Frases sobre tal
página 5

Stephen Hawking Foto
Carmen Laforet Foto
Haruki Murakami Foto
Thomas Bernhard Foto

“me habia quedado tambien casi por completo sin contactos con quienes anteriormente mehabia permitido confrontaciones, es decir, confrontaciones intelectuales en diálogos y discusiones, de todas esas personas, con mi inmersión cada vez más rigurosa en mi trabajo científico, em había apartado y mantenido alejado cada vez más y, como tuve que comprender de pronto, de la forma más peligrosa y, a partir de un momento determinado, no había tenido ya fuerzas para reanudar todos esos lazos intelectuales necesarios, ciertamente había comprendido de pronto que, sin esos contactos, difícilmente podría avanzar, que sin esos contactosm probablemente, en un plazo previsible, no podría ya pensar, que pronto tampoco podría ya existir, pero me faltaban fuerzas para detener, mediante mi propia inicativa, lo que veía ya que se me acercaba, la atrofia de mi pensamiento producida por el apartamiento voluntariamente provocado, de todas las personas suceptibles de un contacto que excediera del más imprescindible, del llamado vernáculo, simplemente del derivado de las necesidades más apremiantes de la existencia en mi casa y su entorno inmediato, y habían pasado años ya desde que había dejado de mantener correpondencia, totalmente absorbido en mis ciencias, había dejado pasar el momento en que todavía hubiera sido posible reanudar esos contactos y correspondencia abandonados, todos mis esfuerzos en ese sentido habían fracasado siempre, porque en el fondo me habían faltado ya por completo, si no las fuerzas para ello, sí, probablemente, la voluntad de hacerlo, y aunque en realidad había comprendido claramente que el camino que había tomado y había seguido ya durante años no era el verdadero camino, que sólo podía ser un camino hacia el aislamiento total, aislamiento no sólo de mi mente y de mi pensamiento, sino en realidad aislamiento de todo mi ser, de toda mi existencia, siempre espantada ya, de todos modos, por ese aislamiento, no había hecho ya nada para remediarlo, había seguido avanzando siempre por ese camino, aunque siempre horrorizado por su lógica, temiendo continuamente ese camino en el que, sin embargo, no hubiera podido ya dar la vuelta; había previsto ya muy pronto la catástrofe, pero no había podido evitarla y, en realidad, se había producido ya mucho antes de que yo la reconociera como tal. Por un lado, la necesidad de aislarse por amor al trabajo científico es la primera de las necesidades deun intelectual, por otro, sin embargo, el peligro de que ese aislamiento se produzca de una forma demasiado radical que, en fin de cuentas, no tenga ya consecuencias estimulantes como se pretendía, sino inhibidoras e incluso aniquiladoras, en el trabajo intelectual es el mayor de los peligros y, a partir de cierto momento, mi aislamiento del entorno por amor a mi trabajo científico (sobre los anticuerpos) había tenido precisamente esas consecuencias aniquiladoras en mi trabajo científico. La comprensión llega siempre, como había tenido que reconocer en mi mente de la forma más dolorosa, demasiado tarde y sólo queda, si es que queda algo, la desesperación, o sea, la comprensión directa del hecho de que ese estado devastador y, por tanto, intelectual, sentimental y, en fin de cuentas corporalmente devastador, surgido de pronto, no puede cambiarse ya, ni por ningún medio.”

Yes

Elizabeth Gilbert Foto
Rainer Maria Rilke Foto
John Maynard Keynes Foto
William Shakespeare Foto

“Te ruego que recites el pasaje tal como te lo he declamado yo, con soltura y naturalidad, pues si lo haces a voz en grito, como acostumbran muchos de nuestros actores, valdría más que diera mis versos a que los voceara el pregonero.

Guardate también de aserrar demasiado el aire, así con la mano.

Moderación en todo, pues hasta en medio del mismo torrente, tempestad y aún podría decir to torbellino de tu pasión, debes tener y mostrar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión.

