Frases sobre calle
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“Dado que Imre era un refugio para la música y el teatro, quizá penséis que yo pasaba mucho tiempo allí, pero nada podría estar más lejos de la verdad. Solo había estado en Imre una vez. Wilem y Simmon me habían llevado a una posada donde tocaba un trío de hábiles músicos: laúd, flauta y tambor. Pedí una jarra de cerveza pequeña que me costó medio penique y me relajé, dispuesto a disfrutar de una velada con mis amigos…
Pero no pude. Apenas unos minutos después de que empezara a sonar la música, casi salí corriendo del local. Dudo mucho que podáis entender por qué, pero supongo que si quiero que esto tenga algún sentido, tendré que explicároslo.
No soportaba oír música y no formar parte de ella. Era como ver a la mujer que amas acostándose con otro hombre. No. No es eso. Era como…
Era como los consumidores de resina que había visto en Tarbean. La resina de denner era ilegal, por supuesto, pero había partes de la ciudad en que eso no importaba. La resina se vendía envuelta en papel encerado, como los pirulís o los tofes. Mascarla te llenaba de euforia. De felicidad. De satisfacción.
Pero pasadas unas horas estabas temblando, dominado por una desesperada necesidad de consumir más, y esa ansia empeoraba cuanto más tiempo llevabas consumiéndola. Una vez, en Tarbean, vi a una joven de no más de dieciséis años con los reveladores ojos hundidos y los dientes exageradamente blancos de los adictos perdidos. Le estaba pidiendo un «caramelo» de resina a un marinero, que lo sostenía fuera de su alcance, burlándose de ella. Le decía a la chica que se lo daría si se desnudaba y bailaba para él allí mismo, en medio de la calle.
La chica lo hizo, sin importarle quién pudiera estar mirando, sin importarle que fuera casi el Solsticio de Invierno y que en la calle hubiera diez centímetros de nieve. Se quitó la ropa y bailó desenfrenadamente; le temblaban las pálidas extremidades, y sus movimientos eran patéticos y espasmódicos. Entonces, cuando el marinero rio y negó con la cabeza, ella cayó de rodillas en la nieve, suplicando y sollozando, agarrándose desesperadamente a las piernas del marinero, prometiéndole que haría cualquier cosa que le pidiera, cualquier cosa…
Así era como me sentía yo cuando oía tocar a unos músicos. No podía soportarlo. La ausencia diaria de mi música era como un dolor de muelas al que me había acostumbrado. Podía vivir con ello. Pero no soportaba ver cómo agitaban delante de mí el objeto de mi deseo.”

The Name of the Wind

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“Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.
¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.”

