Frases sobre saber
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“Nadie mejor para espiar las acciones de los demás que aquellos a quienes nada les importan esas acciones. ¿Por qué este señor nunca viene antes de que oscurezca?; ¿por qué este otro no cuelga la llave en su respectivo clavo de la portería, los jueves?; ¿por qué camina siempre por callejuelas?; ¿por qué la señora desciende siempre del coche de alquiler antes de llegar a su casa?; ¿por qué mandará a comprar un cuadernillo de papel de cartas, cuando tiene repleto de papel su escritorio?, etcétera, etcétera. Hay personas que, con tal de saber el secreto de tales enigmas, que les son por completo indiferentes, gastan más dinero, consumen más tiempo y se toman más trabajo de lo que se necesitaría para ejecutar diez buenas acciones; y lo hacen gratuitamente, por placer, sin que su curiosidad reciba otro premio que la propia curiosidad. Seguirán a éste o aquél durante días enteros, se quedarán como centinelas largas horas en las esquinas, bajo los portales, de noche, con frío y con lluvia, corromperán a los criados, emborracharán a los cocheros y a los lacayos, comprarán a la doncella, sobornarán a un portero… ¿Y todo eso para qué? Para nada. Por el solo afán de ver, de saber y de penetrar en vidas ajenas. Pura comezón de murmurar. Y, con frecuencia, una vez conocidos estos secretos, publicados estos misterios, descifrados estos enigmas, acarrean catástrofes, duelos, quiebras, ruinas de familias, existencias amargadas, con gran placer de aquellos que lo han "descubierto todo", sin interés, por puro instinto. Es algo realmente triste.

Ciertas personas son malas únicamente por necesidad de hablar. Su conversación, charla en el salón, diálogo en la antecámara, es como esas chimeneas que consumen rápidamente la leña, necesitan mucho combustible, y el combustible es el prójimo.”

Les Misérables

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“Él no quería hijos y Patricia no quería un marido: a veces es más fácil saber lo que no se quiere.”

Cristina Peri Rossi (1941) Escritora hispanouruguaya

Te adoro y otros relatos

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“La caridad moral consiste en sobrellevarnos unos a otros, y es lo que menos hacéis en este mundo en donde estáis encarnados por el momento. Creedme, hay un gran mérito en saberse callar para dejar hablar a otro más ignorante, y esto es también una especie de caridad. Saber ser sordo cuando una palabra burlona se escapa de una boca acostumbrada a ridiculizar; no ver la sonrisa desdeñosa con que os reciben ciertas gentes, que muchas veces, sin razón, se creen superiores a vosotros mientras que en la vida espiritista, "la sola verdadera", les falta quizá mucho para alcanzaros; aquí tenéis un mérito no de humildad sino de caridad, porque el dejar de notar las faltas de otro, es la caridad moral. Sin embargo, esta caridad no debe impedir la otra, pero sobre todo, pensad en no despreciar a vuestro semejante, acordáos de lo que ya os he dicho; preciso es tener presente que, en el pobre desechado, quizás rechazáis a un espíritu que os ha sido querido y que se encuentra momentáneamente en una posición inferior a la vuestra. He vuelto a ver a uno de los pobres de nuestra tierra a quien había podido, por mi dicha, favorecer algunas veces, y al que a mi vez "imploro ahora". Acordáos que Jesús dijo que somos hermanos, y pensad siempre en ello antes de rechazar al leproso o al mendigo. Adiós, pensad en los que sufren y rogad. (Sor Rosalía. París, 1860.)”

Allan Kardec (1804–1869)

El Evangelio segun los Espiritus

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“detonar las cefaleas. Es imposible enumerar todos los posibles culpables, pero puedo ofrecerte algunos consejos para ponerle fin al sufrimiento: Establece horarios estrictos para dormir. Es la clave para regular las hormonas del cuerpo y mantener la homeostasis, es decir, el estado predilecto del cuerpo en el que su fisiología está equilibrada. Deshazte de la grasa. Mientras más peses, es más probable que padezcas cefaleas. Mantente activo. El sedentarismo fomenta la inflamación. Modera tu consumo de cafeína y alcohol. Beberlos en exceso puede detonar dolores de cabeza. No te saltes comidas y no tengas hábitos alimenticios erráticos. Al igual que con el sueño, tener patrones de alimentación ordenados controla varios procesos hormonales que pueden influir en el riesgo de padecer cefaleas. Maneja el estrés emocional, la ansiedad, la preocupación y todo tipo de emociones fuertes. Éstas están entre los detonantes más comunes de los dolores de cabeza. Quienes sufren migrañas suelen ser sensibles a los eventos estresantes, los cuales dan pie a la liberación de ciertas sustancias químicas en el cerebro que pueden provocar cambios vasculares y causar una migraña. Para colmo de males, las emociones como la ansiedad y la preocupación incrementan la tensión muscular y dilatan los vasos sanguíneos, lo cual intensifica la gravedad de la migraña. Adopta una dieta sin gluten, sin aditivos y sin alimentos procesados. La dieta de bajo índice glicémico, baja en carbohidratos y alta en grasas saludables que delineo en el capítulo 11 te ayudará a reducir tu propensión a las cefaleas. Ten mucho cuidado con los quesos añejos, los embutidos y otras fuentes de glutamato monosódico (GMS, el cual suele encontrarse en la comida china), pues estos ingredientes pueden llegar a ser responsables hasta de 30% de las migrañas. Rastrea los patrones de tus experiencias con la cefalea. Eso te permitirá saber cuándo estás más vulnerable a ellas, de manera que puedas prestar más atención en esos momentos. Las mujeres, por ejemplo, con frecuencia pueden rastrear patrones relacionados con su ciclo menstrual. Si eres capaz de definirlos, entenderás mejor tus propios dolores de cabeza y actuarás en función de ellos.”

