Frases sobre horas
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“Nada retrata tanto la desesperanza como decir: así transcurrieron días, meses, años. Indefensos, delegamos en la sucesión fatal del tiempo, que es idéntica para todos, el avance de una corrupción que allana toda resistencia y sólo nos afecta a nosotros, recortándose contra el fondo del tiempo como una silueta a contraluz sobre una pantalla quieta. ¿Era el transcurso de los días lo que yo padecía, o más bien el privilegio de ser contemporáneo de mi propia degradación, el testigo de la evidencias que con el correr de las horas iban apartándome de lo humano? Que fueran sólo días no me consolaba; la crueldad vuelve irrisoria cualquier medida de tiempo. Así, pues, transcurrieron días, y a cada minuto sentía adelgazarse la diferencia que había entre mi cuerpo y su herida. El espacio, la ciudad, las distancias se desfiguraban a mi alrededor, se contraían en nudos álgidos y terminaban volatilizándose en el aire como si nunca hubieran sido otra cosa que ilusiones. Es probable que eso sea el Infierno: ese aire que sobrevive, intacto, a la desaparición de todas las cosas, y que envuelve como una esfera diáfana el espectáculo del derrumbe personal. Cada día que pasaba mi sufrimiento dividía el mundo por alguno de sus componentes. Un día eran las calles, otro el cielo, después eran los rostros, la luz, el idioma, y así seguido. El transcurso del tiempo no era más que esa obstinada voluntad de dividir; el resultado, como es previsible, iba decreciendo progresivamente. ¿Llegaría alguna vez a cero? Esa esperanza fue la última en abandonarme. El mundo, en efecto, es infinitamente divisible; tiende a cero, pero la cifra ínfima a la que esas divisiones lo acercan refleja menos un decrecimiento que una depuración, como si del otro lado de tanta resta no acechara el vacío sino la falta absoluta de estilo: el infierno desnudo.”

Alan Pauls (1959)
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“Te amo -le dijo Buttercup-. Sé que esto debe resultarte sorprendente, puesto que lo único que he hecho siempre ha sido mofarme de tí, degradarte y provocarte, pero llevo ya varias horas amándote, y cada segundo que pasa te amo más. Hace una hora, creí que te amaba más de lo que ninguna mujer ha amado nunca a un hombre; media hora más tarde, supe que lo que había sentido entonces no era nada comparado con lo que sentí después. Mas al cabo de diez minutos, comprendí que mi amor anterior era un charco comparado con el mar embravecido antes de la tempestad. A eso se parecen tus ojos, ¿lo sabías? Pues sí. ¿Cuántos minutos hace de eso? ¿Veinte? ¿Serían mis sentimientos tan encendidos entonces? No importa. -Buttercup no podía morarlo. El sol comenzó a asomar entonces a sus espaldas y le infundió valor -. Ahora te amo más que hace veinte minutos, tanto que no existe comparación posible. Te amo mucho más en este momento que cuando abriste la puerta de tu choza. En mi cuerpo no hay sitio más que para tí. Mis brazos te aman, mis orejas te adoran, mis rodillas tiemblan de ciego afecto. Mi mente te suplica que le pidas algo para que pueda obedecerte. ¿Quieres que te siga para el resto de tus días? Lo haré. ¿Quieres que me arrastre? Me arrastraré. Por tí me quedaré callada, por tí cantaré, y si tienes hambre, deja que te traiga comida, y si tienes sed y sólo el vino árabe puede saciarla, iré a Arabia, aunque esté en el otro confín del mundo, y te traeré una botella para el almuerzo. Si hay algo que sepa hacer por tí, lo haré; y si hay algo que no sepa, lo aprenderé. Pero recuera, por favor, que ella es vieja y tiene otros intereses, mientras que yo tengo diecisiete años y para mí sólo existes tú. Mi querido Westley… nunca te había llamado por tu nombre, ¿verdad…? Westley, Westley, Westley, Westley… querido Westley, adorado Westley, mi dulce, mi perfecto Westley, dime en un susurro que tendré la oportunidad de ganarme tu amor.”

