Frases sobre el llanto
página 2

Boris Leonidovič Pasternak Foto

“Lloraré mis lágrimas en algo que sea digno de ti, algo que quede, celebrando tu recuerdo en una composición que sea toda ternura, tan triste que oprima el corazón.”

Boris Leonidovič Pasternak (1890–1960) poeta y novelista ruso

Cuando el Dr. piensa en Lara y en que no volverá a verla
Citas del Doctor Zhivago
Fuente: Editorial Noguer SA, Barcelona-Madrid 1966 (ed.19)

Ferdinand Marcos Foto

“Hay muchas cosas que no queremos para el mundo. No debemos simplemente llorar. Debemos cambiar.”

Ferdinand Marcos (1917–1989) abogado y político filipino, ejerció como dictador de Filipinas desde 1965 a 1986
Lorenzo Silva Foto
Michelle Bachelet Foto
Rossy de Palma Foto
Will Smith Foto
Taylor Swift Foto
Julian Huxley Foto
Gabriela Mistral Foto

“Hay sonrisas que no son de felicidad, sino de un modo de llorar con bondad.”

Gabriela Mistral (1889–1957) poeta, diplomática, feminista y pedagoga chilena, lucila de maria del perpetuo godoy alcayaga
Albert Espinosa Foto
Fernando de Rojas Foto

“No ves que es simpleza o necedad llorar por lo que con llorar no se puede remediar.”

La Celestina.
Fuente: Citado en D'Accone, Frank A. Music in Renaissance Florence: Studies and Documents. Edición ilustrada. Editorial Ashgate Publishing, Ltd., 2006. ISBN 9780754659006. p. 327.
Fuente: La Celestina, acto I.

George G. Byron Foto

“Randy Orton es capaz de hacer llorar a las cebollas.”

Héctor del Mar (1942–2019) locutor de radio y televisión español de origen argentino
Josh Homme Foto
Kelly Rowland Foto
Gary Medel Foto

“No iba a llorar, porque iban a pensar que soy el pitbull gay.”

Gary Medel (1987) futbolista chileno

En la conferencia de prensa que se llevó a cabo en Sudáfrica durante la copa del mundo de 2010, luego de preguntarle si sentía emoción al escuchar el himno de su país.

José Hernández Foto

“Junta experiencia en la vida, hasta pa' dar y prestar, quien la tiene que pasar entre sufrimiento y llanto, porque nada enseña tanto, como el sufrir y el llorar.”

José Hernández (1834–1886) militar, periodista, poeta ,político y futbolista argentino

El gaucho Martín Fierro (Edición de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)
Variante: Junta esperencia en la vida hasta pa dar y prestar, quien la tiene que pasar entre sufrimiento y llanto; porque nada enseña tanto como el sufrir y el llorar.

Octave Mirbeau Foto
Amaia Montero Foto

“Vuelve a mí, y dame tu mano al andar, vuelve a mí, y mira mis ojos llorar”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Pablo Benegas, "Dile al Sol"
Dile al sol

Amaia Montero Foto

“Cierra la puerta, ven y siéntate cerca que tus ojos me cuentan que te han visto llorar, llena dos copas de recuerdos de historias que tus manos aún tiemblan si me escuchan hablar”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, Pablo Benegas y Xabi SanMartin, "Cuidate"
El viaje de Copperpot

Amaia Montero Foto

“Y llena dos copas de recuerdos y historias, que tus ojos me cuenten que te han visto llorar…”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, Pablo Benegas y Xabi SanMartin, "Cuidate"
El viaje de Copperpot

Amaia Montero Foto

“Dicen que dicen, que anuncian que existe un peculiar vegetal, que hace que te rías de la Bruja Avería, como la cebolla hace llorar”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero y Xabi SanMartin, "Dicen que dicen"
El viaje de Copperpot

Amaia Montero Foto

“Que de veces me has hecho reír, cuanto tiempo sin llorar”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Pablo Benegas, "Tantas Cosas Que Contar"
El viaje de Copperpot

Amaia Montero Foto

“Te he visto llorar donde nadie llora más, donde el amor sale mal, donde los besos se van, donde la vida da igual, donde nada es de verdad, donde no existe la paz”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, Pablo Benegas y Xabi SanMartin, "Perdóname"
Lo que te conté mientras te hacías la dormida

Amaia Montero Foto

“Desnudar almendras con los dedos, enjaular a un grillo solo por llorar”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, Pablo Benegas y Xabi SanMartin, ""Nana Nara (Bonustrack)"
Lo que te conté mientras te hacías la dormida

Amaia Montero Foto
Amaia Montero Foto

“Mi pena contenida la conoces bien, tan bien que si me dejas moriré de pie; no lloraré tu ausencia, sólo esperaré y te daré mi vida entera”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, Pablo Benegas y Xabi SanMartin, "En mi lado del sofá"
Más Guapa

Amaia Montero Foto

“Los barcos de papel rompieron a llorar de pena”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, "407"

Alejandro Casona Foto
Manuelito Foto
Chenoa Foto

“No tienes que dramatizar ni llorar por una situación que vives…es tu elección.”

