Frases sobre la desesperación

Una colección de frases y citas sobre el tema del desesperación, vida, vida, ser.

Mejores frases sobre la desesperación

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“La forma más común de desesperación es no ser quien eres.”

Søren Kierkegaard (1813–1855) prolífico filósofo y teólogo danés del siglo XIX
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“La acción es el antídoto a la desesperación.”

Joan Báez (1941) cantante estadounidense

Fuente: Sharma, Robin. El líder que no tenía cargo: Una fábula moderna sobre el liderazgo en la empresa y en la vida. Penguin Random House Grupo Editorial España, 2010. ISBN 9788425346224.

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“A veces la picardía crioya es sólo desesperación, Mendieta.”

Roberto Fontanarrosa (1944–2007) Humorista gráfico y escritor argentino

Citas de personajes, Inodoro Pereyra

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“La desesperación puede engañar al desesperado.”

The Winner Stands Alone

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“La desesperación tiene sus propias calmas.”

Dracula

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Frases sobre la desesperación

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“Escribo porque no tengo nada que hacer en el mundo: estoy de sobra y no hay lugar para mí en la tierra de los hombres. Escribo porque soy un desesperado y estoy cansado, no aguanto más la rutina de serme y si no fuese la sempiterna novedad de escribir, me moriría simbólicamente todos los días. Pero estoy preparado para salir discretamente por la puerta del fondo. Experimenté casi todo, incluso la pasión y su desesperación. Yo ahora sólo querría tener lo que hubiese sido y no fui.”

A Hora da Estrela
Variante: Escribo porque no tengo nada que hacer en el mundo: estoy de sobra y no hay lugar para mí en la tierra de los hombres. Escribo por mi desesperación y mi cansancio, ya no soporto la rutina de ser yo, y si no existiese la novedad continua que es escribir, me moriría simbólicamente todos los días. Pero estoy preparado para salir con discreción por la puerta trasera. He experimentado casi todo, aun la pasión y su desesperanza. Ahora sólo querría tener lo que hubiera sido y no fui

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“Casi todas las personas viven la vida en una silenciosa desesperación.”

Henry David Thoreau (1817–1862) escritor, poeta y filósofo estadounidense

Fuente: [Palomo Triguero], Eduardo. Cita-logía. Editorial Punto Rojo Libros, S.L. ISBN 978-84-16068-10-4, p. 91.

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“Nunca desesperes. Pero si a ello llegas, sigue trabajando a pesar de la desesperación.”

Edmund Burke (1729–1797) Filósofo y político conservador británico (1729-1797)

Fuente: Eusebio, Sebastián Arribas. Enciclopedia básica de la vida. Cultivalibros. 2010. ISBN 978-84-99233-42-0. p. 243.

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“Pongámonos de acuerdo en qué es la igualdad, pues si la libertad es la cima, la igualdad es la base. La igualdad, ciudadanos, no es que toda la vegetación esté enrasada, una sociedad de hierbas largas y de robles bajos; un vecindario de envidias que se castren entre sí; es, en el ámbito civil, que todas las aptitudes tengan las mismas oportunidades; en el ámbito político, es que todos los votos valgan lo mismo; en el ámbito religioso, es que todas las conciencias tengan los mismos derechos. La Igualdad tiene un órgano: la instrucción gratuita y obligatoria. El derecho al alfabeto, por ahí es por donde hay que empezar. La escuela primaria obligatoria para todos; la escuela secundaria brindada a todos, ésa es la ley. De la escuela idéntica sale la sociedad igual. ¡La enseñanza, sí! ¡Luz! ¡Luz! Todo viene de la luz y todo va a la luz. Ciudadanos, el siglo XIX es grande, pero el siglo XX será feliz. Y ya no pasará nada que tenga que ver con la historia vieja; no tendremos ya que temer, como ahora, una conquista, una invasión, una usurpación, una rivalidad a mano armada de naciones, una interrupción de la civilización que dependa de un matrimonio de reyes, de un nacimiento en el seno de las tiranías hereditarias, de un reparto de pueblos obra de un congreso, de un desmembramiento porque se hunda una dinastía, de un combate entre dos religiones que choquen de frente como dos carneros del reino de la oscuridad, en el puente de lo infinito; no tendremos ya que temer la hambruna, ni la explotación, ni la prostitución fruto de la desesperación ni el desvalimiento, ni la miseria fruto del paro, ni el patíbulo, ni la espada, ni las batallas, ni todos los robos de salteador del azar en el bosque de los acontecimientos. Casi podríamos decir que ya no habrá acontecimientos. Los hombres serán felices. El género humano cumplirá su ley como cumple la suya el globo terrestre; se restablecerá la armonía entre el alma y el astro; el alma gravitará en torno a la verdad igual que el astro en torno a la luz.”

