Frases sobre según
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“Cuando regresó, el hijo del posadero le entregó las ropas del guerrero, limpias y dobladas. Mikhon Tiq las subió al sobrado y las colocó en orden junto a sus armas. Eran ropas de estilo Ainari, aunque mezclado con algunos detalles bárbaros del Norte. Las botas, que el propio rapaz había encerado, estaban arrugadas en los tobillos, casi cuarteadas; botas de espadachín acostumbrado a doblar las piernas y girar los pies en la danza del combate. Las mangas de la casaca eran amplias. Sin duda su dueño las utilizaba para guardar en ellas las manos y ocultar así las emociones, según la costumbre de Áinar. Pero tenían corchetes de latón para que, llegado el momento de la pelea, pudieran ceñirse a las muñecas y no estorbar los movimientos. El talabarte, ya descolorido, tenía una pequeña vaina a la derecha para el colmillo de diente de sable que sólo los Tahedoranes podían llevar. A la izquierda había dos trabillas de piel con sendas hebillas para colgar la funda de la espada. Éste era otro detalle que lo delataba. Los guerreros normales llevan una sola hebilla, de forma que la espada cuelgue junto al muslo. Los maestros de la espada, sean Ibtahanes o Tahedoranes, necesitan dos para que la espada se mantenga horizontal; de esta manera pueden sujetar la vaina con la mano izquierda y extraer el arma a una velocidad fulgurante, en el movimiento letal conocido como Yagartéi que es en sí mismo un arte marcial. Pero lo que más llamaba la atención de Mikhon Tiq era la propia espada. Hacía años que no veía una auténtica arma de Tahedorán. La funda era de cuero repujado, reforzada con guarnición y punta de metal, y con dos pequeños bolsillos a ambos lados. Uno de ellos contenía una navaja con un pequeño gavilán en forma de gancho; de este modo servía de arma y a la vez de herramienta para desmontar la empuñadura de su hermana mayor. En la otra abertura había papel de esmeril para sacar filo a la hoja; aunque un Tahedorán sólo haría esto en una emergencia, pues los aceros dignos de tal nombre deben ser bruñidos y afilados por maestros pulidores. En torno a la empuñadura de la espada corría una fina tira de piel, enrollada y apretada con fuerza para evitar que la mano resbalara al aferrarla. Mikhon Tiq miró de reojo a Linar. Tenía el ojo cerrado; o dormía o estaba encerrado en su mundo interior. En cuanto al guerrero, su respiración bajo la manta era profunda y pausada. Mikhon Tiq sintió la tentación de desenvainar la espada para examinar la hoja. Pero aquello habría sido una afrenta, como desnudar a una doncella dormida, así que apartó las manos del arma y procuró pensar en otras cosas.”

Javier Negrete (1964) escritor español

La Espada de Fuego

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“Díjele que entre nosotros existía una sociedad de hombres educados desde su juventud en el arte de probar con palabras multiplicadas al efecto que lo blanco es negro y lo negro es blanco, según para lo que se les paga. El resto de las gentes son esclavas de esta sociedad. Por ejemplo: si mi vecino quiere mi vaca, asalaria un abogado que pruebe que debe quitarme la vaca. Entonces yo tengo que asalariar otro para que defienda mi derecho, pues va contra todas las reglas de la ley que se permita a nadie hablar por si mismo. Ahora bien; en este caso, yo, que soy el propietario legítimo, tengo dos desventajas. La primera es que, como mi abogado se ha ejercitado casi desde su cuna en defender la falsedad, cuando quiere abogar por la justicia -oficio que no le es natural- lo hace siempre con gran torpeza, si no con mala fe. La segunda desventaja es que mi abogado debe proceder con gran precaución, pues de otro modo le reprenderán los jueces y le aborrecerán sus colegas, como a quien degrada el ejercicio de la ley. No tengo, pues, sino dos medios para defender mi vaca. El primero es ganarme al abogado de mi adversario con un estipendio doble, que le haga traicionar a su cliente insinuando que la justicia está de su parte. El segundo procedimiento es que mi abogado dé a mi causa tanta apariencia de injusticia como le sea posible, reconociendo que la vaca pertenece a mi adversario; y esto, si se hace diestramente, conquistará sin duda, el favor del tribunal. Ahora debe saber su señoría que estos jueces son las personas designadas para decidir en todos los litigios sobre propiedad, así como para entender en todas las acusaciones contra criminales, y que se los saca de entre los abogados más hábiles cuando se han hecho viejos o perezosos; y como durante toda su vida se han inclinado en contra de la verdad y de la equidad, es para ellos tan necesario favorecer el fraude, el perjurio y la vejación, que yo he sabido de varios que prefirieron rechazar un pingüe soborno de la parte a que asistía la justicia a injuriar a la Facultad haciendo cosa impropia de la naturaleza de su oficio.

