Frases sobre sombra
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Aristofanés Foto

“Ciegos humanos, semejantes a la hoja ligera, impotentes criaturas hechas de barro deleznable, míseros mortales que, privados de alas, pasáis vuestra vida fugaz como vanas sombras o ensueños mentirosos.”

Fuente: Kerényi, Karl; Ortiz-Osés, Andrés. Arquetipos y símbolos colectivos: Círculo Eranos I. Edición ilustrada. Anthropos Editorial, 1994. ISBN 9788476584354. p. 37.
Fuente: Las aves.
Fuente: Aristófanes. Las aves. NoBooks Editorial, 2011.

Salvador De Madariaga Foto

“Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936.”

Salvador De Madariaga (1886–1978) diplomático, escritor y político español

Fuente: España. Ensayo de historia contemporánea.
Fuente: [Madariaga] (1979), p. 362–363.

Pedro Calderón De La Barca Foto

“¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción;
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.”

Pedro Calderón De La Barca (1600–1681) escritor español (1600-1681)

Variante: ¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Alejandro Dolina Foto
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“María, abre la ventana y deja que el sol alumbre por todos los rincones de tu casa.
María, mira hacia afuera nuestra vida no ha sido hecha para rodearla de sombras y tristezas.”

Víctor Jara (1932–1973) artista y activista político chileno

Abre tu ventana (1970)
Textos de canciones, Víctor Jara [Canto a lo humano] (1966), El derecho de vivir en paz (1970)

Luis Alberto Spinetta Foto

“Besa el violín que ya nunca jamás sonará. Bebe la sombra de un indio en un río divino. Sin querer te marcarás hasta que al morir buscarás el sinfín. Y antes del alba tendrás tu rocío final.”

Luis Alberto Spinetta (1950–2012) Músico argentino

Citas de canciones por banda, Invisible
Fuente: Invisible, Durazno sangrando, "En una lejana playa del animus", 1975.

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“La sombra de la Junta que traigo conmigo hace prodigios; la Junta será la vencedora, no yo; su nombre solo con el aspecto de nuestros bravos atrae a los afectos y aterra a los malvados.”

Manuel Belgrano (1770–1820) político y militar argentino

Carta a Moreno el 27 de octubre de 1810.
Fuente: Belgrano, Manuel. Epistolario Belgraniano. Editora y compiladora María Teresa Piragino. Colaborador y editor Academia Nacional de la Historia (Argentina), 1970. p. 69.

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Alejandro Jodorowsky Foto

“A donde quiera que vas arrastras una sombra tan inmóvil como el ladrón crucificado.”

Alejandro Jodorowsky (1929) escritor y director de cine chileno-francés, de ascendencia judeo-ucraniana

Fuente: Jodorowsky, Alejandro. Poesía sin fin. Editorial Penguin Random House Grupo Editorial España, 2013. ISBN 9788490329108.

Julio Iglesias Foto

“Cuando hay muchas luces, también las sombras son mayores.”

Julio Iglesias (1943) cantante, abogado, empresario y compositor español
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“Volviste la espalda a la luz del día para caminar por la sombra conmigo”

Mike Mignola (1960)

Hellboy, Vol. 3: The Chained Coffin and Others

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“Te vas en sombras, pensé. Como viviste.”

The Shadow of the Wind

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“Volvía a ser de noche. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple.
El primer silencio era una calma hueca y resonante, constituida por las cosas que faltaban. Si hubiera habido caballos en los establos, estos habrían piafado y mascado y lo habrían hecho pedazos. Si hubiera habido gente en la posada, aunque solo fuera un puñado de huéspedes que pasaran allí la noche, su agitada respiración y sus ronquidos habrían derretido el silencio como una cálida brisa primaveral. Si hubiera habido música… pero no, claro que no había música. De hecho, no había ninguna de esas cosas, y por eso persistía el silencio.
En la posada Roca de Guía, un hombre yacía acurrucado en su mullida y aromática cama. Esperaba el sueño con los ojos abiertos en la oscuridad, inmóvil. Eso añadía un pequeño y asustado silencio al otro silencio, hueco y mayor. Componían una especie de aleación, una segunda voz.
El tercer silencio no era fácil reconocerlo. Si pasabas una hora escuchando, quizá empezaras a notarlo en las gruesas paredes de piedra de la vacía taberna y en el metal, gris y mate, de la espada que colgaba detrás de la barra. Estaba en la débil luz de la vela que alumbraba una habitación del piso de arriba con sombras danzarinas. Estaba en el desorden de unas hojas arrugadas que se habían quedado encima de un escritorio. Y estaba en las manos del hombre allí sentado, ignorando deliberadamente las hojas que había escrito y que había tirado mucho tiempo atrás.
El hombre tenía el pelo rojo como el fuego. Sus ojos eran oscuros y distantes, y se movía con la sutil certeza de quienes saben muchas cosas.
La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.”