¡Oh! me hiere el alma oir desgarrar una pasión hasta convertirla en jirones y verdaderos guiñapos, hediendo los oídos de los "mosqueteros" que por lo general, son incapaces apreciar otra cosa que incomprensibles pantomimas y barullo.

De buena gana mandaría azotar a ese energúmeno por exagerar el tipo de Termagante….¡¡Esto es ser más herodista que Herodes…!¡ Evitalo tú, por favor!
No seas tampoco demasiado tímido; en ésto tu propia discreción debe guiarte.

Que la acción corresponda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la naturaleza, porque todo lo que a ella se opone, se aparta igualmente del propio fin del arte dramático, cuyo objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren, ha sido y es, presentar, por decirlo así, un espejo a la Humanidad;

Mostrar a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imgen y a cadaedad y generación su fisonomía y sello caraterístico.

De donde resulta que si se carga la expresión o si esta languidece, por más que ello haga reir a los ignorantes, no podrá menos de disgustar a los discretos, cuyo dictamen, aunque se trate de un solo hombre, debe pesar más en vuestra estima que el de todo un público compuesto de los otros.

¡Oh! cómicos hay a quienes he visto representar y a los que he oído elogiar, y en alto grado, que, por no decirlo en malos términos, no teniendo ni acento ni traza de cristianos, de gentiles, ni tan siquiera de hombres, se pavoneaban y vociferaban de tal modo que llegué a pensar si proponiéndose algún mal artífice de la Naturaleza formar tal casta de hombres, le resultaron unos engendros:

¡Tan abominablemente imitaban la Humanidad!
¡Oh! Corregidlo del todo! y no permitáis que los que hacen de graciosos ejecuten más de lo que les esté indicado, porque alguno de ellos empiezan a dar risotadas para hacer reir a unos cuantos espectadores imbéciles, aún cuando en aquel preciso momento algún punto esencial de la pieza reclame la atención.

Esto es indigno, y revela en los insensatos que lo practican la más estúpida pretensión. Id a prepararos”

Hamlet

Temple Grandin Foto
José Antonio Fortea Foto
Isabel Allende Foto
Ernesto Cardenal Foto

“pensaba que tal vez era cierto que estaba loco y creía que no lo estaba porque los que están locos creen que no están locos”

Ernesto Cardenal (1925) político y sacerdote nicaragüense

Vida perdida. Memorias, I: 1

Nick Hornby Foto
Cassandra Clare Foto
Enrique Vila-Matas Foto
Idries Shah Foto
John Kennedy Toole Foto

“Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que está bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria, Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza.”

John Kennedy Toole (1937–1969) novelista estadounidense
Gabriel García Márquez Foto
Isabel Allende Foto
Mario Vargas Llosa Foto
Meg Rosoff Foto
Robert Kiyosaki Foto
Walter Isaacson Foto
Fernando Vallejo Foto
Sherrilyn Kenyon Foto
Jodi Picoult Foto

“tal vez las cosas malas suceden porque es la única forma de que sigamos recordando cómo deberían ser las buenas.”

Nineteen Minutes
Variante: Aunque, pensándolo bien, tal vez las cosas malas suceden porque es la única forma de que sigamos recordando cómo deberían ser las buenas.

André Breton Foto
A.A. Milne Foto
Roald Dahl Foto
Anaïs Nin Foto
Victor Hugo Foto
Isabel Allende Foto
Julio Cortázar Foto
Robin S. Sharma Foto

“Tal vez había llegado la hora de reinventar mi destino”

The Monk Who Sold His Ferrari: A Fable About Fulfilling Your Dreams Reaching Your Destiny