Julio Cortázar (1914–1984) escritor argentino

“La calle del Faubourg Saint-Antoine era muy larga. Comenzaba en lo que antes había sido un faubourg, un barrio de las afueras, situado al este de la ciudad antigua. Mucho antes de la Revolución, ya era una zona de artesanos, donde se encontraban la mayoría de los carpinteros y ebanistas. Pese a las ideas republicanas, y a veces radicales, que en general defendían, muchos de aquellos hábiles artesanos y pequeños comerciantes eran, como Petit, muy conservadores en lo que concernía al núcleo familiar. No obstante, más de un monarca había podido comprobar en el pasado que, cuando se echaban a la calle, eran implacables. Petit emprendió la caminata con paso febril. La nieve se había fundido y las calles estaban secas. Al cabo de poco, llegó al lugar donde antes se alzaba la fortaleza de la Bastilla y que entonces no era más que un gran espacio vacío sobre el que flotaba un cielo gris de negros presagios. Allí comenzaba la ciudad antigua. A partir de ese punto, la calle ya no se denominaba faubourg, sino simplemente calle Saint-Antoine. Al cabo de un centenar de metros, volvía a cambiar de nombre, adoptando el de Rivoli. Con aquel prestigioso nombre, conducía a la antigua plaza del mercado de la Grève, contigua al río, donde habían reconstruido el ayuntamiento, el Hôtel de Ville, al que le habían conferido un aspecto de enorme y ornamentado castillo. Después pasó por el antiguo Châtelet, donde en la Edad Media administraba justicia el preboste. Aunque había aminorado el paso, Petit todavía caminaba deprisa y, pese al frío, sudaba un poco. Finalmente, se cepilló con gesto inconsciente las mangas del abrigo cuando entró en la zona más regia de la calle de Rivoli, con la larga serie de arcadas que se sucedían frente al solemne palacio del Louvre y los jardines de las Tullerías, hasta que llegó al vasto espacio despejado de la plaza de la Concordia. Llevaba caminando más de una hora. Su ira se había transformado en una sombría y amarga rabia impregnada de desesperación. Torció hacia el bonito templo clásico de la Madeleine. Justo al oeste de la Madeleine, empezaba otro de los grandes bulevares residenciales proyectados por el barón Haussmann. El bulevar de Malesherbes partía de allí en diagonal para acabar en una de las puertas noroccidentales de la ciudad, más allá del final del parque Monceau. El serio carácter del bulevar adquiría un aire más moderno en los sectores próximos a la Madeleine, precisamente en la zona donde se encontraba, en un gran edificio de la Belle Époque, el piso de Jules Blanchard.”

Edward Rutherfurd (1948) escritor británico

París

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“A veces creía que cada calle de Barcelona iba asociada a un recuerdo.”

Jordi Sierra i Fabra (1947) escritor y periodista

Cuatro días de enero

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“Walking Around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las pelquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a une monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.”

Pablo Neruda (1904–1973) poeta
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“Nada retrata tanto la desesperanza como decir: así transcurrieron días, meses, años. Indefensos, delegamos en la sucesión fatal del tiempo, que es idéntica para todos, el avance de una corrupción que allana toda resistencia y sólo nos afecta a nosotros, recortándose contra el fondo del tiempo como una silueta a contraluz sobre una pantalla quieta. ¿Era el transcurso de los días lo que yo padecía, o más bien el privilegio de ser contemporáneo de mi propia degradación, el testigo de la evidencias que con el correr de las horas iban apartándome de lo humano? Que fueran sólo días no me consolaba; la crueldad vuelve irrisoria cualquier medida de tiempo. Así, pues, transcurrieron días, y a cada minuto sentía adelgazarse la diferencia que había entre mi cuerpo y su herida. El espacio, la ciudad, las distancias se desfiguraban a mi alrededor, se contraían en nudos álgidos y terminaban volatilizándose en el aire como si nunca hubieran sido otra cosa que ilusiones. Es probable que eso sea el Infierno: ese aire que sobrevive, intacto, a la desaparición de todas las cosas, y que envuelve como una esfera diáfana el espectáculo del derrumbe personal. Cada día que pasaba mi sufrimiento dividía el mundo por alguno de sus componentes. Un día eran las calles, otro el cielo, después eran los rostros, la luz, el idioma, y así seguido. El transcurso del tiempo no era más que esa obstinada voluntad de dividir; el resultado, como es previsible, iba decreciendo progresivamente. ¿Llegaría alguna vez a cero? Esa esperanza fue la última en abandonarme. El mundo, en efecto, es infinitamente divisible; tiende a cero, pero la cifra ínfima a la que esas divisiones lo acercan refleja menos un decrecimiento que una depuración, como si del otro lado de tanta resta no acechara el vacío sino la falta absoluta de estilo: el infierno desnudo.”