The Name of the Wind

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“Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!…”

Rubén Darío (1867–1916) poeta nicaragüense

Variante: Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

Francisco de Quevedo Foto

“… sombra que sucesivo anhela el viento…”

Francisco de Quevedo (1584–1645) escritor español

Antología Poética

John Banville Foto

“Estas cosas son fáciles de decir, pues las palabras no sienten vergüenza y nunca se sorprenden (14)

Imágenes del pasado remoto se agolpan en mi cabeza, y la mitad de las veces soy incapaz de distinguir si son recuerdos o invenciones. Tampoco es que haya mucha diferencia, si es que hay alguna (14)

Hay quien afirma, que sin darnos cuenta, nos lo vamos inventando todo, adornándolo y embelleciéndolo, y me inclino a creerlo, pues Madame Memoria es una gran y sutil fingidora (14)

Me la debo de estar inventando (14)

En mi opinión, los nombres de las mujeres casadas nunca suenan bien. ¿Es porque todas se casan con los nombres equivocados, o, en cualquier caso, con los apellidos equivocados? (17)

…y en mi oído resonaban los tins y los plofs de sus tripas en su incesante labor de transubstanciación (18)

Ahora me pregunto si ella también estaba enamorada de mí, y esas muestras de gracioso desdén eran una manera de ocultarlo ¿O todo esto no es más que vanidad por mi parte? (25)

…y al presenciar todas aquellas cosas sentí el dolor dulce y agudo de la nostalgia, sin objeto pero definida, como el dolor fantasma de un miembro amputado (27)

…permanecimos echados boca arriba durante mucho tiempo, como si practicáramos para ser los cadáveres que seríamos algún día (34)

…y yo me quedé en medio de la sala, sin ser gran cosa, a duras penas yo mismo. Había momentos como ése, en los que uno estaba en punto muerto, por así decir, sin preocuparse de nada, a menudo sin fijarse en nada, a menudo sin ser realmente en ningún sentido vital (42)

El Tiempo y la Memoria son una quisquillosa empresa de decoradores de interiores, siempre cambiando los muebles y rediseñando y reasignando habitaciones (43)

En lugar de los tonos de color rosa y melocotón que había esperado –Rubens es en gran parte responsable de ello-, su cuerpo, de manera desconcertante, mostraba una variedad de tonos apagados que iban del blanco magnesio al plata y al estaño, un matiz mate de amarillo, ocre pálido, e incluso una especie de verde en algunos lugares y, en los recovecos, una sombra de malva musgoso (45)
¿Era eso estar enamorado, me pregunté, ese repentino y plañidero viento que te atravesaba el corazón? (62)

…no estaba acostumbrado todavía al abismo que se abre entre la comisión de un hecho y el recuerdo de lo cometido (65)

…la noche del último día ella ya me había dejado para siempre (75)

No todo significa algo (100)

Cómo anhelábamos en aquellos años, pasar aunque sólo fuera un día normal, un día en el que pudiéramos levantarnos por la mañana y desayunar sin preocuparnos por nada, leernos fragmentos del periódico el uno al otro y planear hacer cosas, y luego dar un paseo, y contemplar las vistas con una mirada inocente, y luego compartir un vaso de vino y por la noche irnos juntos a la cama (102)

Debe de ser difícil acostumbrarse a que no haya nada que hacer (107)

