrosados la piel translúcida, blanca como las camelias. Aquella belleza enfermiza seducía a Rodolphe y, por las noches, pasaba con frecuencia muchas horas coronando de besos la frente pálida de su amante dormida, cuyos ojos húmedos y cansados brillaban, entornados, bajo la cortina de la espléndida cabellera morena. Pero lo que contribuyó a que Rodolphe se enamorase locamente de la señorita Mimi fueron sus manos, que, pese a los trabajos del hogar, sabía conservar más blancas que las de la diosa Ociosidad. Pero aquellas manos tan frágiles y tan bonitas, tan suaves bajo los labios que las acariciaban, aquellas manos de niña entre las que había depositado Rodolphe el corazón, otra vez en flor, aquellas manos blancas de la señorita Mimi no iban a tardar en mutilarle el corazón al poeta con sus uñas de color de rosa.”

Henri Murger (1822–1861) escritor francés

Escenas de la vida bohemia

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“Cuando el que viaja por el norte de la región central de Massachusetts se equivoca de dirección al llegar al cruce de la carretera de Aylesbury nada más pasar Dean’s Corners, verá que se adentra en una extraña y apenas poblada comarca. El terreno se hace más escarpado y las paredes de piedra cubiertas de maleza van encajonando cada vez más el sinuoso camino de tierra. Los árboles de los bosques son allí de unas dimensiones excesivamente grandes, y la maleza, las zarzas y la hierba alcanzan una frondosidad rara vez vista en las regiones habitadas. Por el contrario, los campos cultivados son muy escasos y áridos, mientras que las pocas casas diseminadas a lo largo del camino presentan un sorprendente aspecto uniforme de decrepitud, suciedad y ruina. Sin saber exactamente por qué, uno no se atreve a preguntar nada a las arrugadas y solitarias figuras que, de cuando en cuando, se ve escrutar desde puertas medio derruidas o desde pendientes y rocosos prados. Esas gentes son tan silenciosas y hurañas que uno tiene la impresión de verse frente a un recóndito enigma del que más vale no intentar averiguar nada. Y ese sentimiento de extraño desasosiego se recrudece cuando, desde un alto del camino, se divisan las montañas que se alzan por encima de los tupidos bosques que cubren la comarca. Las cumbres tienen una forma demasiado ovalada y simétrica como para pensar en una naturaleza apacible y normal, y a veces pueden verse recortados con singular nitidez contra el cielo unos extraños círculos formados por altas columnas de piedra que coronan la mayoría de las cimas montañosas.”

The Dunwich Horror and Others

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“Vi a mi madre en su ataúd—dijo por fin—. Las mujeres le habían trenzado el pelo para que tuviera un aspecto decoroso, pero mi padre no lo permitió. Quería verla por última vez tal como era para él. Fue personalmente al ataúd, le deshizo las trenzas y extendió la cabellera con las manos, cubriendo la almohada.

Hizo una pausa; su pulgar quedó inmóvil.

—Yo estaba allí, quieto en el rincón. Cuando todos salieron para recibir al cura me acerqué sigilosamente. Era la primera vez que veía a una persona muerta.—Dejé que mis dedos se cerraran sobre su antebrazo.— Una mañana mi madre me dio un beso en la frente; luego volvió a colocarme la horquilla que se me había desprendido de mi pelo ensortijado y salió. Jamás volví a verla. La velaron con el ataúd cerrado.

—¿Era…ella?

—No.—Contemplaba el fuego con los ojos entornados—. No del todo. Se le parecía, pero nada más. Como si alguien la hubiera tallado en madera de abedul. Pero su pelo… eso aún tenía vida. Eso todavía era…ella.

Lo oí tragar saliva y carraspear un poco.

—La cabellera le cruzaba el pecho, cubriendo al niño que yacía con ella. Pensé que a él no le gustaría sofocarse de ese modo. Y retiré las guedejas rojas para dejarlo a la vista. Mi hermanito, acurrucado en sus brazos, con la cabeza en su seno, abrigado y en sombras bajo la cortina de pelo. Y enseguida pensé que no, que estaría más contento si lo dejaba así. Y volví a alisar la cabellera de mi madre para cubrirle la cabeza.

Su pecho se elevó bajo mi mejilla. Deslizó lentamente las manos por mi pelo.

—No tenía una sola cana, Sassenach. Ni una.

Ellen Fraser había muerto de parto a los treinta y ocho años. Mi madre, a los treinta y dos. Y yo… yo tenía la riqueza de todos esos años largos que ellas habían perdido. Y más aún.