Chenoa (1975) cantante

Fuente: Entrevista en "Madrid directo" (10/11/2011)

Luis Pescetti Foto

“¡A llorar a los mosquitos!”

Luis Pescetti (1958) músico y escritor argentino
Jacinto Benavente Foto

“La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe.”

Jacinto Benavente (1866–1954) literato español

La

Ray Loriga Foto
Rubén Darío Foto
Vasili Grossman Foto

“Si dejas a alguien le dejas de verdad, sin dar marcha atrás. No tiene sentido llorar por la leche derramada.”

De Vida y destino
Fuente: Vida y destino, parte tercera capítulo 23.

Lichis Foto

“Me suda verte llorar… Menos meas”

Lichis (1970) compositor, letrista y productor musical español

Citas de canciones y frases del artista
Fuente: Agua

Fito Páez Foto

“Una foto de los Rolling Stones, mi vieja nunca los escuchó y no me puse a llorar.”

Fito Páez (1963) Cantautor argentino

La rueda mágica

Fito Páez Foto
Xhelazz Foto
Julio Cortázar Foto
Oscar Wilde Foto
Joaquín Sabina Foto
Stephen King Foto
Cassandra Clare Foto
Idries Shah Foto
Isabel Allende Foto
Francis Scott Fitzgerald Foto
Patrick Rothfuss Foto

“Me llamo Kvothe, que se pronuncia «cuouz». Los nombres son importantes porque dicen mucho sobre la persona. He tenido más nombres de los que nadie merece.
Los Adem me llaman Maedre. Que, según cómo se pronuncie, puede significar la Llama, el Trueno o el Árbol Partido.
La Llama es obvio para todo el que me haya visto. Tengo el pelo de color rojo intenso. Si hubiera nacido hace un par de siglos, seguramente me habrían quemado por demonio. Lo llevo corto, pero aun así me cuesta dominarlo. Si lo dejo a su antojo, se me pone de punta y parece que me hayan prendido fuego.
El Trueno lo atribuyo a mi potente voz de barítono y a la instrucción teatral que recibí a temprana edad.
El Árbol Partido nunca lo he considerado muy importante.
Aunque pensándolo bien, supongo que podríamos considerarlo al menos parcialmente profético.
Mi primer mentor me llamaba E’lir porque yo era listo y lo sabía. Mi primera amante me llamaba Dulator porque le gustaba cómo sonaba. También me han llamado Shadicar, Dedo de Luz y Seis Cuerdas. Me han llamado Kvothe el Sin Sangre, Kvothe el Arcano y Kvothe el Asesino de Reyes. Todos esos nombres me los he ganado. Los he comprado y he pagado por ellos.
Pero crecí siendo Kvothe. Una vez mi padre me dijo que significaba «saber».
Me han llamado de muchas otras maneras, por supuesto. La mayoría eran nombres burdos, aunque muy pocos eran inmerecidos.
He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.
Quizá hayas oído hablar de mí.”

The Name of the Wind

Isabel Allende Foto
Gabriel García Márquez Foto
Stephen King Foto
Antonio Machado Foto

“Anoche cuando dormía

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusiòn!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazòn.
Di: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusiòn!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazòn;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusiòn!,
que un sol ardiente lucía
dentro de mi corazòn.

Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusiòn!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazòn.”

Antonio Machado (1875–1939) poeta español

Variante: Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusiòn!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazòn.
Di: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusiòn!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazòn;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusiòn!,
que un sol ardiente lucía
dentro de mi corazòn.

Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusiòn!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazòn.

Almudena Grandes Foto
Anne Frank Foto
Federico García Lorca Foto
Stephen King Foto
Javier Marías Foto
Markus Zusak Foto
Julio Cortázar Foto
Oscar Wilde Foto
Félix Lope de Vega y Carpio Foto

“Muchos se casan aprisa
que a llorar despacio van.”

