Frases sobre menos
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“No hables al menos que puedas mejorar el silencio.”

Guy Kawasaki (1954) Empresario y escritor estadounidense

Jorge Luis Borges
The Art of the Start 2.0: The Time-Tested, Battle-Hardened Guide for Anyone Starting Anything

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“¿Cómo sabes que es el amor? Sabes que es amor cuando solo quieres estar con esa persona, y cuando más o menos crees que la otra persona siente lo mismo por ti.”

A Walk to Remember
Variante: sabes que es amor cuando solo quieres estar con esa persona, y cuando más o menos crees que la otra persona siente lo mismo por ti.

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“Te ruego que recites el pasaje tal como te lo he declamado yo, con soltura y naturalidad, pues si lo haces a voz en grito, como acostumbran muchos de nuestros actores, valdría más que diera mis versos a que los voceara el pregonero.

Guardate también de aserrar demasiado el aire, así con la mano.

Moderación en todo, pues hasta en medio del mismo torrente, tempestad y aún podría decir to torbellino de tu pasión, debes tener y mostrar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión.

¡Oh! me hiere el alma oir desgarrar una pasión hasta convertirla en jirones y verdaderos guiñapos, hediendo los oídos de los "mosqueteros" que por lo general, son incapaces apreciar otra cosa que incomprensibles pantomimas y barullo.

De buena gana mandaría azotar a ese energúmeno por exagerar el tipo de Termagante….¡¡Esto es ser más herodista que Herodes…!¡ Evitalo tú, por favor!
No seas tampoco demasiado tímido; en ésto tu propia discreción debe guiarte.

Que la acción corresponda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la naturaleza, porque todo lo que a ella se opone, se aparta igualmente del propio fin del arte dramático, cuyo objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren, ha sido y es, presentar, por decirlo así, un espejo a la Humanidad;

Mostrar a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imgen y a cadaedad y generación su fisonomía y sello caraterístico.

De donde resulta que si se carga la expresión o si esta languidece, por más que ello haga reir a los ignorantes, no podrá menos de disgustar a los discretos, cuyo dictamen, aunque se trate de un solo hombre, debe pesar más en vuestra estima que el de todo un público compuesto de los otros.

¡Oh! cómicos hay a quienes he visto representar y a los que he oído elogiar, y en alto grado, que, por no decirlo en malos términos, no teniendo ni acento ni traza de cristianos, de gentiles, ni tan siquiera de hombres, se pavoneaban y vociferaban de tal modo que llegué a pensar si proponiéndose algún mal artífice de la Naturaleza formar tal casta de hombres, le resultaron unos engendros:

¡Tan abominablemente imitaban la Humanidad!
¡Oh! Corregidlo del todo! y no permitáis que los que hacen de graciosos ejecuten más de lo que les esté indicado, porque alguno de ellos empiezan a dar risotadas para hacer reir a unos cuantos espectadores imbéciles, aún cuando en aquel preciso momento algún punto esencial de la pieza reclame la atención.

Esto es indigno, y revela en los insensatos que lo practican la más estúpida pretensión. Id a prepararos”

Hamlet

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“Una persona "sufrida" es menos sensible al dolor que las que apenas si ha sido tocadas por la adversidad.”

Octavio Paz (1914–1998) poeta, escritor, ensayista y diplomático mexicano

El Laberinto De La Soledad

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“Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que está bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria, Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza.”

John Kennedy Toole (1937–1969) novelista estadounidense
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“Dejemos esta cuestión para mañana, porque ya estarás cansado de leer hoy: si mañana u otro día no tienes, como sueles, pereza de volver a la librería, pereza de sacar tu bolsillo, y pereza de abrir los ojos para hojear las hojas que tengo que darte todavía, te contaré cómo a mí mismo, que todo esto veo y conozco y callo mucho más, me ha sucedido muchas veces, llevado de esta influencia, hija del clima y de otras causas, perder de pereza más de una conquista amorosa; abandonar más de una pretensión empezada, y las esperanzas de más de un empleo, que me hubiera sido acaso, con más actividad, poco menos que asequible; renunciar, en fin, por pereza de hacer una visita justa o necesaria, a relaciones sociales que hubieran podido valerme de mucho en el transcurso de mi vida; te confesaré que no hay negocio que no pueda hacer hoy que no deje para mañana; te referiré que me levanto a las once, y duermo siesta; que paso haciendo el quinto pie de la mesa de un café, hablando o roncando, como buen español, las siete y las ocho horas seguidas; te añadiré que cuando cierran el café, me arrastro lentamente a mi tertulia diaria (porque de pereza no tengo más que una), y un cigarrito tras otro me alcanzan clavado en un sitial, y bostezando sin cesar, las doce o la una de la madrugada; que muchas noches no ceno de pereza, y de pereza no me acuesto; en fin, lector de mi alma, te declararé que de tantas veces como estuve en esta vida desesperado, ninguna me ahorqué y siempre fue de pereza.”