Les Misérables

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“El que está resuelto a vencer o morir, rara vez es vencido; una desesperación tan noble difícilmente parece.”

Pierre Corneille (1606–1684) dramaturgo francés

Fuente: [Ortega Blake] (2013), p. 1166.

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“En un momento de nuestra historia en que las calles de las ciudades de la nación inspiran miedo y desesperación, en lugar de orgullo y esperanza, es difícil mantener la objetividad y la preocupación por nuestros conciudadanos. Pero, la medida de la grandeza de un país es su capacidad de conservar la compasión en tiempos de crisis. Ninguna nación en la historia registrada del hombre tiene una mayor tradición de justicia y trato justo para todos sus ciudadanos en tiempos de agitación, confusión y tensión que la nuestra. Este es un país que se mantiene más alto en tiempos difíciles, un país que se aferra a principios fundamentales, valora su herencia constitucional y rechaza soluciones simples que comprometen los valores que están en las raíces de nuestro sistema democrático.”

Thurgood Marshall (1908–1993)

Original: «At a time in our history when the streets of the Nation's cities inspire fear and despair, rather than pride and hope, it is difficult to maintain objectivity and concern for our fellow citizens. But, the measure of a country's greatness is its ability to retain compassion in time of crisis. No nation in the recorded history of man has a greater tradition of revering justice and fair treatment for all its citizens in times of turmoil, confusion, and tension than ours. This is a country which stands tallest in troubled times, a country that clings to fundamental principles, cherishes its constitutional heritage, and rejects simple solutions that compromise the values that lie at the roots of our democratic system.»
Fuente: Citado en Chemerinsky, Erwin; Levenson, Laurie L.Criminal Procedure. Editorial Wolters Kluwer Law & Business, 2017. ISBN 9781454876656. p. 1210.
Fuente: Caso Furman v. Georgia, 408 U.S. 238, opinión concurrente (17 de enero de 1972).

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“me habia quedado tambien casi por completo sin contactos con quienes anteriormente mehabia permitido confrontaciones, es decir, confrontaciones intelectuales en diálogos y discusiones, de todas esas personas, con mi inmersión cada vez más rigurosa en mi trabajo científico, em había apartado y mantenido alejado cada vez más y, como tuve que comprender de pronto, de la forma más peligrosa y, a partir de un momento determinado, no había tenido ya fuerzas para reanudar todos esos lazos intelectuales necesarios, ciertamente había comprendido de pronto que, sin esos contactos, difícilmente podría avanzar, que sin esos contactosm probablemente, en un plazo previsible, no podría ya pensar, que pronto tampoco podría ya existir, pero me faltaban fuerzas para detener, mediante mi propia inicativa, lo que veía ya que se me acercaba, la atrofia de mi pensamiento producida por el apartamiento voluntariamente provocado, de todas las personas suceptibles de un contacto que excediera del más imprescindible, del llamado vernáculo, simplemente del derivado de las necesidades más apremiantes de la existencia en mi casa y su entorno inmediato, y habían pasado años ya desde que había dejado de mantener correpondencia, totalmente absorbido en mis ciencias, había dejado pasar el momento en que todavía hubiera sido posible reanudar esos contactos y correspondencia abandonados, todos mis esfuerzos en ese sentido habían fracasado siempre, porque en el fondo me habían faltado ya por completo, si no las fuerzas para ello, sí, probablemente, la voluntad de hacerlo, y aunque en realidad había comprendido claramente que el camino que había tomado y había seguido ya durante años no era el verdadero camino, que sólo podía ser un camino hacia el aislamiento total, aislamiento no sólo de mi mente y de mi pensamiento, sino en realidad aislamiento de todo mi ser, de toda mi existencia, siempre espantada ya, de todos modos, por ese aislamiento, no había hecho ya nada para remediarlo, había seguido avanzando siempre por ese camino, aunque siempre horrorizado por su lógica, temiendo continuamente ese camino en el que, sin embargo, no hubiera podido ya dar la vuelta; había previsto ya muy pronto la catástrofe, pero no había podido evitarla y, en realidad, se había producido ya mucho antes de que yo la reconociera como tal. Por un lado, la necesidad de aislarse por amor al trabajo científico es la primera de las necesidades deun intelectual, por otro, sin embargo, el peligro de que ese aislamiento se produzca de una forma demasiado radical que, en fin de cuentas, no tenga ya consecuencias estimulantes como se pretendía, sino inhibidoras e incluso aniquiladoras, en el trabajo intelectual es el mayor de los peligros y, a partir de cierto momento, mi aislamiento del entorno por amor a mi trabajo científico (sobre los anticuerpos) había tenido precisamente esas consecuencias aniquiladoras en mi trabajo científico. La comprensión llega siempre, como había tenido que reconocer en mi mente de la forma más dolorosa, demasiado tarde y sólo queda, si es que queda algo, la desesperación, o sea, la comprensión directa del hecho de que ese estado devastador y, por tanto, intelectual, sentimental y, en fin de cuentas corporalmente devastador, surgido de pronto, no puede cambiarse ya, ni por ningún medio.”