A lo largo de los años, los vagabundos, los auténticos vagabundos, han disminuido constantemente en calidad y cantidad (107)

Qué frágil resulta este absurdo oficio en el que me he pasado la vida fingiendo ser otras personas, y sobre todo fingiendo no ser yo mismo (119)

…tan sólo vulgarmente humana (123)

El quinto de los seis cigarrillos que según ella son su ración diaria (143)

…participar en una película es algo extraño, y al mismo tiempo no lo es en absoluto; se trata de una intensificación, una diversificación de lo conocido, una concentración en el yo ramificado; y todo eso es interesante, y confuso, y emocionante y perturbador (143)

El hecho es que me echó a perder a otras (157)

Era, como ya he dicho, todo un género en sí misma (158)

Los cisnes, con su belleza estrafalaria y sucia, siempre me dan la impresión de mantener una fachada de indiferencia tras la cual realmente viven una tortura de timidez y duda (173)”

John Banville (1945) escritor irlandés
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“Vi a mi madre en su ataúd—dijo por fin—. Las mujeres le habían trenzado el pelo para que tuviera un aspecto decoroso, pero mi padre no lo permitió. Quería verla por última vez tal como era para él. Fue personalmente al ataúd, le deshizo las trenzas y extendió la cabellera con las manos, cubriendo la almohada.

Hizo una pausa; su pulgar quedó inmóvil.

—Yo estaba allí, quieto en el rincón. Cuando todos salieron para recibir al cura me acerqué sigilosamente. Era la primera vez que veía a una persona muerta.—Dejé que mis dedos se cerraran sobre su antebrazo.— Una mañana mi madre me dio un beso en la frente; luego volvió a colocarme la horquilla que se me había desprendido de mi pelo ensortijado y salió. Jamás volví a verla. La velaron con el ataúd cerrado.

—¿Era…ella?

—No.—Contemplaba el fuego con los ojos entornados—. No del todo. Se le parecía, pero nada más. Como si alguien la hubiera tallado en madera de abedul. Pero su pelo… eso aún tenía vida. Eso todavía era…ella.

Lo oí tragar saliva y carraspear un poco.

—La cabellera le cruzaba el pecho, cubriendo al niño que yacía con ella. Pensé que a él no le gustaría sofocarse de ese modo. Y retiré las guedejas rojas para dejarlo a la vista. Mi hermanito, acurrucado en sus brazos, con la cabeza en su seno, abrigado y en sombras bajo la cortina de pelo. Y enseguida pensé que no, que estaría más contento si lo dejaba así. Y volví a alisar la cabellera de mi madre para cubrirle la cabeza.

Su pecho se elevó bajo mi mejilla. Deslizó lentamente las manos por mi pelo.

—No tenía una sola cana, Sassenach. Ni una.

Ellen Fraser había muerto de parto a los treinta y ocho años. Mi madre, a los treinta y dos. Y yo… yo tenía la riqueza de todos esos años largos que ellas habían perdido. Y más aún.

—Para mí es un gozo ver cómo te tocan los años, Sassenach—susurró—, pues significa que vives.”

Diana Gabaldon (1952) Escritora estadounidense

The Fiery Cross

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“La niñez se mide a través de sonidos, olores y suspiros, antes de que aparezca la sombra obscura de la razón. (John Betjeman)”