The Princess Bride

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“Déjame respirar mucho tiempo, mucho tiempo, el olor de tus cabellos; sumergir en ellos el rostro, como hombre sediento en agua de manantial, y agitarlos con mi mano, como pañuelo odorífero, para sacudir recuerdos al aire.
¡Si pudieras saber todo lo que veo! ¡Todo lo que siento! ¡Todo lo que oigo en tus cabellos! Mi alma viaja en el perfume como el alma de los demás hombres en la música.
Tus cabellos contienen todo un ensueño, lleno de velámenes y de mástiles; contienen vastos mares, cuyos monzones me llevan a climas de encanto, en que el espacio es más azul y más profundo, en que la atmósfera está perfumada por los frutos, por las hojas y por la piel humana.
En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en que pululan cantares melancólicos, hombres vigorosos de toda nación y navíos de toda forma, que recortan sus arquitecturas finas y complicadas en un cielo inmenso en que se repantiga el eterno calor.
En las caricias de tu cabellera vuelvo a encontrar las languideces de las largas horas pasadas en un diván, en la cámara de un hermoso navío, mecidas por el balanceo imperceptible del puerto, entre macetas y jarros refrescantes.
En el ardiente hogar de tu cabellera respiro el olor del tabaco mezclado con opio y azúcar; en la noche de tu cabellera veo resplandecer lo infinito del azul tropical; en las orillas vellosas de tu cabellera me emborracho con los olores combinados del algodón, del almizcle y del aceite de coco.
Déjame morder mucho tiempo tus trenzas, pesadas y negras. Cuando mordisqueo tus cabellos elásticos y rebeldes, me parece que como recuerdos.”

Paris Spleen

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“Epigrama con muro Entre tú y yo / mengana mía / se levantaba un muro de berlín hecho de horas desiertas añoranzas fugaces”

Mario Benedetti (1920–2009) escritor uruguayo

El amor, las mujeres y la vida

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“Qué inoportuno eres, E’lir. ¿No ves que desentonas? Vuelve más tarde. —Giró de nuevo la cabeza, ignorándome.
Di un resoplido y me incliné sobre el mostrador, estirando el cuello para leer lo que había escrito en la hoja de papel que Ambrose había dejado allí.
—¿Que yo desentono? Por favor, pero si este verso tiene trece sílabas. —Di unos golpecitos con el dedo en la hoja—. Y no es verso yámbico. La verdad es que no sé si tiene alguna métrica.
Ambrose giró la cabeza y me miró con irritación.
—Cuidado con lo que dices, E’lir. El día que te pida ayuda para componer un poema será el día en que…
—… será el día en que tengas dos horas libres —le interrumpí—. Dos horas largas, y eso será solo para empezar. «¿Así encuentra también bien el humilde tordo un suyo rumbo?» Mira, no sé por dónde empezar a corregir eso. No se aguanta por ninguna parte.
—¿Qué sabrás tú de poesía? —dijo Ambrose sin molestarse en girar la cabeza.
—Sé distinguir un verso que cojea cuando lo oigo —contesté—. Pero este ni siquiera cojea. La cojera tiene ritmo. Esto es como alguien cayendo por una escalera. Una escalera de peldaños irregulares. Con un estercolero al final.
—Es un ritmo saltarín —me dijo con una voz tensa, ofendido—. Es lógico que no lo entiendas.
—¿Saltarín? —Solté una risotada de incredulidad—. Mira, si viera «saltar» así a un caballo, lo sacrificaría por piedad, y luego quemaría su cuerpo para evitar que los perros lo mordisquearan y murieran.”