Yes

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“Pero ¿no te das cuenta de que la noción de la muerte entre nosotros es muy poca cosa, Claire? —susurró.

Mis manos se cerraron contra su pecho. No, no pensaba que fuera poca cosa.

—Todo el tiempo, cuando me dejaste después de Culloden, estuve muerto, ¿no es así?

—Creí que estabas muerto. Por eso…

—Dentro de doscientos años seguro que estaré muerto, Sassenach —dijo sonriendo—. A causa de los indios, los animales salvajes, una plaga, la cuerda de la horca o sólo por la bendición de una edad avanzada, pero estaré muerto.

—Sí.

—Y mientras tú estabas allí, en tu propio tiempo… yo estaba muerto, ¿no?

Asentí sin palabras. Incluso ahora puedo mirar hacia atrás y ver el abismo de desesperación en el que aquella partida me sumió y del que salí trepando penosamente centímetro a centímetro.

—«El hombre es como la hierba del campo —citó, frotando mis manos—. Hoy florece; mañana se seca y se tira al horno.»

Levantó el penacho verde y se lo llevó a los labios, para luego pasarlo por mi boca.

—Estaba muerto, Sassenach, y sin embargo todo ese tiempo te amé.

Cerré los ojos sintiendo la leve picazón de la hierba en mis labios.

—Yo también te amaba —susurré—. Siempre lo hice.

—Mientras mi cuerpo y el tuyo vivan, seremos una sola carne —susurró.

Sus dedos me tocaron el pelo, la barbilla, el cuello y los pechos; respiré su aliento y lo sentí en mis manos.

—Y cuando mi cuerpo perezca, mi alma todavía será tuya, Claire. Juro por mi esperanza de ganarme el cielo que no seré separado de ti. Nada se pierde, Sassenach; sólo se transforma.

—Eso es la primera ley de la termodinámica —dije secándome la nariz.

—No —respondió—. Eso es fe.”

Drums of Autumn

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“Cuando una mujer, hipnotizada, se acerca a su amante, obligada por el instinto sexual ineludible, el hombre se presenta ante la codicia como una especie de temerario … Pero la desdichada mujer que no ha hecho más que cumplir con una de las exigencias de su instinto, no de las más bajas hembras, es arrojada al desprecio de la sociedad: su futuro es destruido, se la arroja al abismo, la desesperación, la miseria, la locura o el suicidio.”

Hermila Galindo (1896–1954) escritora mexicana

Original: «When a woman, mesmerized, surreders herselfs to her lover, compelled by the ineluctable, sexual instinct, the man stands before cociety as a kind of daredevil... But the wretched woman who has done no more than the comply with one of the demands of her instinct, not deniend to the lowest off females, is flung into society's scorn: her future cut off, she is tossed inte the abyss os despair, misery, madness, or suicide».
Fuente: Between Woman and Nation: Nationalisms, Transnational Feminisms, and the State. Editores Caren Kaplan, Norma Alarcón, Minoo Moallem. Edición ilustrada, reimpresa. Editorial Duke University Press, 1999. ISBN 9780822323228. p. 231 https://books.google.es/books?id=iZqv_ZcsipgC&pg=PA408&dq=ISBN+9780822323228&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjw1ZLk2-TgAhUO1-AKHTsYAwkQ6AEIKDAA#v=onepage&q=But%20the%20wretched%20woman%20who%20has%20done%20no%20more%20than%20the%20comply%20with%20one%20of%20the%20demands%20of%20her%20instinct%2C&f=false

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“Tener que pagar por los propios sueños debe ser la peor de las desesperaciones.”

José Saramago (1922–2010) escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo portugués
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“¡Y yo aquí, condenado a la inacción! Me sucede a veces que no puedo por menos de suspirar y, penetrado de dolor, vierto en el piano mi desesperación.”

Frédéric Chopin (1810–1849) compositor y virtuoso pianista polaco del romanticismo

Fuente: Rubio Tovar, Joaquín (1981), «Chopin, poeta del piano», Los Grandes Compositores, Navarra: Salvat, S. A. de Ediciones, ISBN 84-7137-457-9

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“Sin mentiras la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento.”

Anatole France (1844–1924) escritor francés

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“La desesperación es perfectamente compatible con una buena cena, se los aseguro.”

William M. Thackeray (1811–1863) novelista inglés

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“El desconocimiento propio genera soberbia; pero el desconocimiento de Dios genera desesperación.”