Nicanor Parra Foto
Isabel Allende Foto

“Blanca, en cambio, se había acostumbrado a vivir sola. Terminó por encontrar paz
en sus quehaceres de la gran casa, en su taller de cerámica y en sus Nacimientos de
animales inventados, donde lo único que correspondía a las leyes de la biología era la
Sagrada Familia perdida en una multitud de monstruos. El único hombre de su vida era
Pedro Tercero, pues tenía vocación para un solo amor. La fuerza de ese
inconmovible sentimiento la salvó de la mediocridad y de la tristeza de su destino.
Permanecía fiel aun en los momentos en que él se perdía detrás de algunas ninfas de
pelo lacio y huesos largos, sin amarlo menos por ello. Al principio creía morir cada vez
que se alejaba, pero pronto se dio cuenta de que sus ausencias duraban lo que un
suspiro y que invariablemente regresaba más enamorado y más dulce. Blanca prefería
esos encuentros furtivos con su amante en hoteles de cita, a la rutina de una vida en
común, al cansancio de un matrimonio y a la pesadumbre de envejecer juntos
compartiendo las penurias de fin de mes, el mal olor en la boca al despertar, el tedio
de los domingos y los achaques de la edad. Era una romántica incurable. Alguna vez
tuvo la tentación de tomar su maleta de payaso y lo que quedaba de las joyas del
calcetín, e irse con su hija a vivir con él, pero siempre se acobardaba. Tal vez temía
que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la
más terrible de todas: la convivencia. Alba estaba creciendo muy rápido y comprendía
que no le iba a durar mucho el buen pretexto de velar por su hija para postergar las
exigencias de su amante, pero prefería siempre dejar la decisión para más adelante.
En realidad, tanto como temía la rutina, la horrorizaba el estilo de vida de Pedro
Tercero, su modesta casita de tablas y calaminas en una población obrera, entre
cientos de otras tan pobres como la suya, con piso de tierra apisonada, sin agua y con
un solo bombillo colgando del techo. Por ella, él salió de la población y se mudó a un
departamento en el centro, ascendiendo así, sin proponérselo, a una clase media a la
cual nunca tuvo aspiración de pertenecer. Pero tampoco eso fue suficiente para Blanca.
El departamento le pareció sórdido, oscuro, estrecho y el edificio promiscuo. Decía que
no podía permitir que Alba creciera allí, jugando con otros niños en la calle y en las
escaleras, educándose en una escuela pública. Así se le pasó la juventud y entró en la
madurez, resignada a que los únicos momentos de placer eran cuando salía
disimuladamente con su mejor ropa, su perfume y las enaguas de mujerzuela que a
Pedro Tercero cautivaban y que ella escondía, arrebolada de vergüenza, en lo más
secreto de su ropero, pensando en las explicaciones que tendría que dar si alguien las
descubría. Esa mujer práctica y terrenal para todos los aspectos de la existencia,
sublimó su pasión de infancia, viviéndola trágicamente. La alimentó de fantasías, la idealizó, la defendió con fiereza, la depuró de las verdades prosaicas y pudo convertirla
en un amor de novela.”

The House of the Spirits

María Luisa Bombal Foto
Henryk Sienkiewicz Foto
Jane Austen Foto
Daniel Goleman Foto
Michel Foucault Foto
Mario Vargas Llosa Foto
John Banville Foto
Lionel Shriver Foto
Umberto Eco Foto
Roberto Bolaño Foto
Christopher Hitchens Foto
Vicente Huidobro Foto
David Foster Wallace Foto
Diana Gabaldon Foto

“Vi a mi madre en su ataúd—dijo por fin—. Las mujeres le habían trenzado el pelo para que tuviera un aspecto decoroso, pero mi padre no lo permitió. Quería verla por última vez tal como era para él. Fue personalmente al ataúd, le deshizo las trenzas y extendió la cabellera con las manos, cubriendo la almohada.

Hizo una pausa; su pulgar quedó inmóvil.

—Yo estaba allí, quieto en el rincón. Cuando todos salieron para recibir al cura me acerqué sigilosamente. Era la primera vez que veía a una persona muerta.—Dejé que mis dedos se cerraran sobre su antebrazo.— Una mañana mi madre me dio un beso en la frente; luego volvió a colocarme la horquilla que se me había desprendido de mi pelo ensortijado y salió. Jamás volví a verla. La velaron con el ataúd cerrado.

—¿Era…ella?