Alan Pauls (1959)
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“Veréis, mi espectacular llegada a la Universidad había causado un revuelo considerable. Había entrado en el Arcano en tres días en lugar de en tres bimestres, que era lo habitual. Era el miembro más joven, con casi dos años de diferencia. Había desafiado abiertamente a un maestro delante de toda la clase y me había salvado de la expulsión. Me habían azotado y no había llorado ni sangrado.
Por si eso fuera poco, había conseguido enfurecer al maestro Elodin hasta el punto de que él me había empujado desde el tejado de las Gavias. Dejé que esa historia circulara sin corregirla, pues era preferible a la bochornosa verdad.
Todo eso era suficiente para generar un constante flujo de rumores sobre mí, y decidí aprovecharme de ello. La reputación es como una especie de armadura, o un arma que puedes blandir en caso de necesidad. Decidí que, ya que iba a ser arcanista, ¿por qué no ser un arcanista famoso?
Así que solté unas cuantas informaciones: me habían admitido sin carta de recomendación. Los maestros me habían dado tres talentos en lugar de cobrarme la matrícula. Había sobrevivido varios años en las calles de Tarbean, viviendo de mi ingenio.
Incluso lancé unos cuantos rumores que eran auténticas sandeces, mentiras descaradas que la gente repetía pese a que resultaba evidente que no eran ciertas. Tenía sangre de demonio en las venas. Veía en la oscuridad. Solo dormía una hora todas las noches. Cuando había luna llena, hablaba en sueños, en un idioma extraño que nadie entendía.
Basil, mi antiguo compañero de litera de las Dependencias, me ayudó a propagar esos rumores. Yo me inventaba la historia, él se la contaba a unos cuantos, y juntos veíamos cómo se extendían como el fuego por un campo. Era un pasatiempo muy entretenido.”

The Name of the Wind

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“Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta,
la ves de espaldas alejándose por un camino (¿la Gran Vía,
King´s Road, la Avenue de Wagran, un sendero
entre álamos, un paso entre colinas?), hermosa y joven la
ves de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en la
tercera dimensión y yéndose,

y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salió
porque quería llegar, y tienes miedo como siempre has
tenido miedo por ti mismo, la ves irse tan frágil y
blanca en una bicicleta de humo, te gustaría estar con ella,
alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el
/manubrio
y decir que también tú has salido, que también tú quieres
llegar al sur,

y sentirte por fin acompañado porque la estás acompañando,
larga será la etapa pero allí en lo alto el aire es limpio
y no hay papeles y latas en el suelo, hacia el fondo del
valle se dibujará por la mañana el ojo celeste de un lago.
Sí, también eso lo sueñas despierto en tu oficina o en
la cárcel, mientras te aplauden en un escenario o una
cátedra, bruscamente ves el rumbo posible, ves la chica
yéndose en su bicicleta o el marinero con su bolsa al
hombro, entonces es cierto, entonces hay gente que se
va, que parte para llegar, y es como un azote de palomas
que te pasa por la cara, por qué no tú, hay tantas
bicicletas, tantas bolsas de viaje, las puertas de la
ciudad están abiertas todavía,

y escondes la cabeza en la almohada, acaso lloras.
Porque, son cosas que se saben, la ruta del sur lleva
a la muerte,
allá, como la vio un poeta, vestida de almirante espera
o vestida de sátrapa o de bruja, la muerte coronel o
general espera
sin apuro, gentil, porque nadie se apura en los aeródromos,
no hay cadalsos ni piras, nadie redobla los tambores
para anunciar la pena, nadie venda los ojos de los reos
ni hay sacerdotes que le den a besar el crucifijo a la
mujer atada a la estaca, eso no es ni siquiera Ruán y no
es Sing-Sing, no es la Santé,

allá la muerte espera disfrazada de nadie, allá nadie
es culpable de la muerte, y la violencia

es una vacua acusación de subversivos contra la disciplina
y la tranquilidad del reino,

allá es tierra de paz, de conferencias internacionales,
copas de fútbol, ni siquiera los niños revelarán que
el rey marcha desnudo en los desfiles, los diarios
hablarán de la muerte cuando la sepan lejos, cuando se
pueda hablar de quienes mueren a diez mil kilómetros,
entonces sí hablarán, los télex y las fotos hablarán sin
mordaza, mostrarán cómo el mundo es una morgue
/maloliente
mientras el trigo y el ganado, mientras la paz del sur,
mientras la civilización cristiana.

Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos,
ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estar
y preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe,
pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es una sola
línea roja ante la noche, cuando en cada encrucijada
hay múltiples opciones engañosas y ni siquiera una
esfinge para hacerte las preguntas rituales.

¿Habrá llegado al sur?
¿La alcanzarás un día?
Nosotros, ¿llegaremos?

(Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, una lista de desaparecidos, un viento en el tejado - )

¿Llegaremos un día?

Ella partió en su bicicleta, la viste a la distancia,
no volvió la cabeza, no se apartó del rumbo. Acaso entró
en el sur, lo vio sucio y golpeado en cuarteles y calles
pero sur, esperanza de sur,

sur esperanza. ¿Estará sola ahora, estará hablando
con gente como ella, mirarán a lo lejos por si otras
bicicletas apuntaran filosas?

( - un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek - )

¿Llegaremos un día?”

Julio Cortázar (1914–1984) escritor argentino
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“El pueblo había tomado las calles.”

La caída de los gigantes

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“Hay muchas personas caminando por las calles que en realidad están muertas; hay muchas en sus tumbas que están en realidad vivas.”

Idries Shah (1924–1996)

Learning How to Learn: Psychology and Spirituality in the Sufi Way

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“Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos,
un golpe de viento en el tejado, el estudio número 3 de
Scriabin, un grito allá abajo en la calle, esa foto del
Newsweek, el cuento del gato con botas,

el riesgo está en eso, en que se puede partir de cualquier
cosa pero después hay que llegar, no se sabe bien a qué
pero llegar,

llegar no se sabe bien a qué, y el riesgo está en que en
una hora final descubras que caminaste volaste corriste
reptaste quisiste esperaste luchaste y entonces, entre
tus manos tendidas en el esfuerzo último, un premio literario
o una mujer biliosa o un hombre lleno de departamentos y
de caspa

en vez del pez, en vez del pájaro, en vez de una respuesta
con fragancia de helechos mojados, pelo crespo de un
niño, hocico de cachorro o simplemente un sentimiento
de reunión, de amigos en torno al fuego, de un tango que
sin énfasis resume la suma de los actos, la pobre hermosa
saga de ser hombre.

No hay discurso del método, hermano, todos los mapas
mienten salvo el del corazón, pero dónde está el norte en
este corazón vuelto a los rumbos de la vida, dónde el oeste,
dónde el sur. Dónde está el sur en este corazón golpeado por
la muerte, debatiéndose entre perros de uniforme y
horarios de oficina, entre amores de interregno y duelos
despedidos por tarjeta,
dónde está la autopista que lleve a un Katmandú sin
cáñamo, a un Shangri-La sin pactos de renuncia, dónde
está el sur libre de hienas, el viento de la costa sin
cenizas de uranio,

de nada te valdrá mirar en torno, no hay dónde ahí
afuera, apenas esos dóndes que te inventan con plexiglás
y Guía Azul. El dónde es un pez secreto, el dónde es eso
que en plena noche te sume en la maraña turbia de las
pesadillas donde (donde del dónde) acaso un amigo muerto
o una mujer perdida al otro lado de canales y de nieblas
te inducen lentamente a la peor de las abominaciones, a la
traición o a la renuncia, y cuando brotas de ese pantano
viscoso con un grito que te tira de este lado, el dónde
estaba ahí, había estado ahí en su contrapartida absoluta
para mostrarte el camino, para orientar esa mano que
ahora solamente buscará un vaso de agua y un calmante,

porque el dónde está aquí y el sur es esto, el mapa con
las rutas en ese temblor de náusea que te sube hasta la
garganta, mapa del corazón tan pocas veces escuchado,
punto de partida que es llegada.