—Para mí es un gozo ver cómo te tocan los años, Sassenach—susurró—, pues significa que vives.”

Diana Gabaldon (1952) Escritora estadounidense

The Fiery Cross

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“Cuando volví a verlo, cuando iniciamos esta segunda amistad que espero no terminará ya nunca, dejé de pensar en toda forma de ataque. Quedó resuelto que no le hablaría jamás de Inés ni del pasado y que, en silencio, yo mantendría todo aquello viviente dentro de mí. Nada más que esto hago, casi todas las tardes, frente a Roberto y las caras familiares del café. Mi odio se conservará cálido y nuevo mientras pueda seguir viviendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo café. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del río; el Bob que no podía mentir nunca; el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plácido en todo eso frente al hombre de dedos sucios de tabaco llamado Roberto, que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una mujer a quien nombra “mi señora”; el hombre que se pasa estos largos domingos hundido en el asiento del café, examinando diarios y jugando a las carreras por teléfono.

Nadie amó a mujer alguna con la fuerza con que yo amo su ruindad, su definitiva manera de estar hundido en la sucia vida de los hombres. Nadie se arrobó de amor como yo lo hago ante sus fugaces sobresaltos, los proyectos sin convicción que un destruido y lejano Bob le dicta algunas veces y que sólo sirven para que mida con exactitud hasta donde está emporcado para siempre.

No sé si nunca en el pasado he dado la bienvenida a Inés con tanta alegría y amor como diariamente le doy la bienvenida a Bob al tenebroso y maloliente mundo de los adultos. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo he visto lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. En el fondo sé que no se irá nunca porque no tiene sitio donde ir; pero me hago delicado y paciente y trato de conformarlo. Como ese puñado de tierra natal, o esas fotografías de calles y monumentos, o las canciones que gustan traer consigo los inmigrantes, voy construyendo para él planes, creencias y mañanas distintos que tienen luz y el sabor del país de juventud de donde él llegó hace un tiempo. Y él acepta; protesta siempre para que yo redoble mis promesas, pero termina por decir que sí, acaba por muequear una sonrisa creyendo que algún día habrá de regresar al mundo de las horas de Bob y queda en paz en medio de sus treinta años, moviéndose sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.”

Juan Carlos Onetti (1909–1994) Escritor uruguayo

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“Yo no digo que debe inducirse a los chicos a que acosen a sus padres para que compren los productos anunciados en la televisión, pero, al mismo tiempo, es imposible negar que es eso lo que se hace todos los días." Así escribe el astro de uno de los muchos programas de televisión dedicados al público juvenil. "Los niños son discos vivos y parlantes –agrega– de lo que les decimos a diario." Y, a su debido tiempo, estos discos vivos y parlantes de los anuncios de la televisión se harán mayores, ganarán dinero y comprarán los productos de la industria. El señor Clyde Miller escribe con éxtasis: "Piense en lo que puede significar en beneficios para su empresa la posibilidad de acondicionar a un millón o diez millones de niños, quienes se convertirán en personas mayores adiestradas para la compra de lo que usted quiere que compren, como soldados que se ponen en movimiento en cuanto oyen la voz de mando: '¡De frente, march!"'. ¡Sí, piénselo! Y, al mismo tiempo, recuerde que los dictadores y aspirantes a dictadores han estado pensando eso mismo durante años, y que millones, decenas de millones y cientos de millones de niños están haciéndose personas mayores para comprar la mercadería ideológica del déspota local y para responder con una conducta apropiada, como adiestrados soldados, a las voces de mando que han sido inculcadas en las mentes infantiles por los propagandistas de ese mismo déspota.”

