Frases sobre enferma
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“Si acaso estamos enfermos de maldad, fuera de camino, tenemos un título más para ser amados por el Señor.”

Juan Pablo I (1912–1978) papa número 263 de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano

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“Dejó la banda por motivos médicos: Me ponía enfermo.”

Ozzy Osbourne (1948) cantante y compositor británico

Ozzy sobre la salida de Carminne Appice de la banda

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“Somos una sociedad tan abominable y enferma, que no apareceremos en los libros de historia.”

Jacque Fresco (1916–2017)

Minuto 05:29-05:54
Conferencia Universidad Penn State

“No existe enfermo con buena digestión, ni sano con mala digestión.”

Manuel Lezaeta Acharán (1881–1959) escritor chileno

Frases celebres dichas por él

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“Si no pudieran contar sus enfermedades, hay muchos que no estarían enfermos.”

Santiago Rusiñol (1861–1931) pintor, poeta y dramaturgo español

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“Besa otra vez las botas de tu General, el mismo que te tiene enfermo, patrón de tu soledad.”

Álvaro Henríquez (1969) músico chileno

Alusión a Manuel Contreras en la canción 'Bestia'.
Citas de letras de canciones

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“Administrador que administra y enfermo que enjuaga, algo traga.”

Pablo Castellano Cardalliaguet (1934) abogado, político y sindicalista español

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Citas de Pablo Castellano, Dichos e ironías

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“¿Me parece casi inconcebible que incluso individuos inteligentes puedan aún, en contra de toda evidencia, creer en el hombre y en la mayoría, chocando una y otra vez con el mismo obstáculo. ¿Cómo puede uno negar incluso en la actual situación que el ser humano es posible sólo cuando otros seres humanos con más visión le imponen disciplina y prohibiciones, le oprimen para impedir que satisfaga sus impulsos destructivos, que se suicide? ¿Cómo puede uno justificar la democracia? No está suficientemente claro que a no ser que el hombre, el mundo occidental, gane en humildad y prudencia, arrasará y rapiñará con seguridad el globo hasta dejarlo en sus huesos, sin importar que pueda reutilizar los productos químicos o cambiar los métodos de producción de energía? ¿Cómo se puede ignorar que si nos aferramos al dominio del hombre sobre la naturaleza y mantenemos el valor que la vida humana tiene en el mundo occidental, esto nos llevará de cabeza al agujero negro de la extinción? ¿Cómo puede alguien estar tan enfermo como para afirmar que toda vida humana tiene el mismo valor y que la humanidad debe regirse por esta moral, sin tomar en consideración los números? Para mí está claro que cada vez que un niño nace, el valor de la vida decrece ligeramente. Me resulta obvio que la moral que rige en estos tiempos de explosión demográfica es completamente diferente a la que se aplicaba cuando el hombre era una especie escasa y noble, en sus comienzos.”

“La vejez es así: Uno se enferma sin tener ninguna enfermedad y se muere.”

Rubem Fonseca (1925) escritor brasileño

Pequeñas Criaturas

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“Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad. La observación de este caso, y sus consecuencias psicológicas, concuerda con un hecho que el médico del campo me hizo notar: la tasa de mortandad semanal durante las Navidades de 1944 y el Año Nuevo de 1945 superó en mucho las estadísticas habituales del campo. En su opinión, la explicación de este aumento de mortalidad no había que buscarla en el empeoramiento de las condiciones de trabajo, ni en una disminución de la ración alimenticia, ni en un cambio climatológico, ni en el brote de nuevas epidemias. A su entender, se trataba sencillamente de la ingenua esperanza que abrigaron la mayoría de los presos de ser liberados por las fiestas navideñas. Según se acercaba esa fecha, y al no recibir ninguna noticia alentadora, los prisioneros perdieron su valor y les venció el desaliento. Muchos de ellos murieron al debilitarse su capacidad de resistencia. Ya advertimos”