Cerebro de pan: La devastadora verdad sobre los efectos del trigo, el azúcar y los carbohidratos

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“Que nadie presuma de saber traducir los sentimientos de una mujer joven al obtener la seguridad de un amor para el que apenas se atrevía a guardar una esperanza”

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Variante: Que nadie presuma de saber traducir los sentimientos de una mujer joven al obtener seguridad de un amor para que apenas se atreviera a guardar una esperanza

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“La creatividad significa saber quiénes somos. Es jazz sin música, es un flujo de energía. Ser creativos es ser valientes”

Umberto Eco (1932–2016) escritor y filósofo italiano

A paso de cangrejo: Artículos, reflexiones y decepciones

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“la vida se reduce a comer bien y saber pasar el tiempo entre comidas.”

Élmer Mendoza (1949) escritor mexicano

Balas de plata

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“Quisiera no saber ahora lo que no sabía entonces.”

Marianne Williamson (1952) escritora estadounidense

The Gift of Change: Spiritual Guidance for Living Your Best Life

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“Continuaba cuestionando los límites del mundo, al ver la miseria de quien con ellos se conforma, y no pude soportar por mucho tiempo lo fácil de la ficción: yo le exigía la realidad, me volví loco.

Si mentía, me quedaba en el plano de la poesía, de una superación verbal del mundo. Si perseveraba en una denigración ciega del mundo, mi denigración era falsa (como la superación). En cierto modo, mi conformidad con el mundo se profundizaba. Pero al no poder mentir a sabiendas, me volví loco (capaz de ignorar la verdad). O al no saber ya, para mí solo, representar la comedia de un delirio, me volví loco pero interiormente: viví la experiencia de la noche.

La poesía dio simplemente un giro: escapé por ella del mundo del discurso, que para mí se había convertido en el mundo natural, entré con ella en una especie de tumba donde la infinitud de lo posible nacía de la muerte del mundo lógico.

Al morir la lógica, daba a luz locas riquezas. Pero lo posible evocado no es sino irreal, la muerte del mundo lógico es irreal, todo es turbio y huidizo en esta oscuridad relativa. Puedo burlarme de mí mismo y de los demás: ¡todo lo real carece de valor, todo valor es irreal! De allí esa facilidad y esa fatalidad de deslizamientos en los que ignoro si miento o estoy loco. La necesidad de la noche procede de esa situación desafortunada.

La noche no podía sino desviarse de todo ello.

El cuestionarlo todo nacía de la exasperación de un deseo, ¡que no podía abocar al vacío!

El objeto de mi deseo era, en primer lugar, la ilusión y no pudo ser más que en segundo lugar el vacío de la desilusión.”

Georges Bataille (1897–1962)

Lo arcangélico y otros poemas

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“Vivimos bajo el imperio de la cifra: nunca los números tuvieron tanto peso en nuestra visión del mundo. Todo parece mensurable; instituciones, gobiernos, universidades, empresas gastan fortunas en computar las variables más recónditas y las más visibles: poblaciones, enfermedades, producciones, mercados, audiencias, geografías, miserias, perspectivas. Todo tiene un número. Es difíci, es nuevo: los Estados y los patrones llevan siglos intentando censar cuanto más mejor; recién ahora tienen herramientas para hacerlo a su gusto. Y lo hacen: para saber cómo somos, hay que medir; para saber qué sirve y qué no sirve, hay que medir; para saber qué hacer, medir; para saber si lo hecho estuvo bien o mal, medir medir medir. Nunca el mundo estuvo tan medido, comedido. Durante siglos, alguien atento podía notar que los chicos indios eran muy flacos y comían muy poco; ahora puede leer en los informes más detallados que el 47,2 sufre de bajo peso —y suponer que entendió lo que pasaba.
La apariencia de mensurabilidad hace que creíamos que tenemos todos los datos necesarios. Los números dan apariencia de solidez a cualquier iniciativa, a cualquier política, a cualquier negocio, a cualquier protesta. Pero son, antes que nada, una herencia torcida, el reflejo de ese universo donde los decisivo es si la empresa ganó 34.480.415 o 34.480.475. Una adaptación de la mirada a esa mirada.
Los números son el idioma en que creemos que nos entendemos —pretendemos que nos entendemos, tratamos de entendernos. Este libro también está lleno de números —y me avergüenza levemente, cómo me avergüenza pronunciar la ce y la zeta cuando estoy en España: hablar en un idioma que no es del todo mío para creer que me aseguro que me entiendan.”

