Frases sobre la duda
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“Hay una manera mejor de pensar acerca de nuestras mentes: la Biblia nos manda a renovar nuestras mentes para pensar como Él piensa, no quitarlas quirúrgicamente (Romanos 12.1-2). Anímese al pensar que la Biblia está llena de personas que pensaban fuertemente. Algunos hasta debatieron con Dios, pero no les cayó un rayo encima, ni fueron castigados de otra manera: • Moisés se preguntó si Dios había tomado la decisión correcta al enviarlo a liberar los israelitas esclavos en Egipto (Éxodo 3.11). • Habacuc miró al mal descontrolado y al sufrimiento del mundo y le gritó a Dios: «¿Hasta cuándo?» (Habacuc 1.2). • Natanael abiertamente expresó su cansada opinión de las raíces de Jesús (Juan 1.46). • A Tomás le permitieron ver y tocar las heridas de Cristo para creer que había resucitado de los muertos (Juan 20.24-29). • Los habitantes de Berea dedicaron tiempo para probar con las Escrituras hasta la enseñanza del apóstol Pablo (Hechos 17.11). • No somos suficientemente inteligentes. Eso es absolutamente falso. Me doy cuenta de que todos estamos creados con diferentes habilidades. Pero no tenga miedo del material que parece estar muy por encima de su entendimiento. ¡Usted sí tiene la habilidad de luchar en él! No diga: «Esto es demasiado duro para mí».”

Ravi Zacharias (1946) filósofo indio

Jesús entre otros dioses
Variante: Hay una manera mejor de pensar acerca de nuestras mentes: la Biblia nos manda a renovar nuestras mentes para pensar como Él piensa, no quitarlas quirúrgicamente (Romanos 12.1-2). Anímese al pensar que la Biblia está llena de personas que pensaban fuertemente. Algunos hasta debatieron con Dios, pero no les cayó un rayo encima, ni fueron castigados de otra manera: • Moisés se preguntó si Dios había tomado la decisión correcta al enviarlo a liberar los israelitas esclavos en Egipto (Éxodo 3.11). • Habacuc miró al mal descontrolado y al sufrimiento del mundo y le gritó a Dios: «¿Hasta cuándo?» (Habacuc 1.2). • Natanael abiertamente expresó su cansada opinión de las raíces de Jesús (Juan 1.46). • A Tomás le permitieron ver y tocar las heridas de Cristo para creer que había resucitado de los muertos (Juan 20.24-29). • Los habitantes de Berea dedicaron tiempo para probar con las Escrituras hasta la enseñanza del apóstol Pablo (Hechos 17.11). • No somos suficientemente inteligentes. Eso es absolutamente falso. Me doy cuenta de que todos estamos creados con diferentes habilidades. Pero no tenga miedo del material que parece estar muy por encima de su entendimiento. ¡Usted sí tiene la habilidad de luchar en él! No diga: «Esto es demasiado duro para mí». Cuando era más joven, ponerse en puntillas para llegar al envase de galletas no lo hacía a usted más alto. Tratar con ideas es asombrosamente diferente. Extender su entendimiento le hace mucho más alto, mucho más inteligente, para su próximo estirón espiritual.

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“Pero, ¿Escribir sobre qué? buena pregunta.”

Cuentos que Cuento: Blog Escribir para Aprender

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“no paraba de hacer la misma pregunta básica de formas distintas, con la esperanza de obtener algo distinto a la respuesta que no quería oír.”

Terry Pratchett (1948–2015) escritor británico de fantasía y ciencia ficción

Regimiento Monstruoso

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“Ahora es ella quien lo mira divertida, o tierna, o nerviosa, y finalmente le pregunta: —¿Vas a decirme qué te pasa, Benjamín? Chaparro se siente morir, porque acaba de advertir que esa mujer pregunta una cosa con los labios y otra con los ojos: con los labios le está preguntando por qué se ha puesto colorado, por qué se revuelve nervioso en el asiento o por qué mira cada doce segundos el alto reloj de péndulo que decora la pared próxima a la biblioteca; pero, además de todo eso, con los ojos le pregunta otra cosa: le está preguntando ni más ni menos qué le pasa, qué le pasa a él, a él con ella, a él con ellos dos; y la respuesta parece interesarle, parece ansiosa por saber, tal vez angustiada y probablemente indecisa sobre si lo que le pasa es lo que ella supone que le pasa. Ahora bien —barrunta Chaparro—, el asunto es si lo supone, lo teme o lo desea, porque esa es la cuestión, la gran cuestión de la pregunta que le formula con la mirada, y Chaparro de pronto entra en pánico, se pone de pie como un maníaco y le dice que tiene que irse, que se le hizo tardísimo; ella se levanta sorprendida —pero el asunto es si sorprendida y punto o sorprendida y aliviada, o sorprendida y desencantada—, y Chaparro poco menos que huye por el pasillo al que dan las altas puertas de madera de los despachos, huye sobre el damero de baldosas negras y blancas dispuestas como rombos, y recién retoma el aliento cuando se trepa a un 115 milagrosamente vacío a esa hora pico del atardecer; se vuelve a su casa de Castelar, donde esperan ser escritos los últimos capítulos de su historia, sí o sí, porque ya no tolera más esta situación, no la de Ricardo Morales e Isidoro Gómez, sino la propia, la que lo une hasta destrozarlo con esa mujer del cielo o del infierno, esa mujer enterrada hasta el fondo de su corazón y su cabeza, esa mujer que a la distancia le sigue preguntando qué le pasa, con los ojos más hermosos del mundo.”