Mariano José de Larra (1809–1837) escritor, periodista y político español (1809-1837)
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“Estaban vivos a medias, o quizá menos.”

The Call of the Wild

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“La gente no acepta que se le diga sus verdades. Quieren que se crea sus lindas palabras o por lo menos que uno haga como si. Yo soy lúcida soy franca arranco las caretas. La tipeja que susurra: '¿Así que quiere mucho a su hermanito?' y yo con mi vocecita serena 'Lo detesto'. He seguido siendo esa adolescente que dice lo que piensa no hace trampas. Se me partía el corazón escucharlo pontificar y todos esos infelices de rodillas delante de él. Yo aparecía con mis grandes zuecos sus palabras solemnes quedaban desinfladas: el progreso la prosperidad el porvenir del hombre la felicidad de la humanidad la ayuda a los países subdesarrollados la paz del mundo. No soy racista pero me importan un pito los árabes los judíos los negros exactamente como me importan un pito los chinos los rusos los yanquis los franchutes. Me importa un pito la humanidad qué es lo que ella ha hecho por mí me gustaría saberlo. Si son lo bastante estúpidos como para degollarse bombardearse tirarse napalm exterminarse no gastaré mis ojos llorando. Un millón de niños degollados ¿y qué? Los niños nunca son otra cosa que semilla de canallas y así se descongestiona un poco el planeta reconocen que está superpoblado ¿y entonces qué? Si yo fuera la tierra me daría asco toda esa gusanada en mi espalda me la sacudiría. Si todos revientan yo quiero reventar. Los niños no son nada para mí no voy a enternecer por ellos. Mi hija está muerta y me han robado a mi hijo.”

Simone de Beauvoir (1908–1986) escritora, intelectual, filósofa existencialista, activista política, feminista y teórica social francesa

The Woman Destroyed

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“[…] lo evidente es en muchos casos lo más difícil de ver. La gente dice "es tan claro como mi nariz", pero ¿qué porción de nuestra nariz podemos ver, a menos que nos den un espejo? (p.337)”

Isaac Asimov (1920–1992) escritor estadounidense

I, Robot
Variante: [... ] lo evidente es en muchos casos lo más difícil de ver. La gente dice "es tan claro como mi nariz", pero ¿qué porcion de nuestra nariz podemos ver, a menos que nos den un espejo? (p.337)

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“Probablemente lo más peligroso que tiene la educación académica, por lo menos en mi caso, es que habilita mi tendencia a intelectualizar las cosas en exceso, a perderme en el pensamiento abstracto en lugar de limitarme a prestar atención a lo que está pasando delante de mí. Y en lugar de prestar atención a lo que está pasando dentro de mí.”

David Foster Wallace (1962–2008) Escritor estadounidense

Esto es agua
Variante: lo más peligroso que tiene la educación académica, por lo menos en mi caso, es que habilita mi tendencia a intelectualizar las cosas en exceso, a perderme en el pensamiento abstracto en lugar de limitarme a prestar atención a lo que está pasando delante de mí. Y en lugar de prestar atención a lo que está pasando dentro de mí.

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“Blanca, en cambio, se había acostumbrado a vivir sola. Terminó por encontrar paz
en sus quehaceres de la gran casa, en su taller de cerámica y en sus Nacimientos de
animales inventados, donde lo único que correspondía a las leyes de la biología era la
Sagrada Familia perdida en una multitud de monstruos. El único hombre de su vida era
Pedro Tercero, pues tenía vocación para un solo amor. La fuerza de ese
inconmovible sentimiento la salvó de la mediocridad y de la tristeza de su destino.
Permanecía fiel aun en los momentos en que él se perdía detrás de algunas ninfas de
pelo lacio y huesos largos, sin amarlo menos por ello. Al principio creía morir cada vez
que se alejaba, pero pronto se dio cuenta de que sus ausencias duraban lo que un
suspiro y que invariablemente regresaba más enamorado y más dulce. Blanca prefería
esos encuentros furtivos con su amante en hoteles de cita, a la rutina de una vida en
común, al cansancio de un matrimonio y a la pesadumbre de envejecer juntos
compartiendo las penurias de fin de mes, el mal olor en la boca al despertar, el tedio
de los domingos y los achaques de la edad. Era una romántica incurable. Alguna vez
tuvo la tentación de tomar su maleta de payaso y lo que quedaba de las joyas del
calcetín, e irse con su hija a vivir con él, pero siempre se acobardaba. Tal vez temía
que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la
más terrible de todas: la convivencia. Alba estaba creciendo muy rápido y comprendía
que no le iba a durar mucho el buen pretexto de velar por su hija para postergar las
exigencias de su amante, pero prefería siempre dejar la decisión para más adelante.
En realidad, tanto como temía la rutina, la horrorizaba el estilo de vida de Pedro
Tercero, su modesta casita de tablas y calaminas en una población obrera, entre
cientos de otras tan pobres como la suya, con piso de tierra apisonada, sin agua y con
un solo bombillo colgando del techo. Por ella, él salió de la población y se mudó a un
departamento en el centro, ascendiendo así, sin proponérselo, a una clase media a la
cual nunca tuvo aspiración de pertenecer. Pero tampoco eso fue suficiente para Blanca.
El departamento le pareció sórdido, oscuro, estrecho y el edificio promiscuo. Decía que
no podía permitir que Alba creciera allí, jugando con otros niños en la calle y en las
escaleras, educándose en una escuela pública. Así se le pasó la juventud y entró en la
madurez, resignada a que los únicos momentos de placer eran cuando salía
disimuladamente con su mejor ropa, su perfume y las enaguas de mujerzuela que a
Pedro Tercero cautivaban y que ella escondía, arrebolada de vergüenza, en lo más
secreto de su ropero, pensando en las explicaciones que tendría que dar si alguien las
descubría. Esa mujer práctica y terrenal para todos los aspectos de la existencia,
sublimó su pasión de infancia, viviéndola trágicamente. La alimentó de fantasías, la idealizó, la defendió con fiereza, la depuró de las verdades prosaicas y pudo convertirla
en un amor de novela.”