El hombre en busca de sentido

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“Aquel gentío, aquellos gritos, 《¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!》, aquellas banderas españolas… Nadie trabajaba esa tarde. Las empresas habían dado permiso a sus empleados para ir a recibir al 《salvador》de la patria. Y la gente, como una alfombra extendida sobre las calles, lo llenaba todo, hasta el último rincón. ¿La misma gente que había luchado por la República? ¿La misma cuyos padres, maridos o hijos habían caído en el frente? ¿La misma que soportó los atroces bombardeos que buscaban crear el máximo miedo en la población civil? ¿La misma que pasó hambre y frío? Aquella mañana del 26 de enero de 1939, viendo a las tropas victoriosas entrando por la Diagonal, se preguntó de dónde sacaban los supervivientes las banderas, y si el entusiasmo y la alegría eran reales o un simple alivio por el fin de la guerra. Habían pasado poco más de diez años y todo seguía igual o… Banderas, saludos fascistas, gritos de adhesión al vencedor.
¿Tan rápido el olvido?
¿Tanta necesidad de paz a cualquier precio?
¿Tanto miedo que masticar y tragar con tal de seguir adelante?
¿Y los más de cien mil cadáveres enterrados en cunetas y montañas, fosas comunes y cementerios, a la espera de un tiempo mejor en el que volver a merecer un respeto y recuperar su dignidad, mientras el régimen seguía fusilando y aumentando la cuenta?
El dictador volvía por tercera vez a Barcelona y allí estaba la ciudad rendida a sus pies.
Tal vez los que permanecían en sus casas fueran más numerosos, mucho más, pero ellos callaban.
También lo hacían algunos de los presentes, obligados a presenciar toda aquella parafernalia porque si no podían ser represaliados por sus empresas, que en caso de estar lejos habían puesto autocares para la movilidad de sus empleados. Era un día sin excusas. Hasta los enfermos debían curarse milagrosamente.”

Jordi Sierra i Fabra (1947) escritor y periodista
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“Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad.”

El hombre en busca de sentido

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“¿Cómo puedes estar resentido con alguien que está enfermo? La única respuesta apropiada es la compasión.”

Eckhart Tolle (1948) escritor contemporáneo de origen alemán

Practicando el poder del ahora: Enseñanzas, meditaciones y ejercicios esenciales extraídos de El poder del Ahora

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“Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus…”

El hombre en busca de sentido

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“Cuando ella [Filosofía] vio que las Musas de la poesía estaban presentes en mi sofá dando palabras a mi lamento, se conmovió un momento; sus ojos brillaron ferozmente y dijo: "¿Quién ha sufrido estos seductores mimos para acercarse a este enfermo? Nunca apoyan a los que sufren con remedios curativos, sino que nunca fomentan el dolor con dulces venenosos. Estos son los que sofocan la cosecha fructífera de la razón con las áridas zarzas de las pasiones: no liberan las mentes de los hombres de la enfermedad, sino que las acostumbran a ellas ".”
Quae ubi poeticas Musas uidit nostro assistentes toro fletibusque meis uerba dictantes, commota paulisper ac toruis inflammata luminibus: Quis, inquit, has scenicas meretriculas ad hunc aegrum permisit accedere, quae dolores eius non modo nullis remediis fouerent, uerum dulcibus insuper alerent uenenis? Hae sunt enim quae infructuosis affectuum spinis uberem fructibus rationis segetem necant hominumque mentes assuefaciunt morbo, non liberant.

Boecio (480) filósofo romano
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“La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más onerosa. Todos los que nacen tienen doble ciudadanía, en el reino del bien y en el reino de los enfermos. Aunque todos preferimos usar el pasaporte bueno, más tarde o más temprano cada uno de nosotros está obligado, al menos por un hechizo, a identificarnos como ciudadanos de ese otro lugar.”

Susan Sontag (1933–2004) profesora, directora de cine, guionista y escritora estadounidense

revisar traducción: Illness is the night side of life, a more onerous citizenship. Everyone who is born holds dual citizenship, in the kingdom of the well and in the kingdom of the sick. Although we all prefer to use the good passport, sooner or later each of us is obliged, at least for a spell, to identify ourselves as citizens of that other place
Fuente: Illness as Metaphor and AIDS and Its Metaphors.
Fuente: Susan Sontag. Editorial Penguin UK, 2013. ISBN 9780141911762 https://books.google.es/books?id=eLF9AukiQjMC&printsec=frontcover&dq=Illness+as+Metaphor+and+Aids+and+its+Metaphors&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjl-vvv-KngAhUDQxUIHUF3AUIQ6AEIKDAA#v=onepage&q=Illness%20is%20the%20night%20side%20of%20life%2C%20a%20more%20onerous%20citizenship.%20&f=false (falta página).

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“El tiempo llega a cada perro cuando deja de amar a las personas simplemente por las galletas o los huesos, incluso por las caricias, o los paseos al aire libre. Cuando un perro realmente ama, prefiere a la persona que no le da nada, y que tal vez esté demasiado enfermo para sacarlo a hacer ejercicio, a todos los cocineros generosos o chicos energéticos que sacan a pasear a los perros del mundo.”

Frances Power Cobbe (1822–1904) escritora y reforma social irlandesa

Original: «The time comes to every dog when it ceases to care for people merely for biscuits or bones, or even for caresses, and walks out of doors. When a dog really loves, it prefers the person who gives it nothing, and perhaps is too ill ever to take it out for exercise, to all the liberal cooks and active dog-boys in the world».
Fuente: [Cobbe] (1867), pp. 15-16.