The Name of the Wind

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“He aquí algo sobre el honor de los poetas. Yo tenía diecisiete años y unos deseos irrefrenables de ser escritor. Me preparé. Pero no me quedé quieto mientras me preparaba, pues comprendí que si así lo hacía no triunfaría jamás. Disciplina y un cierto encanto dúctil, ésas son las claves para llegar a donde uno se proponga. Disciplina: escribir cada mañana no menos de seis horas. Escribir cada mañana y corregir por las tardes y leer como un poseso por las noches. Encanto, o encanto dúctil: visitar a los escritores en sus residencias o abordarlos en las presentaciones de libros y decirles a cada uno justo aquello que quiere oír. Aquello que quiere oír desesperadamente. Y tener paciencia, pues no siempre funciona. Hay cabrones que te dan una palmadita en la espalda y luego si te he visto no me acuerdo. Hay cabrones duros y crueles y mezquinos. Pero no todos son así. Es necesario tener paciencia y buscar. Los mejores son los homosexuales, pero, ojo, es necesario saber en qué momento detenerse, es necesario saber con precisión qué es lo que no uno quiere, de lo contrario puedes acabar enculado de balde por cualquier viejo maricón de izquierda. Con las mujeres ocurre tres cuartas partes de lo mismo: las escritoras españolas que pueden echarte un cable suelen ser mayores y feas y el sacrificio a veces no vale la pena. Los mejores son los heterosexuales ya entrados en la cincuentena o en el umbral de la ancianidad. En cualquier caso: es ineludible acercarse a ellos. Es ineludible cultivar un huerto a la sombra de sus rencores y resentimientos. Por supuesto, hay que empollar sus obras completas. Hay que citarlos dos o tres veces en cada conversación. ¡Hay que citarlos sin descanso! Un consejo: no criticar nunca a los amigos del maestro. Los amigos del maestro son sagrados y una observación a destiempo puede torcer el rumbo del destino. Un consejo: es preceptivo abominar y despacharse a gusto contra los novelistas extranjeros, sobre todo si son norteamericanos, franceses o ingleses. Los escritores españoles odian a sus contemporáneos de otras lenguas y publicar una reseña negativa de uno de ellos será siempre bien recibida. Y callar y estar al acecho. Y delimitar las áreas de trabajo. Por la mañana escribir, por la tarde corregir, por las noches leer y en las horas muertas ejercer la diplomacia, el disimulo, el encanto dúctil. A los diecisiete años quería ser escritor. A los veinte publiqué mi primer libro. Ahora tengo veinticuatro y en ocasiones, cuando miro hacia atrás, algo semejante al vértigo se instala en mi cerebro. He recorrido un largo camino, he publicado cuatro libros y vivo holgadamente de la literatura (aunque si he de ser sincero, nunca necesité mucho para vivir, sólo una mesa, un ordenador y libros). Tengo una colaboración semanal con un periódico de derechas de Madrid. Ahora pontifico y suelto tacos y le enmiendo la plana (pero sin pasarme) a algunos políticos. Los jóvenes que quieren hacer una carrera como escritor ven en mí un ejemplo a seguir. Algunos dicen que soy la versión mejorada de Aurelio Baca. No lo sé. (A los dos nos duele España, aunque creo que por el momento a él le duele más que a mí). Puede que lo digan sinceramente, pero puede que lo digan para que me confíe y afloje. Si es por esto último no les voy a dar el gusto: sigo trabajando con el mismo tesón que antes, sigo produciendo, sigo cuidando con mimo mis amistades. Aún no he cumplido los treinta y el futuro se abre como una rosa, una rosa perfecta, perfumada, única. Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal, ¿no?”

The Savage Detectives

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“Si aquella noche el rostro de Inés se me mostró en las facciones de Bob, si en algún momento el fraternal parecido pudo aprovechar la trampa de un gesto para darme a Inés por Bob, fue aquella, entonces, la última vez que vi a la muchacha. Es cierto que volví a estar con ella dos noches después en la entrevista habitual, y un mediodía en un encuentro impuesto por mi desesperación, inútil, sabiendo de antemano que todo recurso de palabra y presencia sería inútil, que todos mis machacantes ruegos morirían de manera asombrosa, como si no hubieran sido nunca, disueltos en el enorme aire azul de la plaza, bajo el follaje de verde apacible en mitad de la buena estación.

Las pequeñas y rápidas partes del rostro de Inés que me había mostrado aquella noche Bob, aunque dirigidas contra mí, unidas a la agresión, participaban del entusiasmo y el candor de la muchacha. Pero cómo hablar a Inés, cómo tocarla, convencerla a través de la repentina mujer apática de las dos últimas entrevistas. Cómo reconocerla o siquiera evocarla mirando a la mujer de largo cuerpo rígido en el sillón de su casa y en el banco de la plaza, de una igual rigidez resuelta y mantenida en las dos distintas horas y los dos parajes; la mujer de cuello tenso, los ojos hacia delante, la boca muerta, las manos plantadas en el regazo. Yo la miraba y era “no”, sabía que era “no” todo el aire que la estaba rodeando.”