—No.—Contemplaba el fuego con los ojos entornados—. No del todo. Se le parecía, pero nada más. Como si alguien la hubiera tallado en madera de abedul. Pero su pelo… eso aún tenía vida. Eso todavía era…ella.

Lo oí tragar saliva y carraspear un poco.

—La cabellera le cruzaba el pecho, cubriendo al niño que yacía con ella. Pensé que a él no le gustaría sofocarse de ese modo. Y retiré las guedejas rojas para dejarlo a la vista. Mi hermanito, acurrucado en sus brazos, con la cabeza en su seno, abrigado y en sombras bajo la cortina de pelo. Y enseguida pensé que no, que estaría más contento si lo dejaba así. Y volví a alisar la cabellera de mi madre para cubrirle la cabeza.

Su pecho se elevó bajo mi mejilla. Deslizó lentamente las manos por mi pelo.

—No tenía una sola cana, Sassenach. Ni una.

Ellen Fraser había muerto de parto a los treinta y ocho años. Mi madre, a los treinta y dos. Y yo… yo tenía la riqueza de todos esos años largos que ellas habían perdido. Y más aún.

—Para mí es un gozo ver cómo te tocan los años, Sassenach—susurró—, pues significa que vives.”

Diana Gabaldon (1952) Escritora estadounidense

The Fiery Cross

Stephen King Foto
Terry Pratchett Foto

“Puede que la pluma no fuera más poderosa que la espada, pero tal vez la imprenta fuera más pesada que la maquinaria de asedio. Unas”

Terry Pratchett (1948–2015) escritor británico de fantasía y ciencia ficción

Regimiento Monstruoso

“¿La historia de la humanidad no es acaso toda entera, desde sus inicios, la historia de un crimen? Las naciones europeas no cesan de recodarse mutuamente el holocausto judío, pero ¿fue éste el único? ¿En qué ciudad se decretó el genocidio de Namibia (1904-1908)? ¿En qué mes el de Armenia (1915-1923), el de Ucrania (1929), el de España (1936-1975), el de la Franja de Gaza? ¿Lo recordamos?

Tan sólo en los últimos sesenta años, con implicación directa o indirecta de los gobiernos de Occidente, fueron masacrados

siete millones de vietnamitas
dos millones de camboyanos
dos millones de krudos
quinientos mil serbios
un millón doscientos mil argelinos
setenta mil haitianos
ochocientos mil tutsis y hutus
doscientos mil guatemaltecos
trescientos mil libaneses
un número aún creciente de palestinos

¿los recordamos?

Y aunque así fuese, ¿nos sentiríamos concernidos? Cuanto más alta sea la cifra más espectacular será el suceso y, por lo tanto, menos habrá de implicarnos: el dolor siempre acude en singular. Sumamos y redondeamos como para ajustar la tasa de sufrimiento. ¿Puede acaso sumarse el sufrimiento? ¿Será más el dolor de todo un pueblo que el de cada uno de sus miembros? ¿Cómo sufre "un pueblo"? ¿Existe el pueblo o la Nación independiente de su gente? Y

cada uno de los seres que padecen ¿no serán siempre el mismo, una y otra vez, infinitamente?

Ahora, cuando todo es aquí, irremediablemente aquí y ahora, ante la permisión del horror yo digo:

Si viniera,
si una mujer viniera, ahora,
si una mujer viniera al mundo con
la espiga de luz de
las matriarcas: debería
si hablara de este tiempo
debería
tan sólo balbucir, balbucir
y así tal vez
tal vez así
asíasí
tal vez”

Chantal Maillard (1951) escritora hispanobelga

La herida en la lengua

Arthur C. Clarke Foto
Adolf Hitler Foto
Haruki Murakami Foto
Zygmunt Bauman Foto
Michael Ende Foto
Jordi Sierra i Fabra Foto
Jane Austen Foto
Zygmunt Bauman Foto
Umberto Eco Foto
Jorge Luis Borges Foto

“Un atributo de lo infernal es la irrealidad, un atributo que parece mitigar sus terrores y que los agrava tal vez.”