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“No hay otro lugar como la familia donde encontrar consuelo, alivio y ayuda para los parados, los enfermos crónicos y terminales, a los jóvenes que han embarrancado sus vidas en el alcohol, en la droga y en el sexo salvaje.”

Antonio María Rouco Varela (1936) Cardenal de la Iglesia Católica

Fuente: 20 minutos http://www.20minutos.es/noticia/2017663/0/rouco-varela/aborto/fiesta-familia/#xtor=AD-15&xts=467263

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“Yo creía que hacía un buen trabajo al medicar a los enfermos, al atender bien a los pobres, sin embargo me echaron por mal desempeño.”

Fernando Lugo (1951) político, ex-obispo católico y sociólogo, presidente del Paraguay entre 2008 y 2012

http://www.ultimahora.com/lugo-se-pone-disposicion-manifestantes-n982249.html
Junto a campesinos, cooperativistas, camioneros, y frentistas rechazan el metrobús que se juntaron en la Plaza de Armas en protesta por disposiciones del gobierno de Horacio Cartes https://es.wikipedia.org/wiki/Horacio_Cartes.

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“Cuántos más recursos tenemos, más enfermos nos sentimos. Y estar enfermo es un negocio.”

Juan Gérvas (1948) Médico general español, investigador y escritor científico.

http://www.publico.es/actualidad/usted-enfermo-padece-vida-normal.html Flotats A. Usted está enfermo: padece una vida normal. Público. 26/03/2014.

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“De todos mis pacientes que están en la segunda mitad de su vida (es decir, de los que tienen más de treinta y cinco años), no ha habido ni uno solo cuyo problema no sea en última instancia el de no encontrar un enfoque religioso en la vida. Con seguridad se puede decir que cada uno de ellos enfermó porque había perdido lo que las religiones vivas de todas las épocas han dado a sus seguidores, y ninguno de ellos ha sido realmente sanado sino aquel que recuperó su visión religiosa.”

Modern Man in Search of a Soul (1933). Chap. 11 (Psychotherapists or the Clergy), p. 229
Original: Among all my patients in the second half of life—that is to say, over thirty-five—there has not been one whose problem in the last resort was not that of finding a religious outlook on life. It is safe to say that every one of them fell ill because he had lost what the living religions of every age have given their followers, and none of them has been really healed who did not regain his religious outlook.

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“El médico que procura curar o aliviar al enfermo; el capellán y el visitador que quieren corregirle y consolarle, prometiéndole protección para el día que recobre la libertad; el empleado que se esfuerza por hacer su cautiverio menos triste, no con las complacencias de la debilidad, sino aplicándole la ley con pena cuando es dura, con gusto cuando permite algún alivio, y no faltando nunca a las formas, a la consideración que ninguna persona digna niega a la debilidad y a la desgracia, éstos son los que, viendo al delincuente en las horas en que se resigna y en que se desespera; cuando forma planes de venganza o hace propósito de enmienda; cuando maldice al que ha declarado contra él, o cuando llora recordando a su madre; en los días en que miente y en otros en que dice la verdad; en los momentos en que se concentra impenetrable o muestra un ánimo expansivo, éstos son los que, uno después de otro y a solas con el delincuente, pueden aprender algo de lo que pasa por su corazón y suministrar datos para su psicología.”

Concepción Arenal (1820–1893) escritora y abogada española

Fuente:
Aunque nuevamente publicado en esta obra en el apartado "Advertencia", anteriormente Arenal lo había expuesto en el Bulletin de la Société Générale des Prisions y en La nueva Galicia jurídica.
Fuente: Arenal, Concepción. El visitador del preso. NoBooks Editorial. https://books.google.es/books?id=qfG-DgAAQBAJ&pg=PT87&dq=El+dolor,+cuando+no+se+convierte+en+verdugo,+es+un+gran+maestro&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwikrtvn16ffAhUxxIUKHSiRAc0Q6AEIPzAE#v=onepage&q=El%20dolor%2C%20cuando%20no%20se%20convierte%20en%20verdugo%2C%20es%20un%20gran%20maestro&f=false En Google Books.

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“Nada recupera y conforta tanto a un enfermo como el afecto de los amigos.”

Lucio Anneo Seneca (-4–65 a.C.) filósofo, político, orador y escritor romano

Fuente: Cartas de Séneca a Lucilio, Carta LXXVIII.