Es máxima entre estos abogados que cualquier cosa que se haya hecho ya antes puede volver a hacerse legalmente, y, por lo tanto, tienen cuidado especial en guardar memoria de todas las determinaciones anteriormente tomadas contra la justicia común y contra la razón corriente de la Humanidad. Las exhiben, bajo el nombre de precedentes, como autoridades para justificar las opiniones más inicuas, y los jueces no dejan nunca de fallar de conformidad con ellas.
Cuando defienden una causa evitan diligentemente todo lo que sea entrar en los fundamentos de ella; pero se detienen, alborotadores, violentos y fatigosos, sobre todas las circunstancias que no hacen al caso. En el antes mencionado, por ejemplo, no procurarán nunca averiguar qué derechos o títulos tiene mi adversario sobre mi vaca; pero discutirán si dicha vaca es colorada o negra, si tiene los cuernos largos o cortos, si el campo donde la llevo a pastar es redondo o cuadrado, si se la ordeña dentro o fuera de casa, a qué enfermedades está sujeta y otros puntos análogos. Después de lo cual consultarán precedentes, aplazarán la causa una vez y otra, y a los diez, o los veinte, o los treinta años, se llegará a la conclusión.
Asimismo debe consignarse que esta sociedad tiene una jerigonza y jerga particular para su uso, que ninguno de los demás mortales puede entender, y en la cual están escritas todas las leyes, que los abogados se cuidan muy especialmente de multiplicar. Con lo que han conseguido confundir totalmente la esencia misma de la verdad y la mentira, la razón y la sinrazón, de tal modo que se tardará treinta años en decidir si el campo que me han dejado mis antecesores de seis generaciones me pertenece a mí o pertenece a un extraño que está a trescientas millas de distancia.”

Los viajes de Gulliver

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“Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad.”

El hombre en busca de sentido

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“Según la Administración Nacional de Seguridad de Tráfico en Carreteras (NHTSA), más del 80 por ciento de los asientos para niños están mal instalados.”

SuperFreakonomics: Enfriamiento global, prostitutas patrioticas y por que los terroristas suicidas deberian contratar un seguro de vida (Vintage Espanol)

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“Una de las peores pruebas de la decadencia de Alemania, ya antes de la guerra, era la casi total indiferencia general que se notaba con respecto a todo. Esa situación mental es siempre la consecuencia de la incertidumbre sobre las cosas. De ésta y de otras causas surge la pusilanimidad, como consecuencia fatal. El sistema de educación contribuía a agravar esa situación. La educación alemana de la anteguerra adolecía de muchos defectos. Tenía una orientación particularista, concentrada en el aprendizaje puramente "teórico", dándole una importancia menor a la "práctica". Aun menos valor se le adjudicaba a la formación del carácter del individuo y mucho menos todavía a la tarea de fomentar el sentimiento de la satisfacción en la responsabilidad; finalmente, era nula la importancia dada a la educación de la voluntad y del espíritu de decisión. Los frutos de ese sistema educacional no producían realmente mentalidades fuertes, sino más bien dóciles "eruditos", como por lo general se nos consideraba a los alemanes antes de la guerra, juzgándosenos según ese criterio. Al alemán se le quería porque era un elemento utilizable, en cambio, se le respetaba poco, debido justamente a que no poseía la suficiente entereza de carácter. No sin razón perdió, pues, el alemán más fácilmente que cualquier súbdito de otros pueblos su nacionalidad y su patria.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Mi Lucha

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“Al final todo se iguala según el nivel más bajo.”