Jorge Luis Borges (1899–1986) escritor argentino

Fuente: «Emma Zunz», de El Aleph.

Henry Kissinger Foto
Haruki Murakami Foto
Gabriel García Márquez Foto
Isabel Allende Foto
Richard Bach Foto
Howard Phillips Lovecraft Foto

“Con frecuencia me he preguntado si el común de los mortales se habrá parado alguna vez a considerar la enorme importancia de ciertos sueños, así como a pensar acerca del oscuro mundo al que pertenecen. Aunque la mayoría de nuestras visiones nocturnas resultan quizás poco más que débiles y fantásticos reflejos de nuestras experiencias de vigilia —a pesar de Freud y su pueril simbolismo—, existen no obstante algunos sueños cuyo carácter etéreo y no mundano no permite una interpretación ordinaria y cuyos efectos vagamente excitantes e inquietantes sugieren posibles ojeadas fugaces a una esfera de existencia mental no menos importante que la vida física, aunque separada de esta por una barrera infranqueable. Mi experiencia no me permite dudar que el hombre, al perder su consciencia terrena, se ve de hecho albergado en otra vida incorpórea, de naturaleza distinta y alejada de la existencia que conocemos y de la que solo los recuerdos más leves y difusos se conservan tras el despertar. De estas memorias turbias y fragmentarias es mucho lo que podemos deducir, aun cuando probar bien poco. Podemos suponer que en la vida onírica, la materia y la vida, tal como se conocen tales cosas en la tierra, no resultan necesariamente constantes y que el tiempo y el espacio no existen tal como lo entienden nuestros cuerpos de vigilia. A veces creo que esta vida menos material es nuestra existencia real y que nuestra vana estancia sobre el globo terráqueo resulta en sí misma un fenómeno secundario meramente virtual.”

Howard Phillips Lovecraft (1890–1937) escritor estadounidense
Jane Austen Foto
Amado Nervo Foto
Laura Restrepo Foto
Henry David Thoreau Foto
Mario Benedetti Foto
José Antonio Fortea Foto
Luis Pescetti Foto

“Me quedaba quieto igual que una vez, cuando tenía cinco años, que estábamos de visita en casa de un tío. La conversación de grandes me había dado sueño y me recosté en el sillón. Mi tío me apoyó sobre sus piernas y siguió conversando mientras me acariciaba la cabeza. Me despabiló por completo esa mano grande pasando suave por mis cabellos, pero seguí haciéndome el dormido porque, de alguna manera, supe que esos mimos eran porque creían que no me daba cuenta, curioso. Oí cuando mi madre dijo: Éste se está haciendo el dormido. Y a mi tío responderle que no, que estaba dormido en serio, sentí como su mano tocaba mis párpados y debo haberme acordado de algún perro que vi durmiendo, porque hasta los ojos para atrás puse con tal de que siguierna acariciándome la cabeza. Quien sabe cómo hace uno, a los seis años, para ya saber que hay cosas que se terminan si uno se despierta. No me pregunté entonces porqué se terminaba tanta ternura si se daban cuenta de que estaba despierto. ¿Sería posible que alguien te acariciara aunque estuvieras despierto? Eso lo aprendí de grande, como también, a oir el amor callado de los que sólo te acarician si te ven dormido, por pudor, por vergüenza, por campesina falta de costumbre de decir cuánto se quiere y también porque les gana el sentimiento.”

Luis Pescetti (1958) músico y escritor argentino

El Ciudadano de MIS Zapatos (Narrativas Argentinas)

Georg Wilhelm Friedrich Hegel Foto
Glenn Doman Foto
Jane Austen Foto
José Luis Sampedro Foto
Simone de Beauvoir Foto

“No se debería permitir a ninguna mujer que se quedara en casa para criar a sus hijos. La sociedad tendría que ser completamente distinta. Las mujeres no deberían tener esa opción, precisamente porque si existe tal opción, demasiadas mujeres la van a tomar.”