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“Que el cielo le preservé, incluso hasta la edad de un Fontenelle, e igualmente favorecido por las musas, sin las cuales una vida larga no es ninguna bendición para un estudioso. Por desgracia, la naturaleza no parece haber decretado esto para mí, ya que, al cumplir los setenta años, aunque no estoy enfermo, empiezo a notar la carga del vejez y la dificultad de los labores intelectuales.”

Immanuel Kant (1724–1804) Filósofo

Original (traducida al inglés): «May heaven preserve you, even to the age of a Fontenelle, and as favored by the muses, without which a long life is no blessing to a scholar. Unfortunately nature seems not to have decreed this for me since, at the start of my 70th year, though I am not ill, I am starting to feel the burdens of old age and the difficulty of mental labors».
Fuente: [Kant], Immanuel; [Zweig], Arnulf, et al. (en inglés). Correspondence, p. 457. Volumen 11 de The Cambridge Edition of the Works of Immanuel Kant. Cambridge University Press, 1999. ISBN 0521354013, 9780521354011. https://books.google.es/books?hl=es&id=uk4My4IN-PAC&q=Fontenelle#v=snippet&q=Fontenelle&f=false En Google Books. Consultado el20 de octubre de 2019.
Fuente: Carta a Abraham Gotthelf Kästner, mayo de 1793

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“América debe ponerse a trabajar. En el clima frío en el que vivimos, debemos ir en contra de los vientos predominantes. Debemos disentir de la indiferencia. Debemos disentir de la apatía. Debemos disentir del miedo, el odio y la desconfianza. Debemos disentir de una nación que enterró la cabeza en la arena esperando en vano las necesidades de sus pobres, ancianos y enfermos para que desaparezcan y sean arrancados. Debemos disentir de un gobierno que ha dejado a sus jóvenes sin trabajo, educación o esperanza. Debemos disentir de la pobreza de visión y la ausencia intemporal de liderazgo moral. Debemos disentir, porque Estados Unidos puede hacerlo mejor, porque Estados Unidos no tiene más remedio que hacerlo mejor.”

Thurgood Marshall (1908–1993)

Original: «America must get to work. In the chilled climate in which we live, we must go against the prevailing winds. We must dissent from the indifference. We must dissent from the apathy. We must dissent from the fear, the hatred, and the mistrust. We must dissent from a nation that buried its head in the sand waiting in vain for the needs of its poor, its elderly, and its sick to disappear and just blow away. We must dissent from a government that has left its young without jobs, education, or hope. We must dissent from the poverty of vision and timeless absence of moral leadership. We must dissent, because America can do better, because America has no choice but to do better.»
Fuente: Marshall, Thurgood. Supreme Justice: Speeches and Writings. Editor J. Clay Smith, Jr. Edición ilustrada. Editorial University of Pennsylvania Press, 2003. ISBN 9780812236903. p. XV.
Fuente: Discurso pronunciado el 6 de septiembre de 1990, antes de la Conferencia Judicial Anual del Segundo Circuito.

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“Todo matrimonio es una lotería: la felicidad es siempre un intercambio, aunque puede ser muy feliz, la pobre mujer es corporal y moral esclava del marido. Siempre se pega en la garganta. Cuando piense en una niña feliz, alegre y libre--y mira el estado dolorido y enfermo que una joven esposa está destinada generalmente a-- no se puede negar, es la pena del matrimonio.”

Victoria del Reino Unido (1819–1901) reina de Gran Bretaña e Irlanda y emperatriz de la India

Fuente: Carta (16 de mayo de 1860), publicado en Querido hijo: cartas entre la Reina Victoria y la princesa real inéditos editado por Roger Fulfold (1964), p. 254. También citado en el artículo "la Reina Victoria no de escrituras tan victorianas" http://www.victoriana.com/doors/queenvictoria.htm por Heather Palmer (1997.

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“El tiempo llega a cada perro cuando deja de cuidar a la gente simplemente por galletas o huesos, o incluso por caricias, y se va por la puerta. Cuando un perro realmente ama, prefiere a la persona que no le da nada, y que tal vez esté demasiado enfermo para sacarlo a hacer ejercicio, a todos los cocineros generosos y chicos activos del mundo.”

Frances Power Cobbe (1822–1904) escritora y reforma social irlandesa

«The time comes to every dog when it ceases to care for people merely for biscuits or bones, or even for caresses, and walks out of doors. When a dog really loves, it prefers the person who gives it nothing, and perhaps is too ill ever to take it out for exercise, to all the liberal cooks and active dog-boys in the world».
Fuente: Cobbe, Frances Power. The confessions of a lost dog. Editorial Griffith & Farran, 1867. Publicado en Londres, 1867. pp. 15-16.
Fuente: The Confessions of a Lost Dog.