Juan Carlos Onetti (1909–1994) Escritor uruguayo

Cuentos completos

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“Mal te perdonarán a ti las horas,
las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años.”

Luis de Góngora y Argote (1561–1627) poeta y dramaturgo español

Terceto final del soneto que comienza «Menos solicitó veloz saeta» (1623).
Citas en verso
Fuente: [Ortega Blake] (2013), p. 2154.

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“A pesar de toda mi labor pasada, si en el presente quiero vivir no tengo más remedio que dictar todas las mañanas durante cuatro o cinco horas y estrujarme el cerebro hasta que dé el último paso en esta vida.”

Benito Pérez Galdós (1843–1920) novelista, dramaturgo, cronista y político español

De acuerdo con Pedro Gómez Aparicio (1974), a raiz de esta entrevista, otra revista, La Esfera, se puso en contacto con Galdós para publicar por entregas (quince entregas entre 1915 y 1916) sus Memorias de un desmemoriado.
Reflexiones y opiniones
Fuente: Entrevista en la revista El Caballero Audaz (c. 1915)
Fuente: [Percival], Anthony. «Galdós y lo autobiográfica: Notas sobre Memorias de un desmemoriado», p. 807. http://www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/galdos-y-lo-autobiografico-notas-sobre-memorias-de-un-desmemoriado.pdf Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 30 de septiembre de 2019.

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“Tranquilícese, que no abofeteo muy bien a estas horas de la noche.”

Humphrey Bogart (1899–1957) actor estadounidense

Fuente: Humphrey Bogart en la película El sueño eterno.

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“Para empezar, la advocación de Cervantes tenía que tener una resonancia de intensa simpatía en quien, como yo, ha dedicado muchas horas de su larga vida, y llenado muchas páginas, en continua aplicación al estudio de su obra; y, sobre todo, para un autor de ficciones literarias que, no menos que cualquier escritor de invenciones tales, ha debido moverse dentro del ámbito espiritual y trabajar mediante los recursos técnicos que, para universal magisterio, estableciera el autor del Quijote.”

Francisco Ayala (1906–2009) escritor español

Fuente: Del discurso de Francisco Ayala en la recepción del Premio Cervantes, 1992. Martínez, María Victoria. Una lección cervantina en el exilio. Los múltiples enfoques de la realidad y la evidencia de lo sustantivo. Francisco Ayala y la crítica cervantina contemporánea. (Buenos Aires 1939-1949). https://webs.ucm.es/info/especulo/numero35/ayalacer.html

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“En Islandia, todo gira en torno a la naturaleza las 24 horas del día. Terremotos, tormentas de nieve, lluvias, hielo, erupciones volcánicas, géiseres… es muy elemental e incontrolable. Pero, por otro lado, Islandia es increíblemente moderna; todo es de alta tecnología. La proporción de gente con computadora es la más elevada del mundo. Esa contradicción está también en Homogenic. Los sonidos electrónicos son el ritmo, el latido del corazón. Los violines crean una atmósfera antigua, la coloración.”

Björk (1965) cantautora, multiinstrumentista, compositora y productora islandesa

Entrevista publicada en la revista Oor sobre su disco Homogenic.
Fuente: Encyclopedia of Icelandic Music. Editorial PediaPress. p. 323. https://books.google.es/books?id=BUdqUahOkvgC&printsec=frontcover&dq=Encyclopedia+of+Icelandic+Music+Editor%09PediaPres&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwi0msWlkeHgAhULzhoKHU0PAAkQ6AEIKDAA#v=onepage&q=In%20Iceland%2C%20everything%20revolves%20around%20nature%2C%2024%20hours%20a%20day.%20Earthquakes%2C%20snowstorms%2C%20rain%2C&f=false

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“El médico que procura curar o aliviar al enfermo; el capellán y el visitador que quieren corregirle y consolarle, prometiéndole protección para el día que recobre la libertad; el empleado que se esfuerza por hacer su cautiverio menos triste, no con las complacencias de la debilidad, sino aplicándole la ley con pena cuando es dura, con gusto cuando permite algún alivio, y no faltando nunca a las formas, a la consideración que ninguna persona digna niega a la debilidad y a la desgracia, éstos son los que, viendo al delincuente en las horas en que se resigna y en que se desespera; cuando forma planes de venganza o hace propósito de enmienda; cuando maldice al que ha declarado contra él, o cuando llora recordando a su madre; en los días en que miente y en otros en que dice la verdad; en los momentos en que se concentra impenetrable o muestra un ánimo expansivo, éstos son los que, uno después de otro y a solas con el delincuente, pueden aprender algo de lo que pasa por su corazón y suministrar datos para su psicología.”