Y en la vigilia está también el sur del corazón, agobiado
de teléfonos y primeras planas, encharcado en lo cotidiano.
Quisieras irte, quisieras correr, sabes que se puede
partir de cualquier cosa, de una caja de fósforos, de un
golpe de viento en el tejado, del estudio número 3 de
Scriabin, para llegar no sabes bien a qué pero llegar.”

Julio Cortázar (1914–1984) escritor argentino
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Esta traducción está esperando su revisión. ¿Es correcto?
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“Sólo soy una chica pueblerina que barre las calles de mi pueblo. No soy importante para casi nadie. De chiquilla estudiaba por la mañana y recogía papas de la tierra por la tarde. Pero soy buena chica. No he tenido suerte con los hombres. Yo sólo quiero que alguien se siente a mi lado en la mesa por la mañana y me mire un rato mientras enfría la leche.”

José Luis Alvite (1949–2015) periodista español

La chica de la escoba (2011)
Fuente: La chica de la escoba. Jose Luis Alvite. Foro de Vigo. 15 de abril de 2011. https://www.farodevigo.es/opinion/2010/04/15/chica-escoba/429410.htmlConsultado el 2 de agosto de 2019

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“Estoy muy emocionado y muy agradecido con la gente que ha hecho posible esta presentación en el Centro de Convenciones. Con mi club de fans quienes están allí repartiendo volantes en las calles, siento que le ponen un cariño impresionante y estoy muy feliz.”

Noel Schajris (1974) cantante argentino

Fuente: Noel sobre su concierto en Guayaquil, marzo de 2012.
Fuente: Noel Schajris: muy romántico http://www.larevista.ec/actualidad/show/muy-romantico

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“Y sonrío y me callo porque, en último extremo, uno tiene conciencia de la inutilidad de todas las palabras.”

Ángel González (1925–2008) poeta (1925-2008)

En Palabra sobre palabra (antología de 1972)
Fuente: Página 219, poema "Preámbulo a un silencio", de Tratado de urbanismo.

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“He desafiado a todos los sistemas: la familia, nunca obedecí a mi padre adecuadamente. Siempre hice lo que quería hacer. En la escuela desafié. En las calles, desafié el monopolio de lo que los chicos pensaban que las chicas no podían participar. He pasado toda una vida en el desafío. No hay forma en que puedas crear un cambio significativo a menos que hagas eso.”

Bella Abzug (1920–1998) política Norteamericana

Original: «I've challenged all systems - the family, I never obeyed my father properly. I always did what I wanted to do. In school I challenged. In the streets, I challenged the monopoly of what the boys thought that girls couldn't participate in. I've spent a lifetime in challenge. There's no way in which you can create any meaningful change unless you do that».
Fuente: Levy, Alan H. The Political Life of Bella Abzug, 1920–1976: Political Passions, Women's Rights, and Congressional Battles. Edición reimpresa. Editorial Lexington Books, 2013. ISBN 9780739181652. Página 52. https://books.google.es/books?id=kS9nAQAAQBAJ&pg=PA52&dq=I%27ve+spent+a+lifetime+in+challenge.+There%27s+no+way+in+which+you+can+create+any+meaningful+change+unless+you+do+that&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjB7fm90rHgAhVD2xoKHfgcBOcQ6AEIKDAA#v=onepage&q=I've%20spent%20a%20lifetime%20in%20challenge.%20There's%20no%20way%20in%20which%20you%20can%20create%20any%20meaningful%20change%20unless%20you%20do%20that&f=false

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“Y si usted se pregunta por qué estas prácticas no las denuncia la gente, la respuesta es la siguiente: en este país suele recibir más castigo el mensajero de la noticia que el autor del delito. Por eso, la gente calla. Y, como la gente calla, es más fácil matar al mensajero.”