John Boyne (1971) novelista irlandés, autor de ficción juvenil

The Boy in the Striped Pajamas

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“Al final descubrí un delgado volumen, titulado El libro de los secretos, enterrado en lo más profundo de Catálogos Muertos. Era un libro extraño: estaba organizado como un bestiario, pero escrito como un abecedario para niños. Tenía ilustraciones en que aparecían seres de cuentos de hadas como ogros, troles y resinillos. Cada entrada tenía una ilustración acompañada de un poema breve e insípido.
La entrada de los Chandrian era la única que no llevaba ilustración, por supuesto. En su lugar solo había una página vacía enmarcada con volutas decorativas. El poema no aportaba absolutamente nada:
De un sitio a otro los Chandrian van, pero nunca dejan rastro ni sabes dónde están.
Guardan sus secretos con mucho cuidado, pero nunca te arañan ni te pegan un bocado.
No montan peleas ni arman jaleos.
De hecho con nosotros son bastante buenos.
Llegan y se van, te vuelves y se han ido, como un rayo en el cielo, como un suspiro.
Pese a lo irritante que resultaba un texto tan superficial, al menos dejaba algo muy claro: para el resto de la gente, los Chandrian no eran más que cuentos de hadas infantiles. Tan irreales como los engendros o los unicornios.
Yo sabía otra cosa, por supuesto. Los había visto con mis propios ojos. Había hablado con Ceniza, el de los ojos negros. Había visto a Haliax, envuelto en un manto de sombra.
Continué mi infructuosa búsqueda. No me importaba lo que creyera el resto de la gente. Yo sabía la verdad, y no soy de los que se rinden fácilmente.”

The Wise Man's Fear

“Un suspiro se escapa de la mujer, sentada a la sombra andante del árbol.”

Cuentos que Cuento: Blog Escribir para Aprender

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“Cuando muere lo más puro Cualquier gozo se invalida Queda el pecho como hueco, Y hay sombras por donde mires.”

Michel Houellebecq (1956) Poeta y novelista francés

Configuración de la última orilla

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Esta traducción está esperando su revisión. ¿Es correcto?
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“Creo haberlo dicho otra vez. Por lo mismo que la sociedad no destina a la mujer para la carrera literaria que en los países más ilustrados se piensa en educarla más bien para el hogar doméstico que para la vida pública, cuando la modesta paloma se resuelve a salir de la sombra apacible de sus dioses lares para cultivar las letras a la faz del sol, obedece (generalmente hablando) á las sugestiones de la verdadera aptitud. El hombre suele convertir la pluma en un medio de especulación como cualquier otro; de ahí se que se introduzcan muchos profanos, sin vocación ni recursos mentales, en el augusto templo de Minerva. La muger (salvo las escepciones que existen en todas las reglas) cede al tomarla á un impulso emanado de Dios que la hace sobreponerse a la timidez de su índole, á los hábitos de su educación y al amor de su dichosa obscuridad: de ahí que casi siempre la que se dirige al santuario de la sabia diosa, merezca visitarlo.”

Virginia Auber Noya (1821–1897) escritora española

Notas:Ortografía original. Fragmento de su artículos “Astros refulgentes” de primero de octubre de 1862.
Fuente: Virginia Felicia Auber: unha xornalista galega no alén mar Rosa Aneiros Díaz Consello da Cultura Galega.
Fuente: Comunicacion Felicia Rosa Aneiros corrixida: Virginia Felicia Auber: unha xornalista galega no alén mar. Consello da Cultura Galega http://culturagalega.gal/album/docs/ComunicacionFeliciaAuber_%20Rosa%20Aneiros.pdf

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“Amarás la belleza, que es la sombra de Dios sobre el Universo.”

Gabriela Mistral (1889–1957) poeta, diplomática, feminista y pedagoga chilena, lucila de maria del perpetuo godoy alcayaga

Fuente: “Decálogo del artista”

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“Cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol; no vaya a ser la sombra de un pigmeo.”

Novalis (1772–1801) poeta alemán

Fuente: Citado en Sainz de Vicuña Ancín, José María. El plan de marketing en la práctica. ESIC Editorial, 2015. ISBN 9788416462551. p. 193.

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“El amor no prospera en corazones que se amedrentan de las sombras.”

William Shakespeare (1564–1616) escritor inglés

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“Que la amistad, junto con el bien, crezcan como la sombra de la noche hasta que se apague el sol de la vida.”

Ludwig Van Beethoven (1770–1827) compositor, director de orquesta y pianista germanoaustríaco

Fuente: Amate Pou, Jordi. Paseando por una parte de la Historia: Antología de citas. Editorial Penguin Random House Grupo Editorial España, 2017. ISBN 9788417321871, p. 32.

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“El falso amigo es como la sombra que nos sigue mientras dura el sol.”

Carlo Dossi (1849–1910)

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