Eduardo Sacheri (1967) escritor argentino

El secreto de sus ojos

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“Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad.”

El hombre en busca de sentido

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“Cuando empezó a escribir su historia, se preguntó por el momento exacto en que los libros y las palabras no sólo comenzaban a tener algún significado, sino que lo significaban todo.”

The Book Thief
Variante: Cuando empezó a escribir su historia se preguntó por el momento exacto en que los libros y las palabras no sólo comenzaron a tener algún significado, sino que lo significaban todo

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“¿Ha visto usted los periódicos? Los conformistas nos la están preparando buena, ¿no?
- ¿Eh…? Sí…, sí, señor -murmuró Claude.
- Esos cerdos… Ha llegado el momento de espabilarse… Como usted sabe, están todos armados.
- Oh… -dijo Claude.
- Claramente se vio durante el Liberacionamiento. Llevaban armas para llenar camiones. Y, naturalmente, las personas decentes, como usted o como yo, no tenemos armas.
- Muy cierto.
- Usted, ¿no tiene?
- No, señor Saknussem.
- ¿Podría usted agenciarme un revólver? -preguntó Saknussem a quemarropa.
- Es que… -dijo Claude-. Quizás el cuñado de la señora que me alquila la habitación… No sé…
- Perfecto -dijo su jefe-. Cuento con usted, ¿eh? Que tampoco resulte demasiado caro; y con cartuchos, eh. Esos cerdos conformistas… No queda más remedio que ser precavido, ¿eh?
- Indudablemente -dijo Claude.
- Gracias, Léon. Cuento con usted. ¿Cuándo podría traérmelo?
- Tengo que preguntar.
- Por supuesto. Tómese el tiempo que necesite. Si quiere salir un poco antes…
- Oh, no. No merece la pena.
- Perfectamente. Y, por otra parte, cuidado con los borrones, ¿eh? Preocúpese de su trabajo. Qué diablos, no se le paga para no hacer nada.
- Tendré cuidado señor Saknussem -prometió Claude.
- Y llegue a su hora -concluyó el jefe-. Ayer llegó usted con seis minutos de retraso.
- Sin embargo, hoy estaba aquí nueve minutos antes… -dijo Claude.
- Sí -dijo Saknussem-, pero habitualmente llega usted con cuarto de hora de adelanto.”

Autumn in Peking

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“Lanzar una pregunta al universo, como lo llamaría alguna gente, estimula al universo a responder.”

Deepak Chopra (1946) médico, conferencista y escritor indio

Supercerebro

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“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas.”

Mario Benedetti (1920–2009) escritor uruguayo

Fuente: Citado en González-Geraldo, José L. Educación, Desarrollo y Cohesión Social. Ediciones de la Universidad de Castilla La Mancha, 2015. ISBN 978-84-9044-173-2, p. 321.

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“¿Ese material se te ocurre cuando estás borracho? Preguntó un primo de Faulkner.”

David Markson (1927–2010) escritor estadounidense

Esto no es una novela

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“Si he muerto y no me he dado cuenta
A quién le pregunto ahora?”

Pablo Neruda (1904–1973) poeta

The Book of Questions

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“Entonces", dice mientras íbamos por la carretera principal, el rompe el silencio, "he estado pensando."
"¿Sí?"
Él asintió "Realmente necesitas salir conmigo."
Parpadeé. "¿Perdona?"
"Ya sabes. Tú, yo. Un restaurante o una película. Juntos" Él me mira otra vez, cambia de velocidad. "¿Quizás es algo nuevo para ti? Si es así, voy a estar feliz de guiarte"
"¿Quieres llevarme a ver una película?", Pregunto.
"Bueno, realmente no", dijo. "Lo que en verdad quiero es que seas mi novia. Pero pensé que si te lo decía así te asustarías."
Sentí que mi corazón salto de mi pecho. "¿Siempre eres tan directo sobre este tipo de cosas?"
"No", dice. Doblamos a la derecha, subiendo por la colina hacia la ciudad, los altos edificios del hospital y la campana U eran visibles desde arriba de la colina.
"Pero tengo la sensación de que tienes prisa y estas dejando todo, así que pensé que debería ir al grano"
"Yo sólo estaré fuera una semana", digo en voz baja.
"Cierto", dice mientras seguimos subiendo. "Pero he querido hacerlo desde hace tiempos y ya no podía esperar."
"¿En serio?", Pregunto. Él asiente con la cabeza. "Como, ¿desde cuándo?"
Él lo piensa por un segundo. "El día que me golpeaste en baloncesto."
"¿Eso te pareció atractivo?"
"No exactamente", respondió. "Más bien fue como vergonzoso y humillante. Pero hubo algo en ese momento… Era como una pizarra limpia. Ninguna postura o pretensión. Fue como, ya sabes, real”.
Estábamos llegando a la ciudad ahora, pasando FrayBake, Luna Blu sólo estaba ha unas cuadras de distancia. "Real", repito.”

What Happened to Goodbye

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“Sé que voy a quererte sin preguntas
sé que vas a quererme sin respuestas.”

Mario Benedetti (1920–2009) escritor uruguayo

Antología poética

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