Félix Lope de Vega y Carpio (1562–1635) poeta y dramaturgo del Siglo de Oro español

La Moza de Cántaro

Ray Loriga Foto
William Goldman Foto
Xavier Velasco Foto
Manuel Puig Foto
Cormac McCarthy Foto
Sei Shonagon Foto

“Cosas detestables

Cuando uno tiene prisa por salir, llega alguien de visita y se queda hablando un largo tiempo. Si es una persona de poca importancia, uno puede deshacerse de ella diciendo que podrán hablar en otra ocasión; pero si se trata de alguien a quien se le debe respeto, la situación se vuelve realmente detestable.

Uno encuentra un pelo sobre el suzuri, o el mismo sumi contiene un grano de piedra que, al frotar, produce un chirrito destemplado.

Un hombre que no se destaca en nada, discute toda clase de temas, riéndose, como si supiera algo de ello.

Envidiar la suerte de los demas y quejarse de la propia, hablar mal de la gente, interesarse por lo superficial, querer saberlo todo y estar resentido y vilipediar a los que no nos han informado de los hechos, o bien, cuando sólo se ha tenido una noticia parcial, hablar de ella con lujo de detalles como si se tratase de algo que conoce desde el principio: todo esto es odioso.

Se está por escuchar alguna noticia interesante cuando un niño empieza a llorar.

Un hombre nos viene a ver en secreto; un perro lo ve y se pone a ladrar: dan ganas de matarlo.

Ya es bastante tontería el invitar a un hombre a pasar la noche, ocultándolo donde no debería estar, y he aquí que ronca.

Uno va a la cama y está a punto de quedar dormido cuando un mosquito anuncia su presencia con voz aguda cerca de nuestra cara; hasta se siente el aire que mueve con sus alas a pesar de su pequeñez, y esto es en extremo odioso.

Estamos en medio de un relato cuando otra persona se inmiscuye, nos interrumpe, y trata de demostrar que es el único ser inteligente de la reunión. Tales personas son odiosas, se trate de niños o mayores.

Un hombre con el que tenemos relaciones amorosas, se pone a alabar a una mujer que conoció en el pasado, y aunque sea una cosa lejana no puede resultar menos horrible. ¡Cuánto más si se trata de alguien a quien él sigue visitando!

No soporto a las personas que salen sin cerrar la puerta tras de sí.”

The Pillow Book

Sherrilyn Kenyon Foto
Laura Esquivel Foto
Chuck Palahniuk Foto
Mario Benedetti Foto
Laura Esquivel Foto
Yukio Mishima Foto
Miguel de Unamuno Foto
Fernando Arrabal Foto
Pablo Neruda Foto

“Walking Around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las pelquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a une monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.”

Pablo Neruda (1904–1973) poeta
William Shakespeare Foto
J. M. Coetzee Foto
Marguerite Duras Foto

“Llorar, es necesario que eso también suceda.”

Marguerite Duras (1914–1996)

Writing

Juan Rulfo Foto

“Pienso cuando maduraban los limones. En el viento de febrero que rompía los tallos de los helechos, antes que el abandono los secara; los limones maduros que llenaban con su olor el viejo patio.
El viento bajaba de las montañas en las mañanas de febrero. Y las nubes se quedaban allá arriba en espera de que el tiempo bueno las hiciera bajar al valle; mientras tanto dejaban vacío el cielo azul, dejaban que la luz cayera en el juego del viento haciendo círculos sobre la tierra, removiendo el polvo y batiendo las ramas de los naranjos.
Y los gorriones reían; picoteaban las hojas que el aire hacía caer, y reían; dejaban sus plumas entre las espinas de las ramas y perseguían a las mariposas y reían. Era esa época.
En febrero, cuando las mañanas estaban llenas de viento, de gorriones y de luz azul. Me acuerdo.
Mi madre murió entonces.
Que yo debía haber gritado: que mis manos tenían que haberse hecho pedazos estrujando su desesperación. Así hubieras tú querido que fuera. ¿Pero acaso no era alegre aquella mañana? Por la puerta abierta entraba el aire, quebrando las guías de la yedra. En mis piernas comenzaba a crecer el vello entre las venas, y mis manos temblaban tibias al tocar mis senos. Los gorriones jugaban. En las lomas se mecían las espigas. Me dio lástima que ella ya no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que cerrara sus ojos a la luz de los días. ¿Pero por qué iba a llorar?”

Pedro Páramo