Martín Caparrós (1957) escritor y periodista argentino

El hambre

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“Eso es porque Aki se ha ido. Porque la he perdido. Ya no hay nada que desee ver. Ni en Australia, ni en Alaska, ni en el Mediterráneo, ni en la Antártida. En este mundo, vaya a donde vaya, siempre me sucederá los mismo. Por más maravilloso que sea el paisaje que tenga ante los ojos, nunca me emocionaré; la más hermosa de las vistas no me gustará. Ha desaparecido la persona que me hacía desear, ver, saber y sentir…, incluso vivir.”

Kyōichi Katayama (1959) escritor japonés

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Variante: Eso es porque Aki se ha ido. Porque la he perdido. Ya no hay nada que desee ver. Ni en Australia, ni en Alaska, ni en el Mediterráneo, ni en la Antártida. En este mundo, vaya a dónde vaya, siempre me sucederá lo mismo. Por más maravilloso que sea el paisaje que tenga ante los ojos, nunca me emocionaré; la más hermosa de las vistas no me gustará. Ha desaparecido la persona que me hacía desear ver, saber y sentir…, incluso vivir. Ella ya no volverá a estar jamás a mi lado.

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“La sabiduría reside en saber cuándo hay que recordar y cuándo olvidar.”

Ayn Rand (1905–1982) filósofa y escritora estadounidense

La Rebelión de Atlas

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“El dramaturgo cuyas obras maestras nunca tienen éxito debería considerar con calma la hipótesis de que sus obras son malas; no debería rechazarla de antemano por ser evidentemente insostenible. Si descubre que encaja con los hechos, debería adoptarla como haría un filósofo inductivo. Es cierto que en la historia se han dado casos de mérito no reconocido, pero son mucho menos numerosos que los casos de mediocridad reconocida. Si un hombre es un genio a quien su época no quiere reconocer como tal, hará bien en persistir en su camino aunque no reconozcan su mérito. Pero si se trata de una persona sin talento, hinchada de vanidad, hará bien en no persistir. No hay manera de saber a cuál de estas dos categorías pertenece uno cuando le domina el impulso de crear obras maestras desconocidas. Si perteneces a la primera categoría, tu persistencia es heroica; si perteneces a la segunda, es ridícula. […] En el auténtico artista, el deseo de aplauso, aunque suele existir y ser muy fuerte, es secundario, en el sentido de que el artista desea crear cierto tipo de obra y tiene la esperanza de que dicha obra sea aplaudida, pero no alterará su estilo aunque no obtenga ningún aplauso. En cambio, el hombre cuyo motivo primario es el deseo de aplauso carece de una fuerza interior que le impulse a un modo particular de expresión, y lo mismo podría hacer un trabajo diferente.”

Bertrand Russell (1872–1970) filósofo, matemático, lógico y escritor británico
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“Déjame respirar mucho tiempo, mucho tiempo, el olor de tus cabellos; sumergir en ellos el rostro, como hombre sediento en agua de manantial, y agitarlos con mi mano, como pañuelo odorífero, para sacudir recuerdos al aire.
¡Si pudieras saber todo lo que veo! ¡Todo lo que siento! ¡Todo lo que oigo en tus cabellos! Mi alma viaja en el perfume como el alma de los demás hombres en la música.
Tus cabellos contienen todo un ensueño, lleno de velámenes y de mástiles; contienen vastos mares, cuyos monzones me llevan a climas de encanto, en que el espacio es más azul y más profundo, en que la atmósfera está perfumada por los frutos, por las hojas y por la piel humana.
En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en que pululan cantares melancólicos, hombres vigorosos de toda nación y navíos de toda forma, que recortan sus arquitecturas finas y complicadas en un cielo inmenso en que se repantiga el eterno calor.
En las caricias de tu cabellera vuelvo a encontrar las languideces de las largas horas pasadas en un diván, en la cámara de un hermoso navío, mecidas por el balanceo imperceptible del puerto, entre macetas y jarros refrescantes.
En el ardiente hogar de tu cabellera respiro el olor del tabaco mezclado con opio y azúcar; en la noche de tu cabellera veo resplandecer lo infinito del azul tropical; en las orillas vellosas de tu cabellera me emborracho con los olores combinados del algodón, del almizcle y del aceite de coco.
Déjame morder mucho tiempo tus trenzas, pesadas y negras. Cuando mordisqueo tus cabellos elásticos y rebeldes, me parece que como recuerdos.”

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