Frases sobre trabajo
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TOYOTA KATA: El método que ayudó a miles de empresas a optimizar la gestión de sus negocios
Pensar bien, sentirse bien: Nada justifica el sentimiento inútil
Diálogo con mi sombra

“Ningún mal resiste el remedio del trabajo y el consuelo de la comida.”

LAS CONFESIONES

Cómo vivir juntos. Simulaciones novelescas de algunos espacios cotidianos. Notas de cursos y semenarios en el Collège de France, 1976-1977
Magic Strikes

Una 4a Ración de Sopa de Pollo para el Alma: Más relatos que conmueven el corazón y ponen fuego en el espíritu

Language & Silence: Essays on Language, Literature & the Inhuman
Steiner, G. (2006). Sevilla: Editorial Gedisa (trabajo original publicado en New York, 1976), p. 12.
Me llaman Artemio Furia

“El odio que se siente por el trabajo al final del día no es más que una parte del trabajo”

“«Trabajo solo, lucho por progresar en el arte y la vida».”
Van Gogh. La vida
TOYOTA KATA: El método que ayudó a miles de empresas a optimizar la gestión de sus negocios

Memoirs of a Dutiful Daughter
Variante: A menudo me he interrogado sobre la razón y el sentido de mis rabietas.
Creo que se explican en parte por una vitalidad fogosa y por un extremismo
al cual nunca he renunciado del todo. Llevaba mis repugnancias hasta el
vómito, mis deseos hasta la obsesión; un abismo separaba las cosas que me
gustaban de las que no me gustaban. No podía aceptar con indiferencia la
caída que me precipitaba de la plenitud al vacío, de la beatitud al horror;
si la consideraba fatal, me resignaba; nunca me enojé contra un objeto.
Pero me negaba a ceder a esa fuerza impalpable: las palabras; lo que me
sublevaba es que una frase lanzada al descuido: "Debes hacerlo... no debes
hacerlo", arruinara en un instante mis empresas y mis alegrías. Lo
arbitrario de las órdenes y de las prohibiciones contra las que chocaba
denunciaba su inconsistencia; ayer pelé un durazno: ¿por qué no esa
ciruela?, ¿por qué dejar mis juegos justo en este minuto? En todas partes
encontraba obligaciones, en ninguna parte su necesidad. En el corazón de la
ley que me abrumaba con el implacable rigor de las piedras, yo entreveía
una ausencia vertiginosa: me sumergía en ese abismo, la boca desgarrada por
gritos. Aferrándome al suelo, pataleando, oponía mi peso de carne al aéreo
poder que me tiranizaba; lo obligaba a materializarse; me encerraban en un
cuarto oscuro entre escobas y plumeros; entonces podía golpear con los pies
y las manos en muros verdaderos, en vez de debatirme contra inasibles
voluntades. Yo sabía que esa lucha era vana; desde el momento en que mamá
me había sacado de las manos la ciruela sangrienta, en que Louise había
guardado en su bolsa mi pala y mis moldes, yo estaba vencida; pero no me
rendía. Cumplía el trabajo de la derrota. Mis sobresaltos, las lágrimas que
me cegaban, quebraban el tiempo, borraban el espacio, abolían a la vez el
objeto de mi deseo y los obstáculos que me separaban de él. Me hundía en la
noche de la impotencia; ya nada quedaba salvo mi presencia desnuda y ella
explotaba en largos aullidos.

“Padre rico decía: “Trabaja para aprender, no para ganar.” Con”
Antes de renunciar a tu empleo

“¿Por qué todo el mundo que quiere migrar o buscar un trabajo se dirige a mí?”
Los orígenes del «Doktor Faustus»
Las buenas ideas. Una historia natural de la innovación

LAS CONFESIONES