Concepción Arenal (1820–1893) escritora y abogada española

Fuente:
Aunque nuevamente publicado en esta obra en el apartado "Advertencia", anteriormente Arenal lo había expuesto en el Bulletin de la Société Générale des Prisions y en La nueva Galicia jurídica.
Fuente: Arenal, Concepción. El visitador del preso. NoBooks Editorial. https://books.google.es/books?id=qfG-DgAAQBAJ&pg=PT87&dq=El+dolor,+cuando+no+se+convierte+en+verdugo,+es+un+gran+maestro&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwikrtvn16ffAhUxxIUKHSiRAc0Q6AEIPzAE#v=onepage&q=El%20dolor%2C%20cuando%20no%20se%20convierte%20en%20verdugo%2C%20es%20un%20gran%20maestro&f=false En Google Books.

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“Cuando mi infancia quedó atrás y los días ya no parecían eternos, sino que se habían reducido a doce horas o menos, empecé a pensar seriamente en la muerte.”

Robert Graves (1895–1985) Escritor y erudito inglés

Fuente: La hija de Homero (prólogo). Edhasa, 2ª ed. 1981; página 9. ISBN 843503086.

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“Napoleón me ha engañado, por Dios; ha ganado veinticuatro horas de marcha sobre mí.”

Arthur Wellesley (1769–1852) político, estadista y militar británico (1769-1852)

Comentario en el baile de la duquesa de Richmond el 15 de junio de 1815, citado por el capitán Bowles y citando las Cartas del primer conde de Malmesbury.
Original: «Napoleon has humbugged me, by God; he has gained twenty-four hours' march on me».
Fuente: [Forbes], Archibald. Camps, Quarters and Casual Places. Editorial Kessinger Publishing, 2004. ISBN 978-14-1911-172-3.

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“Nací en Madrid hace 66 años; viví ciega, con cortos intervalos de luz, más de 20 (desde los 3 hasta los 25). En todo ese tiempo aprendí Historia de España e Historia universal, no en compendios, sino en obras amplísimas y documentadas. Mi padre me las leía con método y mesura; yo las oía atenta, y en mis largas horas de oscuridad y dolor, las grababa en mi inteligencia. ¡Desde tan lejos viene mi amor a España y a la humanidad!.”

Rosario de Acuña (1850–1923) autor español

Fragmento de Carta a un soldado español voluntario en el ejército francés durante la Gran Guerra. El secreto de la abuela Justa. Rosario de Acuña de Laiglesia. Barcelona. Editorial Cooperativa Obrera, 1930
Fuente: Rosario de Acuña y Villanueva. http://www.rosariodeacuna.es/biografia/biografi.htm
Fuente: Carta a un soldado español voluntario en el ejército francés durante la Gran Guerra. Rosario de Acuña http://www.rosariodeacuna.es/obras/otras/abuela/soldado.htm Consulta 10 de abril de 2016

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“Después de hablar con él por dos horas, le dije que podría estar haciendo otra película al año siguiente. Me equivoqué al decirlo, porque a él le gustaba filmar durante más de un año. Y al día siguiente me enteré que yo ya no estaba disponible para el papel.”

John Turturro (1957) actor y director de cine estadounidense

Sobre su reunión con Stanley Kubrick por el papel de Eyes Wide Shut.
Fuente: [Actor John Turturro Plans to Resurrect Jesus (Quintana, That Is), http://www.huffingtonpost.com/michael-bialas/actor-john-turturro-plans_b_8564362.html, Michael, Bialas, The Huffington Post, 14 de noviembre de 2015, 24 de febrero de 2016]

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“El reloj nunca marca las horas para los dichosos.”

Friedrich Schiller (1759–1805) poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán

Versión del Mahabharata: «El reloj no existe en las horas felices».
Fuente: [Señor] (1997), p. 516.
Fuente: [Ortega Blake] (2013), p. 2154.