Bernardo de Claraval (1090–1153) santo católico y monje cisterciense francés

Fuente: Palomo Triguero, Eduardo. Cita-logía. Editorial Punto Rojo Libros,S.L. ISBN 978-84-16068-10-4. p. 89.

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“Y me dirijo a los falangistas que cuidan de las investigaciones políticas y policiales en las ciudades, y sobre todo en los pueblos. Vuestra misión ha de ser obra de depuración contra los jefes cabecillas y asesinos. Pero impedid, con toda energía, que nadie sacie odios personales, y que nadie castigue o humille a quien, por hambre o desesperación, haya votado a las izquierdas. Y es que sabemos que en muchos pueblos había —y acaso hay— derechistas que eran peores que los rojos… [Aspiramos a] la salvación y no la muerte de los que en su inmensa mayoría tenían hambre de pan y Justicia.”

Manuel Hedilla Larrey (1902–1970) político falangista español (1902-1970)

Fuente: [Redondo], Gonzalo. Historia de la Iglesia en España, 1931-1939: La Guerra Civil, 1936-1939, pp. 162-3. Ediciones Rialp, 1993. https://books.google.es/books?id=3N2ryNhbnMsC&pg=PA163&dq=que+nadie+castigue+o+humille+a+quien,+por+hambre+o+desesperaci%C3%B3n&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjRgvLutaLiAhUp0uAKHd4aCusQ6AEIKTAA#v=onepage&q=que%20nadie%20castigue%20o%20humille%20a%20quien%2C%20por%20hambre%20o%20desesperaci%C3%B3n&f=false En Google Books. Consultado el 17 de mayo de 2019.

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“Hoy esos hombres y mujeres van a Tailandia, a Filipinas, a Botswana, a Bolivia y a cualquier parte donde esperan encontrar gentes que necesitan con desesperación un trabajo. Van a esos países con la intención deliberada de explotar a los desdichados, a seres que tienen hijos desnutridos o famélicos, que viven en barrios de chabolas y que han perdido toda esperanza de una vida mejor; que incluso han dejado de soñar en un futuro. Esos hombres y mujeres salen de sus fastuosos despachos de Manhattan, de San Francisco o de Chicago, se desplazan entre los continentes y los océanos en lujosos jets, se alojan en hoteles de primera categoría y se agasajan en los mejores restaurantes que esos países puedan ofrecer. Luego salen a buscar gente desesperada.
Son los negreros de nuestra época. Pero ya no tienen necesidad de aventurarse en las selvas de África en busca de ejemplares robustos para venderlos al mejor postor en las subastas de Charleston, Cartagena o La Habana. Simplemente reclutan a esos desesperados y construyen una fábrica que confeccione las cazadoras, los pantalones vaqueros, las zapatillas deportivas, las piezas de automoción, los componentes para ordenadores y los demás miles de artículos que aquéllos saben colocar en los mercados de su elección. O tal vez prefieren no ser los dueños de esas fábricas, sino que se limitan a contratar con los negociantes locales, que harán el trabajo sucio por ellos.
Esos hombres y mujeres se consideran gente honrada. Regresan a sus países con fotografías de lugares pintorescos y de antiguas ruinas, para enseñárselas a sus hijos. Asisten a seminarios en donde se dan mutuas palmadas en las espaldas e intercambian consejos sobre cómo burlar las arbitrariedades aduaneras de aquellos exóticos países. Sus jefes contratan abogados que les aseguran la perfecta legalidad de lo que ellos y ellas están haciendo. Y tienen a su disposición un cuadro de psicoterapeutas y otros expertos en recursos humanos, para que les ayuden a persuadirse de que, en realidad, están ayudando a esas gentes desesperadas.
El esclavista a la antigua usanza se decía a sí mismo que su comercio trataba con una especie no del todo humana, a cuyos individuos ofrecía la oportunidad de convertirse al cristianismo. Al mismo tiempo, entendía que los esclavos eran indispensables para la supervivencia de su propia sociedad, de cuya economía constituían el fundamento. El esclavista moderno se convence a sí mismo (o a sí misma) de que es mejor para los desesperados ganar un dólar al día que no ganar absolutamente nada. Y además se les ofrece la oportunidad de integrarse en la más amplia comunidad global. Él o ella también comprenden que esos desesperados son esenciales para la supervivencia de sus compañías, y que son los fundamentos del nivel de vida que sus explotadores disfrutan. Nunca se detienen a reflexionar sobre las consecuencias más amplias de lo que ellos y ellas, su nivel de vida y el sistema económico en que todo eso se asienta están haciéndole al planeta, ni sobre cómo, finalmente, todo eso repercutirá en el porvenir de sus propios hijos.”

Confesiones de un gángster económico

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