Hacer el agosto en septiembre http://manuelmoramorales.wordpress.com/2011/09/23/hacer-el-agosto-en-septiembre-o-la-picaresca-de-ciertas-ditoriales-secundadas-por-algunos-colegios-de-primaria-y-secundaria

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“Pensándolo bien (…) nuestra irresistible calle Corrientes, el imantado centro de nuestra ciudad, tiene en total siete cuadras, de Callao a Cerrito.”

Bernardo Verbitsky (1907–1979) escritor argentino

Así escribía
Fuente: Inicio de Enamorado de Joan Báez

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“Le advierto a Luis Muñoz Marín que debe abstenerse de decir insolencias. Si no sabe hablar, que se calle, pero que no diga insolencias como la de que en Puerto Rico existe democracia, cuando no existe otra coas que despotismo.”

Pedro Albizu Campos (1891–1965) político puertorriqueño

Fuente: López Rivera, Óscar. CLARIDADES: Citas de Pedro Albizu Campos. Publicado en Claridad el 15 de mayo de 2018. http://www.claridadpuertorico.com/content.html?news=E7B25192C28859BCD43E35EB17718451 Consultado el 17 de febrero de 2019.

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“Hay que prohibir totalmente el botellón, pero la cuestión es ¿qué se hace con esa gente y cuáles son las raíces de todo eso? Lo vi por primera vez en Sevilla, hace unos años. Unos 400 adolescentes reunidos en la calle, como primates que se juntaban aterrorizados, dándose ánimos mutuamente, quizá por lo que se les venía encima…”

Gustavo Bueno (1924–2016) filosófo español (1924-2016)

Fuente: Yagüe, María Eugenia. Entrevista a Gustavo Bueno. Publicado en El Mundo el domingo 17 de febrero de 2002, página 24. https://www.elmundo.es/cronica/2002/331/1014019438.html Consultado el 14 de noviembre de 2018.

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“Paseo por cada calle/Cerca de donde fluye el Támesis/Y noto en cada rostro que veo/Las marcas de debilidad, marcas de miseria…”

William Blake (1757–1827) poeta y pintor inglés

Canciones de inocencia y de la experiencia (1789-1794), «London» (1794)
Original: «I wander thro' each charter'd street,/Near where the charter'd Thames does flow/And mark in every face I meet/Marks of weakness, marks of woe...».
Fuente: «London»
Fuente: [Blake], William (en inglés). «London.» https://www.poetryfoundation.org/poems/43673/london-56d222777e969 Poetry Foundation. Consultado el 14 de septiembre de 2019.

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“Creo que la Justicia va muy lenta y tiene efectos perniciosos. He leído incluso algún auto que habla de que se tienen que guiar por el sentir de la calle. Eso no es así, eso era en la Revolución Francesa.”

Ana Botella (1953) política española y mujer del expresidente del gobierno español, José María Aznar

Fue su opinión sobre la sentencia absolutoria a los escraches que se hicieron a Soraya Sáenz de Santamaría, tras decir: "Me parece de una gran gravedad que cuestiones fundamentales para el Estado de Derecho como es la inviolabilidad del domicilio, haya una juez que lo considere que es un acto que entra dentro de la normalidad".
Fuente: Diario Público Cadena COPE
Fuente: [14 de enero de 2014, publico.es, http://www.publico.es/politica/500562/botella-pide-a-los-jueces-que-no-escuchen-a-la-calle-porque-es-algo-de-la-revolucion-francesa, Botella condena los "atentados" que están teniendo lugar en Burgos]

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“El tiroteo de los soldados en la calle parecía el fin del mundo. Nosotros no podíamos hacer nada, excepto permanecer sobre nuestros estómagos y rogar que los proyectiles no nos alcanzarán.”