Brave New World Revisited

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“Levántate. Tengo tres cosas para ti. Es lo justo.
Me puse en pie y Auri me tendió una cosa envuelta en un trozo de tela. Era una vela gruesa que olía a lavanda.
—¿Qué hay dentro? —pregunté.
—Sueños felices. Los he puesto ahí para ti.
Di vueltas a la vela en mis manos, y una sospecha empezó a formarse en mi mente.
—¿La has hecho tú misma?
Auri asintió con la cabeza y sonrió feliz.
—Sí. Soy tremendamente lista.
Me guardé la vela con cuidado en uno de los bolsillos de la capa.
—Gracias, Auri.
—Ahora —dijo ella poniéndose seria— cierra los ojos y agáchate para que pueda darte tu segundo regalo.
Cerré los ojos, desconcertado, y me doblé por la cintura preguntándome si también me habría hecho un sombrero.
Noté las manos de Auri a ambos lados de mi cara, y entonces me dio un beso suave y delicado en la frente.
Abrí los ojos, sorprendido. Pero Auri ya se había apartado varios pasos, y, nerviosa, se cogía las manos detrás de la espalda. No se me ocurrió nada que decir.
Auri dio un paso adelante.
—Eres especial para mí —dijo con seriedad y con gesto grave—. Quiero que sepas que siempre cuidaré de ti. —Estiró un brazo, vacilante, y me secó las mejillas—. No, nada de eso esta noche.
»Este es tu tercer regalo. Si te van mal las cosas, puedes quedarte conmigo en la Subrealidad. Es un sitio agradable, y allí estarás a salvo.
—Gracias, Auri —dije en cuanto pude—. Tú también eres especial para mí.
—Claro —dijo ella con naturalidad—. Soy adorable como la luna.”

The Wise Man's Fear

Esta traducción está esperando su revisión. ¿Es correcto?
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“¿Qué es el nacionalismo particularista? Es un sentimiento de dintorno vago, de intensidad variable, pero de tendencia sumamente clara, que se apodera de un pueblo o colectividad y le hace desear ardientemente vivir aparte de los demás pueblos o colectividades. Mientras éstos anhelan lo contrario, a saber: adscribirse, integrarse, fundirse en una gran unidad histórica, en esa radical comunidad de destino que es una gran nación, esos otros pueblos sienten, por una misteriosa y fatal predisposición, el afán de quedar fuera, exentos, señeros, intactos de toda fusión, reclusos y absortos dentro de sí mismos. Y no se diga que es, en pequeño, un sentimiento igual al que inspira los grandes nacionalismos, los de las grandes naciones, no; es un sentimiento de signo contrario. Sería completamente falso afirmar que los españoles hemos vivido animados por el afán positivo de no querer ser franceses, de no querer ser ingleses. No; no existía en nosotros ese sentimiento negativo, precisamente porque estábamos poseídos por el formidable afán de ser españoles, de formar una gran nación y disolvernos en ella. Por eso, de la pluralidad de pueblos dispersos que había en la Península, se ha formado esta España compacta. En cambio, el pueblo particularista parte, desde luego, de un sentimiento defensivo, de una extraña y terrible hiperestesia frente a todo contacto y toda fusión; es un anhelo de vivir aparte. Por eso el nacionalismo particularista podría llamarse, más expresivamente, apartismo o, en buen castellano, señerismo.”

José Ortega Y Gasset (1883–1955) filósofo y ensayista español
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“A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa.”

Edgar Allan Poe (1809–1849) escritor estadounidense

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“Lo que había frente a nosotros no podía ser peor que lo que habíamos dejado atrás.”

Ambrose Bierce (1842–1914) escritor, periodista y editorialista estadounidense

De El extraño

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“Hay calumnias frente a las cuales la inocencia misma se siente desfallecer.”

Napoleon Bonaparte (1769–1821) político y militar francés

Citas de Napoleón

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“Tienes que desconfiar del caballo por detrás de él; del toro, cuando estés de frente; y de los clérigos, de todos lados.”

Miguel de Cervantes (1547–1616) escritor español

Fuente: [Gracia López de la Cuadra], Carlos. El laberinto del mal. Edición ilustrada. Ediciones la Rana, 2000. ISBN 9789687831473, p. 303.

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“Tocar frente a un manojo de gente que reaccione bien es la mejor cosa del mundo.”

Kurt Cobain (1967–1994) músico estadounidense

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“Todos los temas se vuelven buenos por mérito del autor ¡Oh, joven artista!, ¿esperas un tema? Todo es tema, el tema eres tú mismo, son tus impresiones, tus emociones frente a la naturaleza. Dentro de ti es donde debes mirar, y no a tu alrededor”

Eugéne Delacroix (1798–1863) pintor francés

Citado en Contra el arte y los artistas, Capítulo 9 El arte por el arte, página 111
Fuente: Delacroix, Eugene: Oeuvres littéraires; París. C. Grès, 1923, vol. I, pág. 76

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“El amor materno marca en la frente del niño una señal que ahuyenta la simpatía de sus compañeros.”

Milan Kundera (1929–2023) Novelista y poeta checo

Novelas, La vida está en otra parte (1972)

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