The House of the Spirits

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“Soy inventor-depresivo.

–¿Es decir…?

–Invento cosas, pero si no funcionan tiendo a deprimirme. Así que, si
sacamos la media, puede decirse que soy inventor-depresivo.

–Hay que inventar más para deprimirse menos, querido amigo…

–Si pudiera, inventaría todo el tiempo.”

Mathias Malzieu (1974) obras

Le plus petit baiser jamais recensé
Variante: Soy inventor-depresivo. –¿Es decir…? –Invento cosas, pero si no funcionan tiendo a deprimirme. Así que, si sacamos la media, puede decirse que soy inventor-depresivo. –Hay que inventar más para deprimirse menos, querido amigo… –Si pudiera, inventaría todo el tiempo.

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“Permiteme que te diga que en cuanto empiezas a admitir que un horror es un horror, al fin se hace MENOS horror.”

Charles Bukowski (1920–1994) escritor y poeta estadounidense

La máquina de follar y otros cuentos

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“Tan extranjera, tan sin patria, sin lengua natal. Los que decían:, hablaban al menos, en plural.”

Alejandra Pizarnik (1936–1972) poeta argentina

Prosa completa
Variante: Tan extranjera, tan sin patria, sin lengua natal. Los que decían: y era nuestra herencia una red de agujeros, hablaban, al menos, en plural.

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“En su Teofanía, Teccam habla de los secretos y los llama «tesoros dolorosos de la mente». Explica que lo que la mayoría de la gente considera secretos no lo son en realidad. Los misterios, por ejemplo, no son secretos. Tampoco lo son los hechos poco conocidos ni las verdades olvidadas. Un secreto, explica Teccam, es un conocimiento cierto activamente ocultado.
Los filósofos llevan siglos cuestionando su definición. Señalan los problemas lógicos, las lagunas, las excepciones. Pero en todo este tiempo ninguno ha conseguido presentar una definición mejor. Quizá eso nos aporte más información que todas las objeciones juntas.
En un capítulo posterior, menos conocido y menos discutido, Teccam expone que existen dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón.
La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan hasta presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes.
Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven.
Teccam sostiene que es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, dice, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos. Tragamos para contenerlos todos los días, obligándolos a permanecer en lo más profundo de nosotros. Allí se quedan, volviéndose cada vez más pesados, enconándose. Con el tiempo, no pueden evitar aplastar el corazón que los contiene.
Los filósofos modernos desprecian a Teccam, pero son buitres picoteando los huesos de un gigante. Cuestionad cuanto queráis: Teccam entendía la forma del mundo.”

The Wise Man's Fear
Variante: En su Teofanía, Teccam habla de los secretos y los llama "tesoros dolorosos de la mente". Explica que lo que la mayoría de la gente considera secretos no lo son en realidad. Los misterios, por ejemplo, no son secretos. Tampoco lo son los hechos poco conocidos ni las verdades olvidadas. Un secreto, explica Teccam, es un conocimiento cierto activamente ocultado.

Los filósofos llevan siglos cuestionando su definición. Señalan los problemas lógicos, las lagunas, las excepciones. Pero en todo este tiempo ninguno ha conseguido presentar una definición mejor. Quizá eso nos aporte más información que todas las objeciones juntas.

En un capítulo posterior, menos conocido y menos discutido, Teccam expone que existen dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón.

La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan para presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes.

Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven.

Teccam sostiene que es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, dice, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos. Tragamos para contenerlos todos los días, obligándolos a permanecer en lo más profundo de nosotros. Allí se quedan, volviéndose cada vez más pesados, enconándose. Con el tiempo, no pueden evitar aplastar el corazón que los contiene.

Los filósofos modernos desprecian a Teccam, pero son buitres picoteando los huesos de un gigante. Cuestionad cuanto queráis: Teccam entendía la forma del mundo.

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“Cada vez hay más científicos y menos sabios.”

Golem XIV

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