Salvador Allende (1908–1973) médico y político de Chile, presidente de la República entre 1970 y 1973

Fuente: De la Biografía por Enrique Lafourcade, P. 33

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“Me quedaré en la lucha hasta que se gane la victoria y hasta que cada chico negro y cada chica negra puedan caminar por las calles de Montgomery y de los Estados Unidos con dignidad y honor sabiendo que es un hijo del Dios Todopoderoso y sabiendo que tiene dignidad y respeto propio. No llegará en los próximos cinco años; no lo sé. Espero que llegue mañana por la mañana a las nueve. Pero el realismo me impulsa a admitir que todavía habrá días de resistencia por delante, días difíciles y oscuros. No sé cuáles son los sufrimientos que tendremos que pasar. Estoy seguro de que habrá más bombas. Algunos de nosotros tendremos que ir a la cárcel un poco más. Y no estoy tan seguro ahora de que algunos de nosotros no tengamos que pagar el precio de la muerte física, pero estoy convencido de que si la muerte física es el precio que algunos deben pagar para liberar a sus hijos de una vida permanente en la muerte psicológica, entonces nada podría ser más cristiano. Y así vamos a salir con una nueva y audaz determinación para hacer de esta vieja era una nueva era.”

Martin Luther King (1929–1968) líder del movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos de América

Idioma original:«I will stay with it until victory is won and until every black boy and every black girl can walk the streets of Montgomery and the United States with dignity and honor knowing he's a child of the Almighty God and knowing he has dignity and self-respect. It make not came in the next five years; I do not know. I hope it's come tomorrow morning at nine o'clock. But realism impels me to admit that there are still days of resistance ahead, difficult, dark days. I do not know what's sufferings we will have to go trough. Some more bombings will occurs, I'm sure. Some of us we will have to go to jail some more. And I'm not so sure now that some of us may not have to pay the price of physical death, but I'm convinced that if physical death is the price that some must to pay to free their children from a permanent life of phycological death, then nothing could be more Cristian. And so let us go out with new and bold determination to make this old age - a new age».
Saludo dirigido por Martin Luther King al Dr. y Mrs. Kinng, sus padres, el 31 de enero de 1960.
Fuente: King, Martin Luther; Carson, Clayborne. The Papers of Martin Luther King, Jr. University of California Press, 2005. 978-05-20242-39.5. p. 22.

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“La humanidad tiene una extraña afición por seguir las procesiones. Haga que cuatro hombres sigan una pancarta en la calle y, si esa pancarta está escrita con rimas de un optimismo agradable, al cabo de una hora, todo el pueblo estará en pie, listo para marchar con cualquier melodía que guste a los líderes.”

John Dos Passos (1896–1970)

Original: «Humanity has a strange fondness for following processions. Get four men following a banner down the street, and, if that banner is inscribed with rhymes of pleasant optimism, in an hour, all the town will be afoot, ready to march to whatever tune the leaders care to play.»
Fuente: Dos Passos, John. John Dos Passos: the major nonfictional prose. Editor Donald Pizer. Edición reimpresa. Editorial Wayne State University Press, 1988. ISBN 9780814320570. p. 30.
Fuente: A Humble Protest, Harvard Monthly, 1916.

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“Nosotros defenderemos nuestra isla, lucharemos en las playas, lucharemos en los campos de aterrizaje, lucharemos en los campos y las calles, lucharemos en las colinas; y… nosotros nunca nos rendiremos.”

Winston Churchill (1874–1965) político británico

Ante la Cámara de los Comunes el 4 de junio de 1940, cuando Hitler proyectaba la Operación León Marino para invadir Inglaterra.
Existen dos versiones sobre cómo terminó este discurso Churchill, esperando no ser oído:
Según unos dijo: «Pero sabe Dios con qué nos pelearemos».
Según un prelado de Inglaterra dijo: «Les romperemos la cabeza con botellas de cerveza, pues es casi lo único que nos queda».
Fuente: [Taylor] (1952), p. 71.

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