Simone de Beauvoir (1908–1986) escritora, intelectual, filósofa existencialista, activista política, feminista y teórica social francesa

Reflexiones
Fuente: De un diálogo con Betty Friedan en Saturday Review, 14 de junio de 1975, pág. 18, citado en Sommers, 1994, pág. 18. Tomada del libro "La tabla rasa" de Steven Pinker.

Andrés Suárez Foto
Averroes Foto
Patricia Highsmith Foto
Ludwig Erhard Foto
Pierre Joseph Proudhon Foto
Diógenes de Sinope Foto

“Mira bien quién es tu amigo, porque si por tal le tienes y él no lo es, puede ser tu enemigo mayor.”

Diógenes de Sinope (-404–-322 a.C.) filósofo griego

Fuente: Ortega Blake, Arturo. El gran libro de las frases célebres. Editorial Penguin Random House Grupo Editorial México, 2013 ISBN 978-60-7311-631-2.

Noam Chomsky Foto

“La ciencia habla de cosas muy simples y hace preguntas difíciles sobre ellas. Tan pronto como las cosas se vuelven demasiado complejas, la ciencia no puede lidiar con ellas. La razón por la cual la física puede lograr tal profundidad es que se restringe a cosas extremadamente simples, abstraídas de la complejidad del mundo. Tan pronto como un átomo se vuelve demasiado complicado, tal vez helio, se lo entregan a los químicos. Cuando los problemas se vuelven demasiado complicados para los químicos, se los entregan a los biólogos. Los biólogos a menudo se lo entregan a los sociólogos, y éstos a los historiadores, y así sucesivamente. Pero es un asunto complicado: la ciencia estudia lo que está al borde de la comprensión, y lo que está al borde de la comprensión suele ser bastante simple. Y rara vez alcanza los asuntos humanos. Éstos son demasiado complicados. De hecho, incluso comprender los insectos es un problema extremadamente complicado para las ciencias. Por ello, las ciencias actuales no nos dicen prácticamente nada sobre los asuntos humanos.”

Noam Chomsky (1928) lingüista, filósofo y activista estadounidense

Original: «Science talks about very simple things, and asks hard questions about them. As soon as things become too complex, science can’t deal with them. The reason why physics can achieve such depth is that it restricts itself to extremely simple things, abstracted from the complexity of the world. As soon as an atom gets too complicated, maybe helium, they hand it over to chemists. When problems become too complicated for chemists, they hand it over to biologists. Biologists often hand it over to the sociologists, and they hand it over to the historians, and so on. But it’s a complicated matter: Science studies what’s at the edge of understanding, and what’s at the edge of understanding is usually fairly simple. And it rarely reaches human affairs. Human affairs are way too complicated. In fact even understanding insects is an extremely complicated problem in the sciences. So the actual sciences tell us virtually nothing about human affairs».
Fuente: [Murphy], Elliot. Biolinguistics and Philosophy: Insights and Obstacles. Editorial Lulu.com, 2012. ISBN 9781291186772, p. 11.
Fuente: Science in the Dock Discussion with Noam Chomsky, Lawrence Krauss & Sean M. Carroll. Science & Technology News, March 1, 2006. http://www.chomsky.info/debates/20060301.htm
Fuente: Science in the Dock, 2006.

Max Aub Foto
William Gladstone Foto

“Quiero decir esto, que junto con el llamado aumento de los gastos crece lo que se puede denominar un espíritu que insensiblemente e inconscientemente tal vez afecta al espíritu del pueblo, al espíritu del parlamento, al espíritu de los departamentos públicos, y tal vez incluso el espíritu de aquellos cuyo deber es presentar las estimaciones al parlamento.”

William Gladstone (1809–1898)

Original: «I mean this, that together with the so-called increase of expenditure there grows up what may be termed a spirit which, insensibly and unconsciously perhaps, but really, affects the spirit of the people, the spirit of parliament, the spirit of the public departments, and perhaps even the spirit of those whose duty it is to submit the estimates to parliament».
Fuente: Discurso en la Cámara de los Comunes del 16 de abril de 1863.

Sigrid Undset Foto