Fernando Savater (1947) filósofo español

Los invitados de la princesa

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“Cuanto más lejos nos remontamos en la historia, tanto más aparece el individuo - y por consiguiente también el individuo productor - como dependiente y formando parte de un todo mayor: en primer lugar y de una manera todavía muy enteramente natural, de la familia y de esa familia ampliada que es la tribu; más tarde, de las comunidades en sus distintas formas, resultado del antagonismo y de la fusión de las tribus. Solamente al llegar el Siglo XVIII, con la "sociedad civil", las diferentes formas de conexión social aparecen ante el individuo como un simple medio para lograr sus fines privados, como una necesidad exterior. Pero la época que genera este punto de vista, esta idea del individuo aislado, es precisamente aquella en la cual las relaciones sociales (universales según este punto de vista) han llegado al más alto grado de desarrollo alcanzado hasta el presente. El hombre es, en el sentido más literal, un zoon politikon, no solamente un animal social, sino un animal que sólo puede individualizarse en la sociedad. La producción por parte de un individuo aislado, fuera de la sociedad - hecho raro que bien puede ocurrir cuando un civilizado, que potencialmente posee ya en sí las fuerzas de la sociedad, se extravía accidentalmente en una comarca salvaje - no es menos absurda que la idea de un desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan juntos y hablen entre sí.”

Grundrisse: Foundations of the Critique of Political Economy

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“Según estas ideas, la función del cerebro, el sistema nervioso y los órganos sensoriales es principalmente eliminativa, no productiva.”

Aldous Huxley (1894–1963) escritor británico

The Doors of Perception & Heaven and Hell

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“Citaría a Platón, ya que estaría ante un intelectual. Según él, al principio de la creación, los hombres y las mujeres no eran como son hoy; había sólo un ser, que era bajo, con un cuerpo, pero cuya cabeza tenía dos caras, cada una mirando en una dirección. Era como si dos criaturas estuviesen pegadas por la espalda, con dos sexos opuestos, cuatro piernas, cuatro brazos.

Los dioses griegos, sin embargo, eran celosos, y vieron que una criatura que tenía cuatro brazos trabajaba más, dos caras opuesta estaban siempre vigilantes y no podían ser atacadas a traición, cuatro piernas no exigiían tanto esfuerzo para permaneces de pie o andar durante largos períodos. Y lo que era más peligroso: la criatura tenía dos sexos diferentes, no necesitaba a nadie más para seguir reproduciéndose en la Tierra.

Entonces dijo Zeus, el supremo señor del Olimpo: Tengo un planpara hacer que esos mortales pierdan su fuerza.

Y con un rayo, partió a la criatura en dos, y así creo al hombre y a la mujer. Eso aumentó mucho la población del mundo, y al mismo tiempo desorientó y debilitó a los que en él habitaban, porque ahora tenían que buscar su parte perdida, abrazarla de nuevo, y en ese abrazo recuperar la antigua fuerza, la capacidad de evitar la traición, la resistencia para andar largos períodos y soportar el trabajo agotador. A ese abrazo donde los dos cuerpos se confunden de nuevo en uno lo llamamos sexo.”

Paulo Coelho (1947) escritor brasileño
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“Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus…”

El hombre en busca de sentido

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“Dosflores era un turista, el primero del Mundodisco. Según decidió Rincewind, turista significaba «imbécil».”

Terry Pratchett (1948–2015) escritor británico de fantasía y ciencia ficción

The Color of Magic

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“La belleza, según la sentimos, es algo indescriptible; jamás puede decirse lo que es ni lo que significa.”

George Santayana (1863–1952) filósofo, ensayista, poeta y novelista español (1863-1952)

El sentido de la belleza

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